La democratización que sufría la inteligencia artificial el año pasado ha levantado ampollas en el sector educativo. Instituciones, profesorado, asociaciones de padres y madres y expertos en la materia hacen sus aportaciones a un debate que, en las últimas semanas, ha copado titulares e informativos. Pero, ¿es verdad que va a acabar con los deberes? ¿Debemos prohibir el uso de ChatGPT a nuestros hijos? ¿Qué puede aportar a la educación de nuestros jóvenes esta tecnología?

Tratemos de desovillar estas y otras preguntas sobre inteligencia artificial y educación:

¿Puede ChatGPT acabar con los deberes?

Aunque la hemos leído en numerosas cabeceras, es probable que esta afirmación contenga un poco de amarillismo. Es más, no es la primera vez que escuchamos que una tecnología iba a acabar con los deberes –ocurrió con el buscador de Google o con Wikipedia–; y, sin embargo, no hemos dejado de ver al alumnado tener que aplicarse en casa después de sus horas lectivas.

De la misma manera que Wikipedia o Google se han sumado al abanico de herramientas que un alumno puede usar para resolver sus deberes, también lo harán los asistentes de inteligencia artificial. Por lo tanto, aquí la cuestión relevante es cómo se plantean esas tareas para que supongan un ejercicio de aprendizaje para el alumno. Los deberes no se acaban, pero debe cambiar la manera de plantearlos.

¿Se debe prohibir el uso de ChatGPT?

La prohibición ha sido la reacción de algunas instituciones de enseñanza, como las escuelas públicas neoyorquinas, angelinas y de Seattle, en Estados Unidos. El Departamento de Educación de Nueva York justifica la decisión argumentando que ChatGPT "no ayuda al pensamiento crítico ni refuerza capacidades de resolución de problemas, que son esenciales para éxitos académicos y vitales". La medida afecta a los dispositivos y redes wifi de los centros educativos pero los alumnos podrán seguir accediendo desde sus hogares, lo que pone en duda la efectividad de la misma.

En otros centros, en cambio, han optado por la adaptación a esta nueva realidad. Hace unos días, The New York Times recogía en un artículo cómo diferentes universidades estadounidenses se estaban adaptando a la aparición de la inteligencia artificial generativa. Muchos profesores están cambiando los métodos de evaluación de sus materias por ensayos escritos a mano, trabajos presenciales en grupo y exámenes orales. El enfoque de las preguntas de examen también está sufriendo alteraciones, buscando respuestas lo suficientemente sofisticadas como para que un bot no sepa contestarlas. “Los estudiantes están plagiando porque las tareas pueden ser plagiadas”, afirma un profesor en el reportaje.

¿Qué pueden aportar ChatGPT y otras IAs a la formación de los niños y jóvenes?

Algunos expertos en docencia, como la profesora Carmen Fernández Morante, aseveran que esta tecnología “anula procesos cognitivos necesarios en el proceso de maduración o aprendizaje como el pensamiento crítico, la capacidad comunicativa, la búsqueda de ideas…” Pero, ¿y si la propia naturaleza de ChatGPT se usara para favorecer algunos de estos aspectos? Que las nuevas tecnologías son capaces de despertar el ingenio no es ninguna novedad.

Es importante recordar que ChatGPT y otras inteligencias artificiales similares (como LaMDA, que Google presentará el miércoles 8 de febrero o GPT-4, la versión mejorada de CahtGPT) fueron concebidas para dar conversación, no para decir verdades. El propósito de ChatGPT es simular de la manera más convincente posible una conversación, pero los datos que aporte pueden ser falsos. Como nos contaba en este artículo la experta en IA Carmen Torrijosante la posibilidad de que se haya inventado fechas, lugares e incluso hechos, es mejor no tomarlo como una fuente fiable de información”. Esta carencia podría usarse para potenciar el análisis crítico de los alumnos, planteándoles ejercicios en los que tuvieran que verificar la información que el chatbot les ha facilitado.

Torrijos también hacía hincapié en el prompt, esto es, la frase a partir de la cual la inteligencia artificial nos devuelve un resultado. Este elemento, presente tanto en la IAs de conversación como en las generadoras de imagen, puede dar mucho juego fomentando la creatividad de los estudiantes y la manera en que se expresan.

Un peligro al acecho: la brecha digital

Si la inteligencia artificial se ha democratizado en 2022, es porque ya se necesita saber programar para interactuar con ella, basta con usar el lenguaje. Sin embargo, también se necesita un dispositivo y conexión a internet, además de tiempo para saber cómo manejarla. Recursos no siempre accesibles a todo el mundo. Si la tecnología se integra en la educación, ¿lo hará de la misma manera en aquellos alumnos que no tengan acceso a internet en sus hogares? ¿Podrán todos los profesores invertir el mismo tiempo y recursos en saber cómo funciona? Garantizar que la IA no intensifique la brecha digital de determinados colectivos será, sin duda, uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta el sistema educativo con su irrupción.