El calentamiento global podría afectar al transporte aéreo y este impacto, a su vez, podría provocar el aumento de la tasa de contaminación, según un estudio de Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) y de la Universidad de Wisconsin Madison.

Hasta ahora se sabía que los viajes aéreos suponen el 3,5% de la emisión de gases de efecto invernadero que aceleran el cambio climático. Sin embargo, se desconocía que las corrientes de viento pudieran afectar al transporte aéreo, de forma que los vuelos duren más tiempo del previsto, y esto a su vez, tenga un impacto negativo todavía mayor sobre el medio ambiente.

"Tiempos de vuelo más largos suponen que los aviones aumenten el consumo de combustible. La consecuente entrada adicional de CO2 a la atmósfera puede retroalimentar y amplificar los cambios emergentes en la circulación atmosférica", explicaba Kris Karnauskas, científico asociado en el Departamento de Geología y Geofísica de WHOI.

El estudio comenzó cuando la coautora Hannah Barkley, estudiante de doctorado en el Programa Conjunto MIT-WHOI de Oceanografía, se dio cuenta de que el vuelo que realizó desde Honolulu a la costa este duró mucho menos de lo esperado. Le preguntó a Karnauskas el motivo y el científico pensó automáticamente en investigar cómo fueron los vientos en el nivel de vuelo de ese día.

"Hubo una gran franja de vientos del oeste extra rápida que se estiraba desde Honolulu, a Hawaii y Newark". Esa investigación marcó el comienzo del estudio, basado en el análisis de datos de hace décadas sobre los vuelos efectuados por cuatro compañías distintas entre Honolulu y la Costa Oeste Norteamericana, es decir, Los Ángeles, San Francisco y Seattle.

Karnauskas trazó las diferencias en los tiempos de vuelo para vuelos en dirección este y oeste y descubrió que, independientemente de la aerolínea escogida, la diferencia para todos los vuelos era la misma en los últimos 20 años. "Lo que estaba provocando que la duración de estos vuelos cambiara era exactamente lo mismo y no era parte del proceso de toma de decisiones de la compañía aérea", explicaba el científico. La hipótesis resultante afirmaba que la variabilidad del clima determina los tiempos de vuelo.

La bajada y la subida de la temperatura del Océano Pacífico ecuatorial provoca que las ondas atmosféricas se expandan hacia las latitudes de ambos hemisferios, donde se cambian los patrones de circulación. Karnauskas detectó que era capaz de calcular el Delta T, la diferencia de tiempo entre el tiempo universal basado en el periodo de rotación de la tierra y el tiempo terrestre, de la aerolínea. El análisis, además, mostraba que la diferencia en los tiempos de vuelo entre los vuelos de este a oeste no se anula, es decir, si un vuelo dirección este dura 10 minutos menos, el vuelo dirección oeste durará 11 minutos más.

El tiempo de vuelo adicional dirección este y oeste es solo de un par de minutos por cada aumento de velocidad de 10 mph del viento que predomine. Pero "el viento realmente fluctúa en alrededor de 40 mph, así que hay que multiplicar ese par de minutos por cada vuelo por día, por cada transportista, por cada ruta y el residual se acumula rápidamente. Estamos hablando de millones de dólares en los costos de combustible", apostillaba Karnauskas.

El siguiente paso en la investigación fue investigar cómo afectaría ese impacto climático al transporte aéreo. El estudio toma como ejemplo los 30.000 vuelos comerciales que se realizan en Estados Unidos. Si el tiempo total de ida y vuelta de esos vuelos aumenta en un minuto, el tiempo de vuelo de esos aviones sería de 300.000 horas más por año, lo que se traduce en 3.000 millones de dólares de coste adicional en combustible y 10 millones de kilogramos de carbono emitidos al año.

Karnauskas cree que este estudio serviría a las aerolíneas para planificar de forma más eficiente los costes en combustible y poder afinar así las duraciones de vuelo, de cara a sus clientes.