“Haz lo que quieras, pero si tengo que hacer algo con el móvil o estar pendiente no entra en casa”. Con esa contundencia advertía Maximiliana, de entonces 88 años y natural de Pitarque (Teruel) a su nieto Jorge Terreu: no iba a usar un teléfono del que tuviera que ocuparse en exceso. Por aquel entonces, Jorge se encontraba de Erasmus en Francia y tenía una relación muy estrecha con su abuela. Intentaba llamarla y mantener el contacto a pesar de la distancia, pero la edad y el desconocimiento tecnológico impedían establecer una comunicación fluida. “Agobia mucho cuando llamas a una persona mayor y no coge el teléfono. Muy probablemente no ha sabido cogerlo, pero… ¿Y si se ha caído?”, reflexiona.

Con la excusa del cumpleaños de su abuela, el nieto decidió adaptar un teléfono móvil y personalizarlo para que pudiera contestar las llamadas y las videollamadas automáticamente. “Era la manera de mantener el contacto teniendo en cuenta que, siendo una persona mayor, tocar un botón o una pantalla es un mundo para ella”, explica Jorge.

A pesar de que la mujer siempre había sido reacia a la tecnología, con el dispositivo customizado lograba apañarse. “Fue ahí cuando dije: ‘Ostras, hay mucha gente como mi abuela. ¿Por qué no tratar de hacer un proyecto?’”.

Así nació Maximiliana, un servicio de telefonía móvil pensado específicamente para las personas mayores. El teléfono, equipado para facilitar la comunicación entre los usuarios del móvil y los familiares que controlan el dispositivo, cuenta con una pantalla que se enciende sola al notar el tacto del individuo, un soporte que funciona a su vez como cargador y un localizador GPS.

De prueba piloto en el Hospital de Zaragoza a garantía de tranquilidad para un millar de familias

Maximiliana, la abuela de Jorge, fue la primera usuaria de este teléfono. Tras varios meses desarrollando el dispositivo, y coincidiendo con el inicio de la pandemia de la COVID-19, un contacto del Hospital Clínico de Zaragoza le propuso al creador poner a disposición del centro cinco móviles Maximiliana para probarlos. De esta forma, las personas que estaban ingresadas por la enfermedad contactarían con sus familiares fácilmente. “Fue una ayuda mutua. Ellos me decían qué tal y a su vez yo les ayudaba con la comunicación. Funcionó como el empujón definitivo para arrancar con el proyecto”.

Desde ese momento, Maximiliana no ha parado de crecer. Hace poco celebraban el usuario número mil, están a punto de cambiar de oficinas en Zaragoza y han alcanzado un acuerdo con la marca de telefonía Xiaomi como proveedora de los dispositivos que más adelante se customizan desde la empresa. El equipo, ya formado por ocho personas, cuenta también con la colaboración de un inversor, que se sumó al proyecto en su etapa inicial.

Su potencial de crecimiento en España, con un gran número de población envejecida, es enorme: hay 9,5 millones de personas en el país mayores de 64 años, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. Además, y de acuerdo con un estudio realizado conjuntamente por el fabricante sueco de móviles de fácil uso, Doro, y la Asociación Estatal de Programas Universitarios para Personas Mayores (AEPUM), mientras que la tasa de uso del smartphone entre las personas de 50 a 60 años es de un 65%, la cifra desciende hasta el 22,95% en los usuarios mayores de 80 años. Ante esto, la idea es llenar los hogares españoles más envejecidos de teléfonos Maximiliana y valorar, más adelante, la expansión a otros países. De momento, la marca ya ha tenido varios usuarios en Colombia, Perú, Portugal, Francia e Israel.

A nivel tecnológico, uno de los valores de la empresa es su capacidad de escucha. Están en contacto continuo con sus clientes para conocer qué mejoras pueden implementar y, una vez desarrolladas, lo prueban primero con los abuelos de quienes trabajan en Maximiliana. “Antes, para desbloquear el móvil tenían que tocar un par de veces la pantalla. Hablando con usuarios veíamos que ese toque, aunque era muy simple, les resultaba complicado. Por eso, pusimos un motor de movimiento a nivel software y lo entrenamos con movimientos de personas mayores –que son más lentos– para que, cuando lo cogieran con la mano, las reconociera. Todo eso lo vamos continuamente mejorando”, afirma el creador.

Una tecnología accesible para todos

La brecha digital por razón de edad existe. Según los datos aportados por el Observatorio Sénior 65YMÁS, el 74% de las personas mayores de 80 años está preocupada por esta brecha. En un mundo donde el teléfono móvil es sinónimo de contacto y compañía, no saber usarlo puede convertirse en una gran barrera en la comunicación.

Por eso, proyectos como el de Maximiliana adquieren tanta importancia. La respuesta que está recibiendo el servicio está siendo muy positiva. “La gente es muy efusiva. Hay una cantidad sorprendente de personas que nos piden que les enviemos el móvil con varios folletos, porque quieren repartirlo a gente que conocen que les vendría muy bien”, explica Jorge.

En su afán por tratar de que la comunicación y el uso de la tecnología no suponga un problema entre los mayores, la marca cuenta con una community manager muy especial: Conchita, la abuela de 84 años del socio Pedro Malo. “Un día comiendo mi nieto me dice: ‘¡Ay, abuela! Querríamos hacer algo más divertido en las redes’. Y yo le dije: ‘Si la abuela puede hacer algo, aquí estoy’. Me dijeron que me iban a hacer community manager, que yo no lo sabía ni decir. Me lo tuve que apuntar. Cada día les doy un consejo, les hago un guiso o les cuento un chiste. Lo que me piden. Me siento como en casa. No tengo que prepararme nada”, cuenta Conchita.

A pesar de defenderse mínimamente con la tecnología, Maximiliana le ha ayudado con las videollamadas. “Fue una maravilla poder ver a mis hijos en el otro lado del mundo este verano sin yo hacer nada. Es como un teléfono normal, pero adaptado a los mayores. Por ejemplo, para llamar, con tocar la cara ya puedes hablar con la persona que quieras. ¡Ha sido el evento del siglo en teléfonos!”, dice Conchita.