“Estamos en el año 2050. Jane tiene una reunión en Barcelona en unas horas. Pide a través de su dispositivo móvil inteligente un taxi autónomo que le lleve hasta el aeropuerto de Berlín. En el trayecto ha realizado todos los registros de acceso. Cuando llega a la terminal solo tiene que pasar el control de seguridad antes de acceder a su vuelo en un avión eléctrico de cero emisiones. Una vez en Barcelona, solicita desde su smartphone otro transporte autónomo compartido para llegar a su destino final”.
El comienzo de esta historia aparece en ‘Más rápido que el futuro. Afrontando la era digital’, un libro donde expertos internacionales analizan los principales desafíos tecnológicos. El trabajo, de casi 200 páginas, es una iniciativa de la Digital Future Society, proyecto impulsado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Gobierno y la Mobile World Capital Barcelona. Su misión, ayudar a entender cómo las herramientas tecnológicas pueden construir un futuro más justo e inclusivo. En unos de sus artículos, Raúl Rojas, profesor de Machine Learning y Robótica de la Universidad Libre de Berlín, y Rene Millman, escritor, colaborador en distintos medios internacionales y especialista en inteligencia artificial y movilidad, dibujan en ‘Autopía urbana, vehículos autónomos’ una movilidad sostenible para las ciudades del futuro.
Para 2050, la mayoría de la humanidad vivirá en ciudades: Más de 6.300 millones de personas, según Naciones Unidas. Lo lógico es que esas urbes permitan una vida saludable a sus residentes y la movilidad tendrá mucho que ver en esas condiciones. La consultora PwC estima que el 40 % del kilometraje por carretera lo podrán realizar coches autónomos en el año 2030. Su impacto empezamos a intuirlo. Los vehículos autónomos “tendrán que comprender el entorno urbano y las ciudades tendrán que evolucionar para adaptarse a ellos”. El objetivo es que faciliten los desplazamientos y hagan que la conducción sea más segura, alivien la congestión y mejoren la accesibilidad. Además, su uso compartido será una aportación más para combatir el cambio climático.
La congestión, el principal escollo
Rojas y Millman sostienen que para que las ciudades sean habitables tienen que ser inteligentes. En esas smart cities es donde el coche autónomo puede jugar un papel esencial. Estos expertos aclaran que la congestión es el principal problema de movilidad en las grandes urbes. La presencia de vehículos autónomos, que los ciudadanos compartirán, reduciendo así la necesidad de tener un coche privado, y una red de transporte público serán las dos piezas claves contra las aglomeraciones. Sin olvidar la seguridad. Una ciudad inteligente (uso de sensores, intercambio y análisis de datos) y unos vehículos con tiempos de reacción más rápidos harán disminuir los accidentes.
“Los vehículos autónomos podrían proporcionar una mejor accesibilidad para las personas discapacitadas y los ancianos”. Este y otros beneficios son sencillos de imaginar, aunque los autores del artículo aseguran que el riesgo es que los coches autónomos se desplieguen “mucho antes de que haya disminuido el uso de vehículos privados”, lo que podría aumentar el tráfico en las ciudades.
Según Rojas y Millman, hoy solo podemos adquirir automóviles con sistemas de asistencia al conductor, pero no completamente autónomo. “Para que un coche autónomo salga a la venta al público en general, deberá ser diseñado, desarrollado, probado, producido, aprobado y comercializado”, y al mismo tiempo tendrá que aprobarse una nueva legislación e infraestructuras. Por el momento lo que hay son ensayos con coches sin conductor por todo el mundo. En Las Vegas (EE. UU.), una flota experimental de 30 vehículos autónomos ofrece ya un sistema similar al de los taxis, pero todavía se sienta delante un conductor por razones de seguridad. En Londres, pasajeros voluntarios participan en unas pruebas respaldadas por el gobierno británico. El software que controla el vehículo ha sido desarrollado y entrenado en las carreteras de Reino Unido. El fabricante francés PSA Group también realiza pruebas en Vigo para analizar cómo los coches autónomos se comunican con las infraestructuras circundantes en un entorno urbano.
