El ilustrador Christoph Niemann describió a Estonia como un país “aburrido” y “normal” en un artículo publicado en The New York Times. Algunos lo conocerán por ser la nación en la que Rosa López entonó el “Europe´s Living a Celebration” en el Festival de Eurovisión allá por 2002; y otros quizás no sean capaces de situarlo en el mapa.

Lo cierto es que Estonia es un país con apenas unas décadas de vida. Hasta 1991 formaba parte de la Unión Soviética, pero supo adelantarse a su tiempo y aprovechar la oportunidad que les brindaba la llegada de Internet. Por ello, especializó su economía en el ámbito de la tecnología y los servicios digitales.

Además, posee más de 80.000 ciudadanos digitales -o e-residents- y ya lo apodan como el “Silicon Valley” europeo, pues en sus fronteras han nacido startups como Skype, Bolt o Wise, entre otras.

¿Cómo se ha fraguado esta digitalización?

La pandemia del coronavirus ha obligado a poner en marcha la maquinaria informática y a acelerar la digitalización de las naciones, así como la burocracia de sus gestiones. Sin embargo, para Estonia ha sido un mero trámite y le pilló perfectamente equipada para afrontar la situación con normalidad, porque llevaba más de 20 años preparándose.

Desde el año 2000, el gobierno estonio, y su entonces presidente Toomas Hendrik Hives, eliminaron toda la burocracia existente e implementaron un gobierno y una hacienda electrónicas. Un año más tarde, en 2001, nació el sistema estonio de intercambio de datos de código abierto, apodado X-Road; y en 2002 se materializó la llamada ID Card, lo que vendría a ser el equivalente al DNI en España.

Además de servir como documento de identidad obligatorio, posee un lector digital que, al conectarlo al ordenador con una herramienta especial, te permite acceder a todos tus datos personales confidenciales, y realizar hasta el 99 % de los trámites burocráticos del Estado desde casa y a golpe de clic. O, en otras palabras: todo menos casarse y divorciarse (de momento).

“Creo que nuestro sistema digital funciona bien”, asegura a Levanta la Cabeza Liis Teppe, estudiante de Gestión Empresarial en la Universidad de Tallinn, aunque admite que existen cosas “por mejorar y desarrollar”, como el voto electrónico.

“Este año hemos tenido muchos problemas con las votaciones, como que por ejemplo algunos votos electrónicos no se contabilizaron o que los votantes con dispositivos de Apple no pudieron votar en las primeras horas”, asegura Teppe.

El país báltico presume de coronar el índice de participación electrónica de Naciones Unidas, así como el Informe de Economía y Sociedad Digital (DESI) de la Unión Europea. En cuanto a acceso libre a Internet tan solo Islandia le hace sombra y le obliga a quedarse con la medalla de plata.

Estonia se encuentra en un lugar ideal geoestratégicamente hablando. A las orillas del Báltico, y haciendo frontera directa con Rusia. Son algunos de los motivos por los que el centro de ciberseguridad de la OTAN se encuentra en Tallín, además de porque ya demostró su potencial cibernético cuando sus vecinos les mandaron un ciberataque desde el Kremlin moscovita en 2007.

Con un sistema de intercambio de datos como X-Road, la cantidad de información que tiene el gobierno sobre sus ciudadanos es enorme, y muy valiosa como para caer en las manos equivocadas. Por ello, en 2015 Estonia fundó la primera Embajada de Datos Digitales del mundo, localizada en Luxemburgo, donde almacenan una copia de toda su base de datos fuera de sus fronteras.

Del mismo modo, no existen salas de archivos en los juzgados del país báltico. Toda la documentación de la Justicia estonia es pública y accesible para todo el mundo desde su página web. De este modo, la burocracia se acelera y el servicio es más eficiente.

¿Y cómo imparten este fervor por lo digital? ¿Se transmite en las escuelas? “En la escuela primaria tenemos clases de informática, donde se enseñan los básicos a los más pequeños. En secundaria no tenemos lecciones específicas de informática”, explica Teppe. Desde 2010, los niños de 7 años -que es cuando empiezan oficialmente a ir a clase- aprenden a programar dentro del currículo educativo. La Educación es uno de sus puntos fuertes, pues Estonia está a la cabeza de Europa en el último informe PISA.

Esta nación ya está considerada como la Silicon Valley europea puesto que solo necesitas unos minutos para montar una empresa con sede en ese país. Gracias a su ciudadanía digital (que se puede solicitar desde cualquier parte del mundo) y a sus beneficios tributarios, constituye un gran lugar para desarrollar nuevas compañías.

Ya son más de 11.000 las startups que han elegido el país como sede para sus empresas. Y son 7 sus “unicornios” (empresas con valor de más de 1.000 millones de dólares) nacionales, entre las que se encuentran la aplicación de llamadas virtuales Skype, la compañía de taxis y conductores privados Bolt y Wise, para hacer transferencias internacionales. Nada mal para un país de 1,3 millones de habitantes. Ahora, su próximo objetivo es la inteligencia artificial.