En agosto de 2019, la autoridad sueca de protección de datos impuso una multa de 200.000 coronas suecas (casi 20.000 euros) a un escuela de secundaria por utilizar un software de reconocimiento facial para controlar la asistencia a clase de 22 estudiantes durante tres semanas. Lo que para el centro educativo era una manera de ahorrar horas de trabajo en el registro de asistencia, para los órganos de vigilancia sueco fue una vulneración del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Era la primera sanción en Europa por mal uso de la tecnología de reconocimiento facial, según informó el despacho de abogados Cuatrecasas, con presencia en más de 13 países.

¿Qué ocurrirá con el reconocimiento facial tras la propagación del COVID-19, los confinamientos domiciliarios y la vuelta a una supuesta normalidad? ¿Se permitirán más excepciones legales? ¿cambiará la legislación?...

En China, la compañía Hanwang Technology ha anunciado recientemente que ha desarrollado la primera tecnología de reconocimiento facial capaz de identificar con éxito a una persona aunque lleve mascarilla. Es cierto que los sistemas de vigilancia social en China se han ido sofisticando incluso antes de la pandemia, pero la expansión del virus en la provincia de Hubei, donde se encuentra la ciudad de Wuhan, aceleró el desarrollo de estas técnicas. Según informó la agencia de noticias Reuters, la empresa china vende dos tipos de productos, uno centrado en un canal único, más eficaz para la entrada en edificios de oficinas, y otro multicanal que aprovecha cámaras de vigilancia múltiple. Según sus cálculos, la eficacia en el reconocimiento es del 95 % en los casos de personas con máscarilla, y del 99,5 % en las personas sin máscara.

El Ministerio de Seguridad Pública ha sido, por lógica, el primer cliente de estos dispositivos. Por el momento, las protestas sociales se han limitado a quejas en redes sociales. El potencial propagador del coronavirus ha evitado hasta el momento protestas masivas. Estos días no para de repetirse que el mundo que conocíamos no volverá, la duda ahora es saber qué realidad nos encontraremos cuando se relajen las medidas de confinamiento.