A final de la década de los 90 y en la década del 2000 la sociedad vivía inmersa en un tecnooptimismo apabullante. El uso de internet se consolidaba y sus utilidades empezaban a hacernos la vida cada vez más fácil. Podíamos acceder a nuestro banco a través de su web, comprar billetes de avión online, o libros.

En febrero de 2001 se publicó el primer borrador del genoma humano, un modelo genético que prometía revelar nuestros secretos biológicos más profundos. Se generó un gran entusiasmo por los últimos logros en nanotecnología. El diseño de robots gracias a la tecnología era abrumador.

Las redes sociales empezaron a facilitarnos recuperar a amigos y familiares de los que no sabíamos nada hacía muchos años. También a presumir de nuestros viajes o a exponer nuestros puntos de vista sobre diferentes acontecimientos más grandes o más pequeños.

Había un antes y un después en nuestra forma de ver la tecnología entonces. Luego, nos acostumbramos a ella. Y ahora volvemos a vivir un nuevo momento tecnooptimista. Estamos convencidos de que las apps y las redes sociales en el mundo se ha convertido en una esperanza infinita de que las nuevas tecnologías van a resolver nuestros problemas.

Y lo cierto es que, entre ordenadores más rápidos, mejor software y más datos, esta es la primera era de la humanidad en la que la tecnología se acelera constantemente.

Pero ¿cuál es el perfil de una persona tecnooptimista?

  • Considera que la tecnología ha influido directamente en la mejora de la calidad de vida de la sociedad en general.
  • Sostiene que, gracias al uso de la tecnología, gran parte de las personas tienen mejores condiciones de vida de la que tuvieron sus padres o abuelos, y continuará mejorando.
  • Considera que la tecnología ha permitido reducir los costes de productos, mejorar la medicina y sustituir muchos de los trabajos rutinarios y repetitivos dentro de los centros de trabajo.
  • Creen que la tecnología no destruirá empleos, sino que impulsará una transformación del trabajo al digitalizar las tareas rutinarias y crear nuevas áreas de oportunidad para los seres humanos.

En septiembre de 2021 Azeem Azhar -escritor, tecnólogo y creador del aclamado boletín Exponential View- publicó su libro The Exponential Age. Según él, la tecnología se desarrolla a un ritmo creciente y exponencial.

Pero la sociedad -desde nuestras empresas hasta nuestras instituciones políticas- solo puede adaptarse a un ritmo más lento e incremental. El resultado es una "brecha exponencial" entre el poder de las nuevas tecnologías y la capacidad de los seres humanos para seguir su ritmo.

En The Exponencial Age, Azhar muestra cómo esta brecha exponencial puede explicar los problemas más acuciantes de nuestra sociedad. El abismo entre las empresas establecidas y las plataformas digitales de rápido crecimiento. La incapacidad de los Estados nación para hacer frente a las nuevas formas de ciberguerra.

Muchos expertos en tecnología consideran que es esencial que los gobiernos creen los incentivos adecuados para fomentar la adopción de las nuevas tecnologías, incluidas aquellas más limpias para el medioambiente, utilizando herramientas como impuestos y regulación. La utopía tecnológica defiende que, gracias a la tecnología, la humanidad acabará por alcanzar un ideal de vida en el que desaparezcan los problemas que hoy la limitan.

Pero ¿serán capaces las tecnologías computacionales (incluida la inteligencia artificial y las redes sociales), la biotecnología y las energías renovables de cambiar el mundo?