Investigadores de la Universidad de Santiago de Chile, han demostrado que dicha planta puede ayudar a proteger de los rayos UVA algunas partes fundamentales de las células como el ADN.

El proyecto, que empezó hace ya quince años, estudia cómo las plantas antárticas responden al cambio climático, en concreto, al aumento de los niveles de radiación ultravioleta que se han registrado en los últimos años.

Para ello, los científicos crearon, hace cuatro años, un laboratorio en la Universidad en el que trataron de recrear condiciones climáticas similares a las de la Antártida. Las temperaturas en el laboratorio eran más altas que las del continente blanco, pero eso les permitió descubrir que las plantas crecían. Esto permitía hacer un escalamiento de su producción y cultivarla de forma continua en vez de esperar, como ocurre en otros casos, para recoger la cosecha. De esta forma, con la posibilidad de producir la especia, los expertos esperan poder generar un prototipo que pueda ser utilizado por las empresas para comercializar el descubrimiento, lo que permitiría utilizar la planta para elaborar filtros solares de manera natural en vez de sustancias químicas como ocurre en algunos casos.

El clavel antártico o también llamado perla antártica, se desarrolló para proteger el ambiente extremo que vive la Antártida puesto que no están expuestos a la radiación solar de manera constante, solamente en primavera y verano.