Aunque resulte paradójico, María Pardo de Vera lo sabe todo sobre privacidad y protección de datos. Es una de las mayores especialistas en esta materia y por eso sorprende escucharla decir que los españoles somos los ciudadanos que más nos preocupamos por garantizar nuestra privacidad aunque las campañas de phishing, cada vez más sofisticadas, intenten engañarnos cada día más. Esta abogada lucha a diario por reducir la brecha digital entre hombres y mujeres.

Abogada experta en privacidad y cumplimiento normativo desde hace 20 años, María Pardo de Vera es la responsable del área de protección de datos en Helas Consultores. Además, coordina la Comisión Tech de Women in a Legal World, asociación sin ánimo de lucro que trabaja por el liderazgo femenino en el sector legal. Esta comisión se esfuerza cada día para lograr el empoderamiento digital de la mujer, básicamente a través de formación en tecnología y el apoyo al emprendimiento digital femenino. “Creemos que la tecnología puede ser un vehículo conductor de principios que contribuyan al cambio social y consiga la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres”, dice.

¿En qué se traduce esa brecha de género digital que existe?

Después de la pandemia, la brecha digital ha aumentado y ha afectado mucho a las mujeres. Hay un dato claro: el 43 % de la población no tiene competencias digitales y, sin embargo, estamos todos hablando de los trabajos digitales del futuro. Hay solo un 7 % de mujeres participando en procesos de ciberseguridad y un 19 % en el sector de la inteligencia artificial (IA). El objetivo es que el 80 % de las mujeres tengan competencias digitales. Si no les damos esa formación se van a quedar fuera. Las mujeres siempre optamos por las letras, más que por las ciencias. Por ejemplo, en el tema del emprendimiento la mujer sí se lanza a emprender, pero todo su equipo técnico suele estar formado por hombres. Por eso incidimos mucho en la formación. Desde la comisión intentamos impulsar el liderazgo femenino dentro del sector legal. Nos apoyamos mucho en la tecnología para que no aumenten las desigualdades. Los trámites online en las administraciones públicas han aumentado un 500 % y debemos estar preparadas.

¿Qué es el empoderamiento digital femenino?

Participar en los procesos de toma de decisiones a nivel político y que más mujeres dirijan equipos relacionados con la tecnología. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas hablan de la tecnología como elemento en el que nos podemos apoyar para lograr una sociedad más justa e igualitaria.

¿Qué papel juega la educación en todo esto?

Es el eje fundamental para poder revertir todos estos problemas de desigualdad. El colegio es el sitio donde los niños deciden y hay que explicarles todo el abanico de carreras que existen. Luego ocurre otra cosa, y es que en casa los más pequeños ven que siempre es el hombre el que hace trabajos y entretenimiento relacionados con la tecnología.

El Consejo de Ministros ha acordado la puesta en marcha de un paquete de actuaciones urgentes en materia de ciberseguridad. Entre las medidas que incluye este plan de choque figuran la protección frente al código malicioso (especialmente del tipo orientado a la destrucción de la información mediante su cifrado), la extensión de los servicios para la detección de ciberamenazas en equipos de usuario, la implantación de la vigilancia de accesos remotos… ¿Como experta, te parece adecuado y, sobre todo, suficiente?

En materia de ciberseguridad, como comentaba antes, solo hay una presencia femenina del 7 % y necesitamos más porque pronto habrá nuevos delitos. Los ciberataques han aumentado un 30 % durante la pandemia. Todas las semanas nos llega algún caso a mi despacho.

Si hablamos de privacidad y protección de datos ¿En qué situación nos encontramos?

A los ciudadanos les preocupa mucho su privacidad y cada vez la valoran más. A los españoles nos preocupa mucho compartir datos en internet, más que al resto del mundo. Ejemplos como la app de rastreo Radar Covid son muy gráficos. La tecnología era muy buena, pero han fallado aspectos como trasladar a la sociedad todos sus beneficios. Hemos sido excesivamente cuidadosos con esa aplicación, sí, pero tampoco ha habido total transparencia sobre sus beneficios para la sociedad. También ocurre otra cosa, y es que los profesionales que nos dedicamos a esto hemos metido quizá más miedo del que deberíamos.

