Si en algo coinciden los expertos en economía es que la pandemia del COVID-19 y el denominado ‘Gran Encierro’ van a afectar de forma drástica al crecimiento de todos los países. El colapso económico se notará sobremanera en la zona euro y en España las previsiones hablan de que el PIB caerá entre un 8 % (según el Fondo Monetario Internacional) y un 13,6% (según el Banco de España).
Cuando se vayan aligerando las medidas de confinamiento y entremos en la nueva normalidad, ¿cómo se comportará el consumo de tecnología? ¿volverá la demanda de teléfonos inteligentes? La emergencia sanitaria ha puesto de relieve, como es lógico, que los productos de primera necesidad, alimentos e higiene, son la prioridad a la hora de comprar en internet. Según el informe Digital Consumer 24 hours Indoor, realizado por las empresas de análisis Nielsen y Dynata, los productos de electrónica ocupan el tercer lugar en el ecommerce.
El confinamiento ha demostrado que el teléfono inteligente es una herramienta de conexión esencial en todos los hogares. Videollamadas con familiares y amigos, encuentros virtuales con compañeros de trabajo, entretenimiento cultural (músicas, películas, juegos, etc…) o compras online son algunas de las utilidades que permiten estos dispositivos, convertidos en un miembro más de la familia confinada. Por poner un ejemplo, la duración de las llamadas telefónicas –según datos del grupo Euskaltel– se ha incrementado un 110 % en estas semanas. Necesitamos hablar más veces y más tiempo con otras personas.
Sin embargo, la extensión del teletrabajo hace pensar que muchas familias preferirán una potente conexión wifi o pantallas más grandes para el ordenador antes que renovar su teléfono inteligente. Al mismo tiempo, el confinamiento ha puesto en evidencia que muchas personas mayores no han podido hacer videollamadas con sus familiares y amigos por no disponer de un teléfono inteligente. El futuro más inmediato sobre el mercado de los smartphones es imprevisible.
Nadie sabe lo que pasará aunque si atendemos a los últimos movimientos de grandes corporaciones de productos electrónicos, el momento actual es delicado y a la vez propicio para determinadas estrategias. Por ejemplo, Apple ha decidido volver al mercado con una nueva generación del iPhone SE, que es más barato, más grande y, según la firma norteamericana, con mejor rendimiento al incorporar chips que se encuentran en sus dispositivos de alta gama. Se puso en el mercado la semana pasada.
Según la empresa especializada International Data Corporation (IDC), la recuperación del mercado de teléfonos inteligentesse verá afectada en 2020 por el COVID-19. En su último informe, sus expertos aseguran que el coronavirus hará descender los envíos de smartphones a corto plazo un 10,6 % y que solo la nueva tecnología 5G podría hacer repuntar el mercado, pero ya en el año 2021. Sólo en China han caído las ventas de estos teléfonos entre un 40 % y un 60 % entre enero y febrero de este año.
Con el panorama económico desolador que se dibuja, lo normal es que se retraiga el gasto de las familias. A pesar de ello, las compañías de móviles siguen sacando sus modelos. El pasado 7 de abril, con el coronavirus en plena extensión mundial, Xiaomi lanzó su nuevo dispositivo de gama media, el Xiaomi Redmi Note 9S, que la marca vende como un móvil todoterreno con más batería, velocidad de carga y pantalla más grande.
En el caso de Samsung, que presentó a principio de año el Galaxy S20, la crisis del COVID-19 le ha obligado a hacer descuentos y estrategias de recompra. Así, el usuario que se haga con una terminal de su último modelo tendrá la opción de solicitar la recompra a los dos años siempre que el teléfono esté en buenas condiciones. La compañía le abonará el 50 % de lo pagado.