Hace unos días llegaron a Tik Tok Podemos y Vox. El PSOE tiene cuenta oficial desde el pasado mes de diciembre (aunque con una única actualización) y los del PP han subido unos cuantos vídeos desde principios de 2019. Los últimos en aterrizar prometen ser más cañeros. Vídeos de 30 a 60 segundos, música repetitiva y algunos efectos visuales y rótulos para adaptarse al estilo que emplean sus usuarios y criticar a sus oponentes políticos de forma mucho más descarnada y sarcástica que en las redes en las que están presentes hasta ahora.
Y es que Tik Tok se está convirtiendo (también) en una plataforma política en contra del deseo de los fundadores de la red. En los últimos meses se ha llenado de denuncias sociales y medioambientales desde que el pasado noviembre Feroza Aziz denunciara la situación de los musulmanes atrapados en los campos de trabajo chinos, mientras simulaba grabar un tutorial de belleza.
Y si los usuarios de a pie no dejan escapar este altavoz para lanzar sus mensajes, los políticos no van a ser menos. Según datos de Digiday, el 60% de los usuarios tiene entre 16 y 24 años, aunque se presume que pueden haber individuos más jóvenes, incluso menores de 10 años. El promedio de uso de la app es de 46 minutos al día. El público es muy suculento.
Un reportaje de The Wall Street Journal reflexionaba hace unos días sobre el hecho de que, ahora que Estados Unidos se sumerge en una larga campaña electoral, los jóvenes se han lanzado a expresar sus ideas políticas, a promocionar sus candidatos favoritos y reaccionar a las noticias en Tik Tok. Y aunque eso no es malo, hay quien muestra ya su preocupación por el hecho de que la plataforma, como ha ocurrido con Facebook o Twitter, termine convertida en el lugar idóneo para la difusión de noticias falsas.
Como ha recogido El Independiente, el italiano Matteo Salvini fue uno de los primeros políticos europeos en abrirse una cuenta en esta red social. Y consiguió atraer el éxito que ya cosecha en Facebook (3,9 millones de seguidores); Instagram (1,8 millones) y Twitter (1,2 millones) a TikTok, convirtiéndose en el dirigente con más followers en la incipiente plataforma a nivel comunitario: casi 200.000 usuarios siguen sus vídeos.
Sin publicidad política
Y eso que la plataforma no acepta publicidad política como sí hacen Facebook o Twitter, por ejemplo. TikTok está empezando a desarrollar ahora sus herramientas publicitarias, como la posibilidad de incluir anuncios en el feed de los usuarios o la contratación de hashtags con retos patrocinados. La idea de la compañía es que se fomente la participación y el entretenimiento con filtros específicos, lanzamientos de productos, acuerdos con marcas… pero según un portavoz de la plataforma, la publicidad política no casa con sus principios de diversión, entretenimiento y desarrollo de la creatividad.
Porque ¿qué es Tik Tok? Pues rebobinemos. Tik Tok es una aplicación gratuita para móviles (iOs y Android) que permite ver, crear y compartir vídeos cortos en los que de fondo suenan los hits musicales del momento. Con más de 100 millones de usuarios, está disponible en 150 países de todo el mundo y en 75 idiomas y a los más jóvenes les vuelve locos.
La compañía china ByteDance lanzó en 2016 una aplicación llamada Douyin que se hizo enormemente popular en su país y se extendió al resto del mundo bajo la marca Tik Tok un año después. ByteDance compró entonces musical.ly, una herramienta del mismo tipo que llevaba en el mercado desde 2014: tenía más de 90 millones de usuarios registrados y un promedio de 12 millones de vídeos nuevos al día. Las dos se fusionaron bajo el nombre de Tik Tok.
¿Y qué pasa ahí dentro? Pues que está repleto de vídeos creativos en los que los jóvenes interpretan en play back sus temas favoritos, bailan, actúan, muestran sus habilidades o simplemente se ríen, de sí mismos o de otros.
Su origen chino es uno de los grandes recelos hacia la plataforma. En una carta publicada en 2018, el director general de la compañía se comprometía a “profundizar en la cooperación” con el Partido Comunista de su país con vistas a promover sus políticas. Las dudas sobre qué hace con los datos de sus usuarios han llevado al Ejército de Estados Unidos, por ejemplo, a prohibir a sus soldados tener cuenta en la app, argumentando que su uso podría representar una amenaza para la seguridad nacional.