Estacionamiento y zonas liberadas
Una vez que avancen los programas, los vehículos autónomos irán cambiando la movilidad de las personas. Y al mismo tiempo las ciudades modificarán su diseño. “Actualmente, la mayoría de coches están inactivos aproximadamente el 95 % del tiempo (…) Sin embargo, los vehículos autónomos no necesitan permanecer en un destino”, explican. Un pasajero se baja y otro sube. Cuando no estén en movimiento, estarán estacionados en zonas de aparcamiento en la periferia de las ciudades o en parkings de grandes centros comerciales. “Estudios recientes han demostrado que si todos los viajes en una ciudad fueran realizados por una flota de coche autónomos compartidos, se reduciría la necesidad de estacionamiento hasta en un 90%”. ¿Qué significa? La liberación de grandes cantidades de espacio público para otros usos. En Ámsterdam hay planes para deshacerse de 11.000 plazas de estacionamiento para dentro de cinco años, que se sustituirán por más árboles, más portabicicletas, más peatones…
Como los coches autónomos no necesitan espacio para abrir las puertas cuando están aparcados, donde ahora caben 15 vehículos tradicionales, podría haber hasta 40 sin conductor. Una investigación de la Universidad de Toronto afirma que los aparcamientos podrían acomodar entre un 62 % y un 87 % más de automóviles autónomos que de convencionales.
Cada vez menos ciudadanos querrán tener un vehículo en propiedad. Tal y como mantiene el informe ‘Eascy, las cinco tendencias que transformarán el mercado del automóvil’, de PwC, en una década, el stock de automóviles podría caer de 280 a 200 millones en Europa y de 270 a 212 millones en EE. UU. Rojas y Millman vaticinan que la futura ciudad inteligente “estará cubierta completamente por vehículos autónomos y es posible que las carreteras no necesiten semáforos”. De hecho, investigadores de Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el Instituto Tecnológico Suizo (ETHZ) y el Consejo Nacional de Investigación de Italia (CNR) han desarrollado intersecciones basadas en franjas horarias que podrían ser el reemplazo de los semáforos. Los coches con sensores se comunican entre sí, manteniéndose a distancia, y no necesitan parar en un semáforo.
Holanda y el 'corredor del tulipán'
Holanda ya trabaja para lanzar grupos de camiones sin conductor para transportar flores en las principales rutas del ‘corredor del tulipán’ entre Ámsterdam y Amberes (Bélgica) o entre Rotterdam y el valle del Ruhr (Alemania). Y en Singapur se ha levantado una ciudad de prueba para coches autónomos con semáforos, paradas de autobús, rascacielos y una máquina de lluvia que recrea el clima tropical. Antes de que seamos testigos de esta nueva movilidad, los expertos aseguran que tendrán que aprobarse leyes para sea legal el movimiento de estos vehículos y para salvaguardar la seguridad de los pasajeros y peatones. Habrá que renovar carreteras, crear nueva señalización y aceras y bordillos ‘más inteligentes’.
Por último, Raúl Rojas y Rene Millman analizan los aspectos legales que requerirá esta nueva realidad. Para empezar, está claro que habrá que regular la responsabilidad en caso de accidente. Hasta el momento se han aprobado legislaciones en varios países para permitir las pruebas con coches autónomos. En España existe una instrucción de 2015 de la Dirección General de Tráfico que autoriza y regula estos ensayos. “La DGT ha colaborado con la firma israelí de tecnología de la visión Mobileye para convertir Barcelona en un laboratorio de pruebas a gran escala, colocando una flota de 5.000 vehículos en la ciudad”, dicen los autores.
“Un futuro en el que las ciudades sean más inteligentes, más sostenibles, más seguras y más habitables requerirá” que los gobiernos locales y nacionales trabajen con empresas privadas y proveedores de servicios tecnológicos. “Si se hace correctamente, los resultados serán increíbles y pueden salvar al planeta del colapso ecológico”.