Hace 48 horas, la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, no disimuló una realidad vivida por un porcentaje importante de los españoles ocupados a partir de marzo de 2020, cuando la expansión de un virus descolocó a toda la sociedad. “El teletrabajo ha venido para quedarse, pero no ha sido una conciliación, porque lo que hemos vivido, con la mujer y el marido teletrabajando y a la vez los hijos estudiando, y a la vez haciendo la compra online mientras los niños pasaban delante de la cámara en una videoconferencia… Eso no es conciliación, eso es esclavitud digital. Tenemos que avanzar hacia la conciliación laboral real gracias a la tecnología”.
La percepción de Artigas, realizada durante la presentación del informe Sociedad Digital en España 2020-2021, de Fundación Telefónica, coincide con la que tienen la mayoría de teletrabajadores. Por un lado, el trabajo en remoto es uno de los cambios culturales más importante de las últimas décadas. Y por otro, muchos trabajadores sienten que echan más horas que antes, que su productividad ha crecido, que no levantan el culo del asiento y los ojos de la pantalla y que no saben desconectar de esa “esclavitud digital”.
Según distintos estudios recopilados para el informe Sociedad Digital en España, cuatro de cada diez personas empleadas empezaron a teletrabajar a causa de la pandemia en Europa. En España, según datos del Adecco Group Institute, 2,8 millones de personas teletrabajan desde casa, un 74 % más que antes de la pandemia. Madrid, Cataluña y País Vasco ocupan el podio, mientras que en la parte baja se encuentran Andalucía, Castilla La Mancha y Extremadura.
Conexión permanente
Para los expertos de Fundación Telefónica, hay otra cara –más preocupante– del trabajo a distancia, “la difuminación de los límites entre la jornada laboral y el tiempo libre”. La permanente conexión con el centro de trabajo “es un arma de doble filo, que puede dar lugar a que como norma las horas dedicadas al trabajo se extiendan más de lo normal”. Una encuesta de Eurofound ha desvelado que casi el 30 % de los que trabajan en remoto dedica parte de su tiempo libre a satisfacer necesidades de su empresa o experimentan preocupación por temas relacionados con su trabajo. Y es que la mayoría parte de investigaciones y encuestas ha revelado que el teletrabajo ha tenido una consecuencia innegable: el aumento de la productividad.
Otros datos destacados de los teletrabajadores españoles tienen que ver con la seguridad digital. La mitad utiliza aplicaciones no corporativas en dispositivos de la empresa, el 85 % usa el ordenador portátil corporativo para su navegación personal, casi el 40 % accede a datos de la empresa desde su dispositivo personal, un 7 % consume contenidos porno desde su ordenador corporativo y un 8 % se mete en la internet profunda (Deep Web), según la empresa de ciberseguridad Trend Micro.
Es cierto que después del verano se cumplirán 18 meses de teletrabajo y que existe cierta fatiga digital (Aquí te dejamos unos trucos para reducir ese cansancio), sobre todo de tanta videollamada, videoreunión, videconferencia, videoaperitivo, videoconfesión, videojuego… Contaba esta semana la periodista estadounidense Megan Greenwell en la revista Wired que en su “vida anterior” (durante los meses de confinamiento) tenía de media entre 7 y 10 reuniones con Zoom, la plataforma de videollamada que ha triunfado –y estresado– en estos tiempos, lo que la dejaba exhausta al final del día. “La fatiga del Zoom es real y las empresas y los directivos deben hacer un trabajo mucho mejor para evitar que los chats de vídeo monopolicen la vida laboral de los empleados (…) Ahora tengo tal vez una videoreunión a la semana, que me ha hecho sentir más cuerda de lo que me había sentido en meses”.
Ahora hay que ir al grano
No se puede negar esa rara sensación que te queda cuando gran parte de la jornada laboral te la has pasado viendo cuadraditos con bustos parlantes en la pantalla de tu ordenador. Vale que nos hemos acostumbrado a ser puntuales, educados y a aparecer siempre dignos día tras día, hora tras hora, videollamada tras videollamada, pero también es verdad que cansan y te hacen dudar de tu productividad. Greenwell tiene una regla de gestión: “La mayoría de videoconferencias deberían ser llamadas de teléfono y la mayoría de llamadas de teléfono deberían ser correos electrónico”. Esa es su filosofía ahora que no tiene en nivel de trabajo de los primeros meses de pandemia.
Raquel Rodríguez trabaja en el mundo de la comunicación en el sector de la moda y es consciente de que no se puede mantener el nivel de empatía en las reuniones en remoto que se tenía en la primavera de 2020. “Las plataformas y apps para videollamadas entraron en nuestras vidas de sopetón y casi sin previo aviso, así que lo normal cuando estuvimos encerrados es que tuviésemos ganas de iniciar las reuniones por Zoom con saludos, preguntas sobre el estado de ánimo o incluso alguna confesión. Pero ahora no podemos sostener ese nivel cuando te pasas media jornada en videollamadas. Tenemos que ir al grano, un saludo de cortesía y empezar a resolver”, comenta.
La verdad es que llega el verano y todos estamos más agotados, se empiezan a notar algunas caras más serias, suspiros y apagones de cámara. “Al principio, hasta las despedidas de las videollamadas eran más pausadas, con ganas de agradar y de desear lo mejor a cada participante. Ahora basta con un adiós con la mano y un clic para finalizar la sesión”, asegura Raquel. No hace mucho publicamos esta guía para no meter la pata en los encuentros online.
Esta sociedad contactless (sin contacto físico) que nos ha tocado vivir parece que va a tener un tiempo muerto durante el periodo estival, donde nos gustará ver a los demás cara a cara, y sin puede ser sin mascarilla mejor, y a la vuelta regresaremos a las videollamadas pero echaremos de menos un ratito en la oficina, un encuentro casual en el pasillo, un café con compañeros en la calle. El avance en la vacunación puede provocar un nuevo cambio en el modelo de teletrabajo.
Según el estudio del Grupo Addeco, el 77 % de los españoles consultados consideran que el modelo ideal es un híbrido que combine el teletrabajo con el trabajo en la oficina, y el 80 % demanda una mayor flexibilidad. Por eso, el informe Sociedad Digital en España concluía que no se vislumbra el trabajo 100 % en remoto, “puesto que un elemento importante para la innovación es el intercambio de conocimiento entre colegas. Un intercambio que ocurre con más frecuencia y facilidad cuando se producen interacciones cara a cara. Así, entornos de oficina abiertos, flexibles y versátiles donde acudir de manera regular también formarán parte de la ‘oficina del mañana’”. Terminamos como empezamos: teletrabajar está muy bien –empresarios y trabajadores coinciden– pero ser ‘esclavos digitales’ no es lo más conveniente.