Un mercado internacional de productos de protección y herramientas de detección que está colapsado –algunos lo comparan con un bazar–, cientos de científicos de todo el mundo trabajando a contrarreloj en busca de una vacuna contra el coronavirus, cientos de empresas tecnológicas desarrollando aplicaciones para tiempos de confinamiento... mientras gran parte de la población sigue en sus casas, el ritmo en algunos sectores es frenético.
Un equipo de investigadores de la Universidad Juan Carlos I de Madrid y la empresa Boscalia Technologies, con sede en la capital, están desarrollando un método para detectar la enfermedad COVID-19 con infrarrojos en una muestra de exudado de la faringe tomada con un bastoncillo. Según sus responsables, "la técnica es precisa, rápida y económica. Ofrece el resultado en menos de un minuto utilizando un aparato que no requiere de reactivos, pudiendo hacer cientos de análisis diarios".
En colaboración con varios hospitales (Clínic de Valencia y Fundación Alcorcón y Gregorio Marañón de Madrid), la empresa está testando su técnica de detección del coronavirus para crear un modelo que pueda estar disponible cuanto antes. El infrarrojo cercano es una parte de luz que cuando se proyecta sobre un objeto reflecta de una determinada manera. Boscalia Technologies está preparando el espectro característico de la COVID-19, una especie de huella dactilar de la enfermedad cuando se le aplica el infrarrojo. Para ello, están utilizando muestras de pacientes contagiados y pacientes sanos. Con ellas harán un modelo matemático capaz de detectar en pocos segundos si una persona está infectada o no.
La tecnología basada en infrarrojos también se utiliza en los termómetros sin contacto físico que hemos visto en muchos países tras la pandemia. Como la fiebre es radiación de calor, estos termómetros miden la cantidad y el tipo de emisión de esa radiación en el espectro infrarrojo para facilitar una temperatura. Los hay incluso que con unos sensores miden la temperatura exterior para que haya el mínimo error a la hora de valorar la temperatura corporal de la persona.
Incluso para la desinfección de mascarillas la luz infrarroja se muestra eficaz. El centro tecnológico Eurecat, ubicado en Cataluña, ha ensayado con éxito un sistema de desinfección basada en la radiación infrarroja y la luz ultravioleta. El nuevo método ha sido testado con la bacteria Escherichia Coli, más resistente a este tratamiento que el propio coronavirus, y ha comprobado que las mascarillas quedaban totalmente desinfectadas y listas para ser reutilizadas.