Investigadores de 35 colonias de pingüinos barbijo (también llamados chinstrap) en la Isla Elefanta, al norte de la Antártida, han certificado la reducción de ejemplares que vive esta especie en comparación con 1971.

En este último recuento, se muestra una población de tan solo 52.786 parejas reproductoras, una cifra que cae de forma estrepitosa respecto a las estimaciones anteriores, que apuntaban a unas 122.550 parejas.

La organización ecologista ha denunciado también las caídas de hasta un 77% en algunas zonas, como consecuencia del cambio climático. La subida de las temperaturas ha hecho que los pingüinos tengan que recorrer mayores distancias para llegar a los lugares donde se alimentan, y el cambio de la temperatura del agua, ha provocado cambios en las especies que viven en ella y, por tanto, en los animales que comen.

De hecho, el jueves 6 de febrero la Antártida ha batido su récord de temperaturas al alcanzar los 18,3ºC, según las mediciones de la base argentina Esperanza.

Además, la interacción humana en la Antártida es cada vez más creciente, con bases instaladas de distintos países, un aumento del turismo y de la industria pesquera, algo que ha contribuido a que muchas poblaciones, como las del pingüino barbijo, sean aminoradas.

Ante esta situación, Greenpeace ha exigido establecer santuarios donde no haya actividad humana para que esta especie pueda desarrollar su vida.