El final del verano, el final de la cosecha. Los días más cortos. Un recuerdo a los que no están. Una celebración de que estamos vivos y un tributo a los muertos. El significado ancestral de la noche del 31 de octubre ya da un poco igual. Fiesta y miedo, disfraz y sustos. A los responsables del Future Today Institute, institución que desde 2006 investiga sobre la incertidumbre futura y dibuja pronósticos dirigidos a líderes y empresas, ha tenido una original idea justo ahora que se acerca Halloween. Para su newsletter, el instituto ha pedido a sus empleados que escriban un relato de terror ambientado en un futuro no muy lejano. “Le añades tecnología emergente y tendencias científicas, y cómo podrían evolucionar en el futuro, y tendrás el ingrediente para una historia distópica que explora cómo los comportamientos de las personas podrían cambiar y la sociedad, deformarse”, aseguran desde el Future Today Institute. Os dejamos a continuación los más interesantes. ¡Que tengáis la fiesta en paz!

Riñiendo desde el más allá.

La primera vez que mi abuela fallecida me envío un mensaje de texto fue conmovedora. Los textos reflejaban muy bien su voz: la forma en que hacía preguntas, los recuerdos que teníamos. Era tan realista el mensaje que casi se me olvidó de que había sido generado por un modelo de lenguaje natural alimentado con imágenes y cartas que subí a la web Eternal Connections unos meses antes. Con el siguiente mensaje que envió me estremecí. La voz de mi abuela otra vez, pero no estaba feliz: había visto fotos de la fiesta de Halloween de mi prima en las redes sociales y yo no estaba allí. Pensó que no valoraba lo suficiente a la familia. Después, sus mensajes eran simplemente inquietantes. Se sentía ofendida porque no la respondía, no entendía mis decisiones. Los mensajes seguían llegando. En Eternal Connections había un gran botón rojo: ‘Terminar este recuerdo’. Pero cada vez que iba a desconectar, recibía otro mensaje y no podía lidiar con la culpa. Ahora, respondo cada noche para que esté contenta; solo desaría poder despedirme.

[Sam Guzik, periodista especializado en tecnología y productos digitales].

El mejor festín

Al principio, la carne sintética parecía una solución razonable de mitigar nuestra crisis climática. Partiendo de componentes del mundo natural –ADN, moléculas, células–, los científicos copiaron la naturaleza e incluso la mejoraron. Utilizando células animales cultivadas en un biorreactor, los biocarniceros transformaron la carne sintética en un bistec de costilla, un lomo de cerdo, nuggets de pollo. Con el tiempo, añadieron proteínas, hierro, fibra y otros nutrientes beneficiosos para una dieta saludable. Los veganos se alegraron, al igual que los activistas del clima. La carne sintética requiere un 60 % menos de energía y un 98 % menos de tierra que la ganadería tradicional, y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en un 90 %. La gente estaba comiendo pechuga de pollo que nunca estuvo unida a un animal que hubiera cacareado. Pero no tardó en desarrollarse un mercado clandestino, en el que los biocarniceros sin licencia cultivaban carnes más exóticas, como el cuello de jirafa y los asados de oso panda. Técnicamente no se dañaba a ningún animal, y su carne era molecularmente idéntica a la original. Los omnívoros que buscan la emoción siguieron ampliando los límites, resucitando animales extintos, como el mamut lanudo, para cenas especiales. Y fueron más allá, cultivaron animales con altos niveles de inteligencia: chimpancés, delfines, perros labradores. Y eso llevó al último festín, a un festín por invitación. Para entrar en la lista, se pidió a una élite de invitados que enviaran sus células a un laboratorio semanas antes con el pretexto de “elaborar perfiles de sabor basados en el ADN” y “desarrollar menús personalizados”. Aquella fatídica noche, los participantes esperaban una mesa llena de una enorme variedad de animales exóticos, pero encontraron un único plato y una tarjeta en blanco al lado. Mientras saboreaban un bocado tras otro, se les invitó a escribir en la tarjeta el nombre del animal que pensaban que estaban comiendo. A medida que avanzaba la comida, los anfitriones ofrecían pistas. Es un mamífero... camina sobre dos patas... es inteligente... es egoísta... se consume a sí mismo...

[Amy Webb, directora general de Future Today Institute].

