Beatriz Martín Padura es presidenta de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), una ONG centrada en fomentar el desarrollo de los jóvenes a través de la educación y de la prevención de conductas de riesgo. En esta entrevista, Miranda, miembro del Comité de Expertos de Levanta la Cabeza, detalla los riesgos que la tecnología entraña para los jóvenes, especialmente los relacionados con la adicción o el uso abusivo de Internet.
"Cuando el uso abusivo de las tecnologías provoca que no se hagan otras cosas, se convierte una conducta problemática". ¿El abuso tecnológico es alarmante?
El uso de las TIC ha supuesto una revolución en muchos ámbitos de la actividad humana y han transformado tanto nuestra vida que no entendemos cómo era posible funcionar sin ellas. Se trata de una transformación que no solo afecta a aspectos relacionales o a aquellos del ámbito económico que han sustentado la estructura de sociedades pasadas, sino que también afecta, y de forma considerable, a la cultura y al orden social, al generar nuevas formas de comunicación, nuevos desarrollos organizativos, nuevos modelos de comportamiento, usos y hábitos que cada vez se establecen más en torno a redes, y que como resultado provocan que la realidad se estructure de forma muy notable bajo el empuje de las TIC.
Todo ello ha supuesto grandes avances en muchos ámbitos de la vida pero los cambios también suponen riesgos, y no solo el ciberacoso, la violencia virtual o abuso sexual de menores, que siempre se sitúan en primer plano. También hay otros referidos al uso masivo que estas tecnologías tiene sobre nuestro estilo de vida, la forma en la que nos comunicamos, nos organizamos, nos construimos como grupo humano… entre los que la adicción sería uno de ellos pero entre los que también está nuestra forma de entender y preservar nuestra privacidad, la forma en la que las TIC cooperan en la construcción de nuestra identidad, la relación entre nuestro yo online y offline, nuestra forma de gestionar el conocimiento y la información, los efectos de la brecha digital…
Pero ¿podemos hablar de adicción?
El diagnóstico de adicción a Internet no se recoge actualmente en las clasificaciones diagnósticas oficiales. La OMS sí incluye el trastorno por videojuegos, “Gaming disorder”, es decir, el uso de juegos digitales, como un comportamiento adictivo. Hablamos de una adicción sin sustancia pero a la que se le atribuye características similares a la provocada por el uso de sustancias y se basa en una sólida evidencia de que los correlatos neurobiológicos son comunes en trastornos adictivos con y sin sustancias.
Sin embargo, es importante señalar que la adicción no es el único problema en el uso de las TIC. Podemos hablar de abuso o uso compulsivo de Internet, comportamientos que también aumentan los riesgos y que también están tipificados (Escala CIUS).
Según la Encuesta EDADES 2017/2018, del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, 906.000 personas realizan un uso compulsivo a Internet (el 2,9% de la población de 15 a 64 años). Destaca el grupo de 15 a 24 años, en los que ese porcentaje aumenta hasta el 9,5%. Entre las conductas que destacan situamos el juego de apuestas a través de Internet, que declara practicar el 3,5% de la población de esta edad.
Según el CIS (2015), el 98% de los y las jóvenes de 18 a 24 años afirma usar “continuamente” o “varias veces al día” el Whatsapp o sistema de mensajería similar, un 93% el teléfono móvil (para hacer llamadas o mandar sms), el 71% el ordenador (PC o portátil), un 69% redes sociales virtuales (Facebook, Twitter, etc.), un 56% el correo electrónico, y un 43% tablets (iPad, e-books…).
Digitalmente podemos hacer muchas actividades y variadas: Jugar, leer, escuchar música, informarnos, ver cine, hablar con los amigos… ¿por qué si en la vida diaria hacer esas actividades es bueno, si se hace a través de un dispositivo no?
La realización de estas actividades en nuestra vida es beneficioso sin duda, también si lo hacemos a través de dispositivos. Ambos formatos pueden aportar beneficios a nuestro desarrollo o pueden ser fuente de riesgos, todo va a depender de las condiciones en las que las realicemos, no del canal: frecuencia, momento, edad, expectativas, dejación de otras actividades positivas, realización de actividades de riesgo o con baja protección…
¿Necesitaremos la especialidad en psicología para tratar esta patología de forma singular como cualquiera de las otras consideradas adicciones?
La formación de profesionales capaces de abordar los problemas relacionados con el abuso o las adicciones, tanto a sustancias como las comportamentales, es una estrategia de especial relevancia, no solo para atender estos problemas una vez se han producido, sino también, y de forma muy importante, para detectarlos de forma precoz y para prevenirlos. La prevención se constituye como una herramienta de afrontamiento de los problemas relacionados con el uso de las TIC. El diseño y desarrollo de programas que permitan la implementación de acciones preventivas y de promoción de competencias digitales en menores y jóvenes desde diferentes ámbitos de actuación, entre los que destacan la escuela y la familia, va a ser una importante contribución que lideren profesionales de disciplinas relacionadas con la intervención social como la educación o la psicología.
¿Cuál es la perspectiva tecno-optimista?
