La tecnología se adapta constantemente a sus nuevos ususarios y esa es precisamente una de sus grandes características y también una de sus grandes utilidades. Gracias a eso, las personas mayores están cada día más cerca de ellas. La pandemia ha servido para darnos cuenta de que la enorme brecha digital que había entre jóvenes y mayores se estrechó desde que esos mayores tuvieron que aprender a usar la tecnología para conectar con sus familiares y para huir de la soledad obligada. Zoom, Skype, WhatsApp… de la noche a la mañana han tenido que aprender a usar herramientas de las que muchos antes ni siquiera habían oído hablar.

En España, la brecha digital en las personas mayores (65-74 años) se ha reducido de forma considerable en los últimos años, según la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de TIC en los Hogares 2019. Aún no hay datos globales posteriores al confinamiento, es decir, de 2021, pero todo indica que los mayores han cambiado sus hábitos tecnológicos.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), de 2020, un 27,9 % de los mayores de 74 años usaron Internet en ese año –más de 1,2 millones de personas–, lo que supone un crecimiento de 4 puntos con respecto al año anterior. Del total, un 17,1 % hace un uso diario de Internet.

Hasta los 55 años el uso de la red es prácticamente universal (99 %), a partir de los 55 años disminuye al 86,5 % y de los 65 a 74 años solo la utiliza un 63,6 %.

Con cada vez más personas conectándose en línea todos los días, muchos delincuentes se han alejado de los delitos menores y las estafas en persona y se han volcado hacia el fraude y los ataques en línea. Y las personas mayores están entre sus objetivos. Son víctimas fáciles por dos motivos fundamentales: su falta de hábito a la hora de saber detectar fraudes y su tendencia a compartir y a confiar en las noticias o las informaciones que les llegan.

Según el Barómetro Retrato de un jubilado en España, los jubilados españoles poseen de media tres dispositivos electrónicos: tres de cada cuatro tienen un ordenador, el 70% tiene smartphone y el 45% tiene una tablet.

¿Y cuáles son las aplicaciones que más utilizan para comunicarse? WhatsApp es una de las más usadas. Le siguen el correo electrónico, Facebook, Skype, Youtube, Twitter y Linkedin, una red social profesional que siguen manteniendo aquellos que ya la utilizaban antes de llegar a la jubilación.

Sin embargo, a pesar de que comienzan a familiarizarse con todas estas herramientas, son vulnerables ante los timos y las estafas, especialmente las que llegan en forma de phishing, uno de los métodos más utilizados por delincuentes cibernéticos para estafar y obtener información confidencial de forma fraudulenta como puede ser una contraseña o información detallada sobre tarjetas de crédito u otra información bancaria de la víctima.

¿Cuáles son los consejos en estos casos?

  • No asumir que un extraño online es una persona de confianza.
  • No proporcionar a nadie información sensible en línea
  • No asumir que alguien que sabe cosas de nosotros es una persona en la que se puede confiar.
  • Identificar y evitar correos electrónicos de phishing.

El correo electrónico es un embudo por el que entran la mayoría de los peligros. Por eso hay que desconfiar de los mensajes con aspecto extraño, no hay que abrir archivos adjuntos de mensajes cuyo remitente desconocemos ni dar información personal a través del email. Los bancos nunca piden datos personales a sus clientes si no es en persona, así que no debemos confiar nunca en alguien que lo hace.

Para evitar la desprotección de los mayores, el Gobierno de Castilla-La Mancha, por ejemplo, ha impulsado el programa Los mayores forman la red CLM 2020. El proyecto ayuda a la formación de mayores online gratuita no solo para el uso autónomo de las tecnologías, sino también para acceder a los servicios. Incluye videoconferencias, formación y vídeos con pequeñas píldoras formativas.

La propagación de noticias falsas es otro de los aspectos para los que es necesario formar a las personas mayores. Dos profesores de psicología de la Universidad de Harvard afirman que los adultos de más de 50 años son responsables del 80 % de su difusión en Twitter y que los mayores de 65 las ven en Facebook siete veces más que los usuarios de menos edad. En definitiva, que los mayores son quienes más comparten, y de ese modo difunden, noticias falsas. Y lo hacen, en la mayoría de los casos, por falta de conocimiento digital.

El Centro Nacional sobre el Envejecimiento (CENIE) ha publicado una guía para que los mayores puedan detectar el fraude. Las estafas más habituales son:

  • Suplantación de identidad en Zoom.
  • Estafas con tarjetas de vacunación contra la COVID-19.
  • Sitios fraudulentos de compras en internet.
  • Emboscadas de romance en línea (según un informe de la Comisión Federal de Comercio de los EE. UU., esta población informó haber perdido casi 84 millones de dólares por estafas en citas online en 2019).
  • Estafas con apps de transferencia de dinero.
  • Mensajes de texto sobre "problemas con la cuenta".

En definitiva, demasiados peligros para una población vulnerable. No existen datos sobre el número de ancianos que cayó en la trampa de comprar vacunas ofertadas por email cuando comenzó el suministro, pero la urgencia por vacunarse hizo que muchas personas mayores cayeran en la trampa. La imaginación a la hora de engañar a un anciano mayor parece no tener límites ni tampoco compasión.