Pese a que en la actualidad todavía continúa el tráfico ilegal desmedido de especies silvestres, las restricciones a la movilidad, sobre todo, el cierre de fronteras, ha provocado el descenso de este tipo de actividades en todo el mundo.

El comercio de especies salvajes se posiciona en cuarta posición, con respecto al volumen de actividades ilegales relacionadas con este tipo de tráfico. De esta forma, cada año movería alrededor de 20 billones de euros; por delante de la pesca ilegal, con un volumen anual de entre 9 y 20 billones de euros.

Entre las especies que más abundan en el tráfico ilegal se incluyen reptiles, pangolines, toda clase de aves, grandes simios, pesca o madera. Sin embargo, como apunta un nuevo estudio desarrollado por Wildlife Justice Commission (WJC), las dificultades para su traslado, así como las nuevas normativas internacionales acerca del comercio ilegal, suponen cada vez más trabas para este tipo de negocio.

Así, desde que en 2018 se prohibiera el comercio con marfil en China, junto con la presión policial de este y otros países asiáticos para perseguir el tráfico ilegal, han comenzado a acumularse de forma masiva productos relacionados con estas actividades, como escamas de pangolín, piezas de marfil o aletas de tiburón, entre otros.

No obstante, y pese a que se ha reducido el comercio ilegal de especies silvestres en algunas de las regiones más propensas al tráfico ilegal, su actividad se ha trasladado a otros puntos. Como es el caso de las escamas de pangolín, cuyo comercio ha aumentado en Vietnam.

Así mismo, las limitaciones para la circulación han llevado a buscar alternativas al transporte ilegal, que ha pasado de desarrollarse por tráfico aéreo, a hacerlo mediante el envío marítimo.