¿Hemos avanzado con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD)?

El RGPD nos ha hecho avanzar muchísimo. El ciudadano y el consumidor lo están valorando mucho y creo que el reglamento se ha convertido en el estándar internacional de protección de datos. El salto ha sido enorme, aunque es un trabajo inacabado y tiene un proceso de mejora continua. Se están adelantando las edades en los niños para todo: para ver pornografía, para entrar en apps donde no deberían. El 20 % de los jóvenes ya son adictos al móvil.

¿Hay muchas personas que de verdad leen las políticas de protección de datos?

Muy poca gente. El año pasado lanzamos una campaña que se llamaba Entiende la privacidad. La gente no lee nada y quien lo hace no lo entiende porque, claro, la inmensa mayoría no son juristas. Los profesionales que nos dedicamos a esto tenemos que cambiarlo, lo que ocurre es que los abogados tenemos la obligación de cubrir a las empresas para no dejar nada en el aire. Yo lo que intento es que cualquier persona de cualquier nivel cultural pueda entenderlo. Si somos transparentes con el consumidor, él lo va a valorar. Existe, no obstante, el Legal Visual Thinking, que intenta simplificar y hacer todo más inteligible a través de iconos visuales.

Sobre la protección de datos de menores… ¿Seguirá existiendo su rastro en internet cuando busquen un trabajo en el futuro?

La norma no permite que investigues en redes sociales o busques información online sobre los candidatos a un puesto de trabajo para tomar una decisión a partir de ahí. Sí se puede hacer con determinados perfiles profesionales porque es necesario, como es el caso de un abogado especializado, pero que los departamentos de Recursos Humanos indaguen y luego utilicen esa información y en función de ella dar un trabajo o no, eso no es legítimo.

¿Y sobre vídeos sin permiso y fotos “robadas” de redes sociales? ¿Qué dice la ley?

Entre la libertad de información y la privacidad prevalece siempre el derecho a la información. Pero no se podrían usar esas imágenes con fines publicitarios, por ejemplo. El problema de los vídeos está en el reenvío sin control. Por supuesto, es delito reenviar contenido sexual. Los trabajadores de Iveco que difundieron aquel vídeo de contenido sexual no sabían que eso era delito. ¿Por qué? Pues porque falta educación. Pero internet no es una fuente de acceso legal en todos los casos. El hecho de que una persona tenga abierto o cerrado un perfil de redes sociales no te permite usar nada de lo que contiene.

Nos falta mucho en materia de ciberseguridad propia. Los datos de las últimas notificaciones de brechas de seguridad a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) revelaron en el mes de abril que el motivo principal de estos incidentes es el malware (ataques externos malintencionados) seguido por lo errores internos de las compañías no intencionados, es decir, cometidos por su propio personal por error o desconocimiento…

Las campañas de pishing, por ejemplo, aunque cada vez hay más información, son más sofisticadas. Desde falsos avisos de bancos a supuestas entregas de paquetes a convocatorias de reuniones virtuales. Hay que estar alerta en todo momento. En el caso de personas con menos formación digital, y después de la acelerada transformación digital que hemos vivido con la pandemia, hay que reforzar aún más las inversiones de las empresas en ciberseguridad, que forme parte de la estrategia de la compañía, y más formación y concienciación. Proteger los datos de una compañía, auténtico petróleo, debería enseñarse en todos los másteres y estudios de posgrado.

¿Ha llegado la tecnología definitivamente al sector legal?

El LegalTech ha generado un mayor acercamiento de la tecnología al sector legal. Sin embargo, los profesionales dedicamos entre un 20 % y un 40 % de nuestro tiempo a procesos que podrían automatizarse, porque el 50 % del sector no dispone de tecnologías avanzadas para la realización de nuestra actividad diaria. La principal barrera no es la tecnología, son las personas y un necesario cambio cultural. Los abogados, por ejemplo, necesitamos comprender para qué sirven estas tecnologías y que pueden aportar a la profesión.