Progresos lentos

No sobrepasar los 1,5ºC de aumento de temperatura a final de siglo respecto a los niveles preindustriales fue el objetivo marcado por la cumbre del clima COP26.

Al comenzar la conferencia, todos los participantes eran conscientes de que saldrían decepcionados de Glasgow. Esa es la propia esencia de un acuerdo entre casi 200 países en el que cada cual vela por sus intereses nacionales, a pesar de que consenso científico es claro: el cambio climático será devastador.

Por ello, el Pacto Climático de Glasgow no sido satisfactorio para nadie del todo, pero al mismo tiempo ha supuesto progresos importantes, pero lentos, sin los cuales la carrera hacia el desastre sería aún más veloz.

En este sentido, el texto acelera la acción colectiva contra el cambio climático y pide movimientos en esta misma década.

Acabar con el carbón y los subsidios a los fósiles

Una de las principales aportaciones del texto, ha sido la necesidad de acabar con el carbón y con los subsidios fósiles. Sin embargo, se ha visto aguada en el último minuto por una enmienda de la India, que modificó la “eliminación progresiva del carbón”, por su “reducción progresiva”.

Este arreglo se hizo a última hora, a espaldas del resto de los países, entre la India, la Unión Europea, Estados Unidos y China, que coordinó esa demanda con Nueva Delhi y otras capitales como Teherán. China fue quien verdaderamente impulsó la enmienda y que “al final, la India no fue el problema

Esto supuso un revés para los negociadores y, especialmente, para el presidente de la cumbre, Alok Sharma, que se emocionó hasta las lágrimas y pidió disculpas por “cómo se han desarrollado los acontecimientos”.

Varios países mostraron su disgusto por tener que aceptar un cambio sobre el que ni siquiera habían sido consultados, pero lo hicieron para poder sacar adelante un acuerdo que ya estaba en el horno, listo para firmar.

“¿Cómo puede esperar nadie que los países en desarrollo hagan promesas de eliminar el carbón y los subsidios a los combustibles fósiles? Tenemos que sacar adelante nuestros programas de reducción de la pobreza”, dijo ante el plenario el ministro indio de Medio Ambiente, Bhupender Yadav, antes de soltar su “bomba”.

Avances y retrocesos

Entre los avances que supone el documento figuran el compromiso de los países de revisar y fortalecer el año que viene sus objetivos nacionales de reducción de emisiones (conocidos como NDC, por sus siglas en inglés) para 2030.

También se consiguió un consenso sobre el controvertido Artículo 6 del Acuerdo de París, que regula los mercados de carbono, lo que a priori figuraba como uno de los puntos más calientes antes de la cita.

Y de igual forma se dan pasos, todavía tibios, hacia una mayor financiación de los países ricos para que los Estados en desarrollo puedan aumentar sus capacidades de adaptación al cambio climático y compensarles por los efectos del calentamiento que ya sufren.

En ese sentido, la COP26 urge a los Estados ricos a “como mínimo doblar” su aportación para la adaptación de los países más desfavorecidos antes de 2025 respecto a los niveles de 2019.

Críticas ecologistas

Si pocos salieron satisfechos con el resultado de la cumbre, aún menos lo hicieron las organizaciones ecologistas, que consideran que ha sido un pacto demasiado pobre y falto de concreción.

Para Greenpeace, el acuerdo de la COP26 “es sumiso, es débil y el objetivo de 1,5 grados apenas está vivo”, si bien, en el lado positivo, destacó que “se ha enviado la señal de que la era del carbón está terminando.

Tampoco se mostró entusiasta con el texto el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que reconoció que el Pacto de Glasgow no alcanza “los objetivos” de la cumbre del clima, aunque sí supone “importantes pasos”.

Si hay una sola conclusión unánime sobre lo acordado en Glasgow, es ésta: el trabajo pendiente para la próxima cumbre del clima, la COP27, que Egipto acogerá el año que viene en el balneario de Sharm el Sheij, es ingente.