Hay dos formas de instrumentalizar a los niños. De la primera, y probablemente la más grave, tuvimos noticia a mediados de febrero. La organización Save the Children, el ex defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Javier Urra, y el Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC) denunciaron que el canal de YouTube 'Las ratitas se maquillan', protagonizado por las niñas Giselle y Claudia, de 6 y 7 años, promovía estereotipos de género y anunciaba maquillaje cuando el público al que va dirigido son niños. El canal, con millones de visualizaciones y suscriptores, es gestionado por los padres de las niñas, que también son youtubers. Tras saltar la noticia, expertos en la defensa de los menores aseguraron que esta "instrumentalización de los niños es peligrosa al tratarse de una realidad ficticia en la que se pone a las niñas en el foco de atención" y dudaron si estamos ante unos padres irresponsables o ante unos padres que tienen otro tipo de intereses.
Pero hay otra forma de instrumentalizar a los menores que pasa más desapercibida y que se empieza a poner en cuestión. Hay padres que utilizan las redes sociales para compartir de manera habitual imágenes cotidianas de sus hijos sin prever las consecuencias futuras. El término shareting se refiere precisamente a esta práctica. Esa exposición de los menores sin autorización puede provocar situaciones incómodas en un futuro o forjar una identidad de los niños que ellos no han decidido. En 2018, el estudio The age of content, de la compañía McAfee, sostenía que el 30% de los padres sube fotos de sus hijos al menos una vez al día y que el 50% admite publicar una imagen de sus hijos el primer día que van a la escuela. Pero lo peor es que más del 70% asegura conocer que el contenido compartido puede acabar en manos no deseadas. Cuidadito, a ver si van a pasar los años y aquellos niños son mayores y empiezan a pedir responsabilidades.