En un momento en el que el producto de audio está más en boga que nunca, Clubhouse se presentaba como una reinvención de la radio tradicional, pero con el espíritu de las redes sociales. En España llegó a condensar la conversación social de gran parte del país, pero el fenómeno solo duró unos meses y, tal como llegó, se desvaneció. Pero, ¿qué ocurrió?
Si hay alguien que sabe de radio en este país, ese es sin duda el locutor y comunicador catalán Xavi Martínez. También él sucumbió a la tentación de Clubhouse, y afirma en una entrevista con Levanta la Cabeza que “pudo haber sido algo espectacular”, pero que falló en el primer impacto, porque la fortaleza y la debilidad de Clubhouse era la misma: su exclusividad.
Clubhouse se lanzó en plena pandemia del coronavirus, y llegó a alcanzar casi 10 millones de usuarios en todo el mundo a pesar de su difícil acceso, pues solo estaba disponible para dispositivos iOS y se entraba con invitaciones. En la actualidad cuenta con dos millones de perfiles, de lo cuales solo 365.000 están activos.
“Posicionarse como ‘exclusivo’ es una vieja estrategia de marketing. Algo difícil de conseguir siempre es más deseable, pero las redes sociales que aspiran a jugar en primera división necesitan tener una masa crítica de usuarios muy grande”, expone en UOC News el profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Ferrán Lalueza.
Desde el punto de vista de Martínez, Clubhouse era atractivo porque permitía crear contenido desde casa y sin necesidad de mostrar tu imagen, y, además, ayudaba a democratizar el debate y revitalizó lo que antiguamente eran las llamadas en directo en la radio.
“Estoy abajo en la audiencia, le doy a un botón y puedo levantar la mano. Si me ve el moderador, me sube, y yo puedo hablar con esa otra persona a tiempo real. Es alucinante”, relata.
Acostumbrados a redes sociales como Instagram o TikTok, copadas por imágenes retocadas y filtros de belleza, Clubhouse ofrecía la pureza y la cercanía de la voz, sin edición de ningún tipo.
Sin remuneración para los creadores
Sin embargo, a diferencia de estas redes sociales –así como otras como Twitch o Patreon–, Clubhouse no remuneró económicamente a los creadores de contenido de su plataforma, que lo hacían por puro divertimento. Es el caso de la locutora y maquilladora castellonense Ángela Stone, que llegó a conducir su propio programa matinal en la plataforma: Las Mañanas de ÁS.
Durante cerca de dos meses, copó la “parrilla radiofónica” de Clubhouse de 10 de la mañana a dos de la tarde para centenares de oyentes -entre ellos, gente de la talla del futbolista Gérard Piqué–, y llegó a reunir un equipo de hasta 7 personas, pero “todo empezó sin ningún tipo de previsión, ni guiones ni escaletas”, cuenta Stone a Levanta la Cabeza.
Precisamente, Stone confiesa que Clubhouse llegó a su vida en un momento de dificultad económica, y le sirvió como un ilusionante “efecto placebo” que le permitió rememorar sus entrevistas en la radio local, pero que no le reportaba ningún beneficio real, más allá de conocer gente y hacer networking.
“Emitir un contenido de forma alegre constantemente está muy bien si te da igual y eres una persona con el bolsillo lleno. Pero cuando hay una persona con el bolsillo vacío, te interesa que te den una recompensa mínima”, añade la castellonense.
“Se les fue de las manos a los desarrolladores”
Algo en lo que también coincide Martínez, que asegura que “se les fue de las manos a los desarrolladores” y “se cuidó muy poco al creador de contenido”, que, como él, acabó marchándose a otras plataformas de podcasting como Podimo, donde desde octubre de 2020 dirige el programa de entrevistas ‘Seven’. También Stone tiene claro que, de crear un nuevo formato, será fuera de Clubhouse.
Para cuando se abrió la plataforma a los dispositivos Android, a mediados de 2021, los perfiles “famosos” ya habían comenzado a desengancharse, y por eso empezó a perder relevancia. “Para que algo así triunfe, siempre se tiene que mantener un número de influencers puntuales”, opina el comunicador.
Imagina que en el país en el que vives han impuesto otro confinamiento y te toca quedarte en casa de nuevo. Abres Instagram, comienzas a pasar las historias de la gente y, de repente, observas que uno de losinfluencers que sigues va a ofrecer una charla en Clubhouse. No sabes qué es, pero sientes que necesitas estar ahí, y comienzas a tantear a tus contactos más cercanos para encontrar la forma de entrar y formar parte del selecto grupo de personas que lo conforman.
Esto es exactamente lo que le ocurrió hace un año a Victoria Calderero, una enfermera afincada en Reino Unido que recuerda en una entrevista con Levanta La Cabeza como consiguió entrar en Clubhouse tras conseguir una invitación a través del amigo de una amiga. “Fueron como 48 horas pero a mí se me hicieron eternas”, narra.
En su caso, entró a Clubhouse con la intención de poder hablar español con otra gente y se enamoró por completo de la “educación”, el “respeto” y el “orden” que caracterizaban al formato. Allí fue donde coincidió con Stone, a la que no conoce todavía en persona, pero cuya amistad se forjó en las salas de la aplicación.
Calderero tiene claro que “el audio es el futuro de las aplicaciones”. Algo que también ratifica el informe Digital News Report 2021, que reveló que casi el 40 % de los españoles menores de 45 años escuchó podcasts en 2021.
“Estamos continuamente matando redes sociales”
Por su parte, Lalueza identifica cuatro razones en la falta de crecimiento de Clubhouse: la pérdida del aura de exclusividad, la evidencia de que todavía el contenido en vídeo triunfa por encima del contenido en audio, la imposibilidad de comunicación asíncrona (que el contenido no pudiese consumirse en diferido) y, por último, la competencia de las grandes redes que han clonado a Clubhouse.
Y es que LinkedIn anunció hace unas semanas que pondrá en marcha su propio Clubhouse esta próxima primavera, siguiendo la estela del ya existente “Greenroom” de Spotify, o los "Spaces” de Twitter, entre otros.
Entonces, si el audio funciona y vende, ¿por qué Clubhouse está de capa caída? El experto en comunicación digital de la UOC, Miquel Pellicer, aseveró que “estamos continuamente matando redes sociales”, pero que es parte de la evolución.
Aunque el futuro de la aplicación de audio suscita una división de opiniones. Mientras que algunos como Martínez aseguran que, a pesar de todas las nuevas funciones que han implementado, Clubhouse está muerto y es un lugar muy “de nicho”; otros como Calderero afirman que solo “está hibernando” e incluso se plantean seguir creando nuevos formatos dentro de la plataforma.