El ‘haunting’ es el nuevo ‘ghosting’

A principios de la década de 2000, a medida que crecían las citas online, también lo hacía la práctica poco romántica del ghosting, es decir, el abandono repentino e inesperado de toda comunicación y contacto con una relación. Una década después, cuando las aplicaciones arrasaron con la escena de los solteros, el ghosting era un fenómeno en toda regla. Ahora que las tecnologías de deepfake son asequibles y accesibles, las citas digitales han dado un giro aún más espeluznante. El ghosting ha dado paso al haunting, una forma de embaucar a una potencial pareja. El haunting utiliza un bot basado en la inteligencia artificial (IA) para coquetear con una pareja de la aplicación en nombre del usuario, haciéndose pasar por él en mensajes de texto, de voz e incluso de vídeo utilizando deepfakes realistas. ¿Por qué no es simplemente un fantasma? Al fantasmear, un usuario puede mantener un noviazgo digital con poco o ningún esfuerzo, y volver a entrar cuando se sienta solo y necesite un poco de atención. El haunted (el embrujado), por su parte, no se da cuenta y suele continuar con su falso amor, desarrollando sentimientos, revelando cosas personales sobre sí mismo y construyendo una relación. El deepfake de las citas puede entonces utilizar esa interacción para afinar aún más sus respuestas, convirtiéndose en la pareja perfecta. Resulta que el amor no está muerto... sólo está embrujado.

[Marc Palatucci es especialista en tecnología, arte y cultura].

En blanco

Alex llegó a casa del trabajo como de costumbre, miró su cámara de seguridad y esperó a que la puerta se desbloqueara. En lugar del amistoso anuncio de ‘bienvenido a casa’ al que se había acostumbrado, el asistente de IA respondió con voz severa. ‘Acceso denegado’, dijo con rotundidad. Sin pensarlo mucho, acercó su cara a la cámara para hacer una segunda lectura. ‘Acceso denegado’, volvió a responder. Irritado, Alex puso la mano en el escáner y la respuesta fue la misma. Esta vez, el asistente ladró: ‘Un nuevo intento fallido supondrá el cierre de esta propiedad durante 24 horas’. Alex sacó frenéticamente su teléfono, y al escanear su rostro para desbloquearlo apareció un mensaje de advertencia en la pantalla: ‘Cara no encontrada’. Miró su reloj, que ya no reconocía su ritmo cardíaco. Alex había oído que esto le había ocurrido a otras personas: los piratas informáticos secuestraban los datos biométricos de una persona y pedían un rescate.. Sin acceso a sus huellas dactilares, a sus ojos y a su rostro, los algoritmos de reconocimiento se quedaron en blanco. Alex se quedó paralizado, sin saber a quién llamar y con el teléfono bloqueado, cuando de repente oyó un zumbido agudo y horrible procedente de su hombro. Era un dron, que extendía una carta con las peticiones de rescate del secuestrador.

[Ryan Hogan es experto en innovación y previsión estatégica].

Sueños (no tan) dulces

Tras el éxito inicial de entrar en los sueños de las personas en 2021, la investigación avanzó rápidamente. La neurociencia permite ahora visualizar las señales cerebrales que dan lugar a los sueños y, gracias a las interfaces cerebro-cerebro, la ensoñación colectiva permite ahora a equipos de soñadores crear y experimentar mundos que desafían todo lo conocido hasta entonces. Esta ensoñación colectiva resultó inicialmente útil en la resolución de problemas, la terapia y en contextos recreativos, pero los privilegiados explotaron estos "equipos de sueño" para satisfacer un deseo cada vez mayor de emociones. Las personas que necesitaban dinero aceptaban luchar en juegos de gladiadores en estado de sueño. Ahora se envía a grupos de soñadores a su mundo imaginario para que se cacen y luchen entre sí mientras los observadores viven estas aventuras extraordinariamente crueles. Cuando se despiertan, están físicamente ilesos, pero mentalmente perturbados. El efecto en los jugadores ha sido profundo: un completo deterioro debido a la constante explotación de su subconsciente. Estos soñadores vagan ahora por las calles, como zombis, y han perdido toda capacidad de conectar con ellos mismos o con los demás. En la niebla de su existencia cotidiana, sucumben a un estado vegetativo, a la espera del próximo sueño.

[Christina von Messling es fotógrafa, licenciada en Derecho y experta en consultoria de innovación tecnológica]