El uso de las TIC ha venido para quedarse, los beneficios y la forma en la que han expandido nuestras posibilidades de comunicación, de generar nuevas culturas y de posibilitar el desarrollo de nuevas habilidades y formas de construcción del conocimiento que contribuyen al desarrollo y bienestar de grupos y sociedades, son innegables. De nosotros va a depender que seamos capaces de que estos beneficios se acompañen de riesgos reducidos como un mayor individualismo, mayor expansión de culturas hegemónicas o de determinados grupos de poder, pérdida de privacidad, comportamiento de abuso, tanto tecnológico como sobre otras personas, problemas derivados de este uso y abuso: soledad, depresión… Lo importante es conocer estos riesgos para estar preparados y poder afrontarlos adecuadamente.
¿Ayuda la tecnología a una mayor igualdad entre hombres y mujeres?
Parece que el uso compulsivo a Internet afecta en mayor proporción a hombres que a mujeres, y que los usos y dispositivos usados difieren también entre ellos. La extensión del uso y la disminución de la brecha digital no supone necesariamente un uso igualitario, existen diferencias entre géneros que pueden también ayudar a perpetuar desigualdades.
Pero además, de la misma forma que existe un uso desadaptativo o compulsivo de las TIC, hay otras cuestiones más difícilmente observables como, por ejemplo, la influencia que el contenido de determinadas páginas de internet puede ejercer sobre los jóvenes y adolescentes. Contenidos pornográficos, sexistas, violentos... sesgan la imagen de la realidad y pueden tener efectos poco predecibles en los comportamientos y valores futuros. Resulta necesario actuar educando, acompañando en el crecimiento y desarrollo de las incipientes personalidades de los menores, inculcando más con el ejemplo que solo con la palabra los valores humanos que siempre han sido esenciales.
El número de horas que alguien permanece conectado a Internet no determina por sí solo un uso abusivo
¿Cómo detectar conductas adictivas en el uso de la tecnología?
En general, la conducta adictiva se define como un patrón de comportamiento caracterizado por la pérdida de control sobre el uso, en este caso de Internet, que conduce potencialmente al aislamiento y al descuido de las relaciones sociales, de las actividades académicas, de las actividades recreativas, de la salud y de la higiene personal. En este sentido, el número de horas que se permanezca conectado no permite discriminar por sí solo el uso (positivo) del abuso perjudicial o la adicción. Ha de prestarse atención a diversos aspectos:
1. Elevado número de horas de conexión y/o pérdida de la noción del tiempo.
2. Incapacidad para desconectarse.
3. Conectarse aunque se intentaba no hacerlo.
4. Aumentar la frecuencia y duración de las conexiones.
5. Ante los comentarios de amigos y familiares, se produce la negación, ocultación y/o minimización.
6. Comienza a no prestarse atención al aspecto y se alteran las horas de sueños y la alimentación.
Pero no son los únicos riesgos. Internet, redes sociales, móviles, videojuegos, juegos de apuestas online… son escenarios y canales en los que pasa la vida de muchos adultos y muchos adolescentes y jóvenes. Es ahí donde se generan interacciones, aprendizajes, conexiones… que van a influir en nuestras formas de “estar en el mundo” y de conformar muchas de nuestras capacidades para desarrollarnos de forma adecuada en él. Tenemos que estar atentos a cómo se desarrollan estos procesos para ajustarlos a los valores en los que deseamos establecer nuestra convivencia, en especial, cuando nos referimos al desarrollo de menores y jóvenes.
¿Y qué podemos hacer al respecto?
Merece la pena destacar la necesidad de guiar a adolescentes y jóvenes en el uso de las TIC. El papel de educadores y mediadores (incluyendo, por supuesto, a padres y madres) es fundamental para un uso adecuado de las TIC y la prevención de conductas de riesgo, al ser reconocidos como agentes socializadores primarios. Entre las acciones a realizar está el desarrollo de programas para la mejora de la convivencia escolar y la formación de padres y madres en estilos educativos protectores (parentalidad positiva).
¿El peligro es mayor en los jóvenes que en los adultos?
Los jóvenes son protagonistas esenciales en estas transformaciones propiciadas por las TIC. Ellos tienen su propia forma de entender, usar y relacionarse a través de ellas. Influyen en sus estilos de vida, se insertan en sus procesos de socialización, afectan a sus estrategias relacionales, redefinen algunos valores intrínsecamente juveniles (la intimidad, la confianza, la privacidad), y dan lugar a un nuevo paradigma en la exposición y gestión del “yo”, en su manera de implicarse en lo colectivo, de hacer política… No debemos dar por hecho que haber nacido en un momento en el que las TIC ya estaban a su alrededor signifique que los jóvenes no tengan que realizar muchos aprendizajes en sus formas de uso, y en especial en aquellas destinadas a su construcción personal.
Desde la FAD, ¿en qué áreas tecnológicas trabajáis?
La tecnología es una transversal de nuestro trabajo. Estudiamos e investigamos desde el Centro Reina Sofía sobre adolescencia y juventud de la Fad tanto desde un punto de vista de las oportunidades que nos ofrecen las TIC como desde los riesgos. Estamos poniendo en marcha junto con Google un observatorio sobre tecnología que ofrecerá datos comparativos y recurrentes a través de un barómetro sobre la relación entre los jóvenes y las TIC y fomentará la investigación sobre cómo la tecnología puede favorecer o lastrar el desarrollo juvenil. Además, potenciamos la alfabetización digital y mediática como forma de prevenir los malos usos y hemos diseñado estrategias de formación específicas para profesionales relacionados con la intervención social y con familias con el objetivo de proporcionarles herramientas para comprender las TIC y trabajarlas.