Periodistas, políticos, académicos y gobiernos, todos están de acuerdo en que es preciso hacer frente al problema de la manipulación de la información, aun cuando nadie parece tener claro qué nombre darle. Los términos 'fake news', 'desinformación' y 'propaganda' se utilizan indistintamente. Pero esto no debería distraernos del hecho de que nos encontramos ante un problema muy serio que sigue creciendo. Las investigaciones científicas han demostrado que las noticias falsas se propagan más lejos, más rápido, y con más profundidad en las redes sociales que cualquier otro tipo de noticia, incluso más que las informaciones (reales) sobre desastres naturales, ataques terroristas o las Kardashians. Y eso es sólo en internet; las fake news también pueden tener consecuencias en el mundo real. Más de veinte personas fueron asesinadas en la India en 2018 tras viralizarse en WhatsApp rumores que alertaban de la presencia de secuestradores de niños en varias aldeas en todo el país. Muchos lectores también recordarán el 'PizzaGate' en 2016, cuando un hombre entró en un restaurante en Nueva York disparando un rifle después de asumir como cierta la falsa historia de una red de trata de niños que supuestamente dirigía Hillary Clinton en ese lugar.

No es fácil encontrar soluciones sostenibles para el problema de las fake news, aunque se han hecho varios intentos. Las soluciones propuestas incluyen la legislación de los medios de comunicación, desde la modificación de algoritmos a la moderación de contenidos, hasta aproximaciones más blandas, como la verificación de información, los desmentidos y la educación sobre los medios de comunicación. Todas estas iniciativas tienen pros y contras. Muchas veces los legisladores son reacios a introducir nuevas leyes para frenar el flujo de desinformación porque puede chocar con la libertad de prensa, y convertirse en un pretexto para que estados autoritarios persigan opiniones disidentes. Eliminar, desmonetizar, o desincentivar el contenido que se considere problemático, como están haciendo empresas de redes sociales como Facebook, YouTube y Twitter, puede tener consecuencias inesperadas, ya que los algoritmos no son 100% precisos al determinar el contenido problemático, y los casos en áreas grises mal gestionados pueden resultar en problemas adicionales. Por otra parte, están las empresas de verificación de datos como Snopes, que desmienten fake news virales. Aunque útiles, el problema es la persistente influencia de la desinformación: las personas expuestas a información falsa tienden a continuar creyendo en ella, aun después de que se haya desmentido. Por último, las iniciativas educativas sobre medios de comunicación enseñan a los niños a detectar informaciones engañosas. Tristemente, aquellos que no están en el sistema educativo (es decir, la gran mayoría de la población) no se benefician de este esfuerzo de alfabetización mediática.

Imagen del juego
Imagen del juego | LLC

Como expertos en ciencias del comportamiento, empezamos a pensar qué más se podría hacer. La teoría de la inoculación, una teoría clásica de la psicología social, indica que es posible conferir resistencia psicológica a la persuasión exponiendo preventivamente a la gente a una versión atenuada de un argumento engañoso, igual que una vacuna genera resistencia contra un patógeno tras exponerse a una dosis muy débil del "virus". Después de un estudio inicial que mostraba la posibilidad de 'inocular' a la gente contra una pieza de desinformación sobre el cambio climático, decidimos subir un poco la apuesta. En vez de inocular a la gente contra una mentira específica, teorizamos que también sería posible ayudar a la gente a detectar estrategias comunes que se utilizan en la producción de las fake news. La gran ventaja, al menos en teoría, es que la gente desarrolla una especie de 'Sentido Arácnido'* ante la manipulación y pueden detectar un contenido engañoso al identificar las estrategias de manipulación.

Conclusión: construimos un vídeo juego. Junto con la plataforma contra la desinformación holandesa DROG creamos Bad News (Malas noticias), un juego gratuito online que ha cosechado múltiples premios, en el cual los jugadores empiezan como usuarios anónimos de Twitter y crecen hasta convertirse en magnates de las 'fake news', usando diversas estrategias de manipulación para ganar seguidores sin perder credibilidad en la red. En total hay seis insignias que debes conseguir en cada juego, y cada una representa una estrategia: hacerte pasar por otras personas, usar lenguaje emocional, polarizar audiencias, propagar teorías de conspiración, desacreditar a tus oponentes, y trolear.

El juego consiste en seis niveles, cuando los superas consigues insignias.
El juego consiste en seis niveles, cuando los superas consigues insignias. | LLC

¿Y por qué jugar a ser 'el malo'? Míralo así: la primera vez que vas a un show de magia lo más probable es que caigas en el truco. Pero una vez que el mago te explique el truco, ya no picarás de nuevo. Sin embargo, sentarte y esperar a que otros te cuenten cuáles son los hechos, no es divertido. Bad News vacuna a la gente contra el engaño al dejar que ellos mismos hagan el truco en un ambiente simulado. Después de todo, la experiencia es el mejor maestro.

¿Funcionó? En resumen: sí. Desde su lanzamiento a principios de 2018 se han jugado más de medio millón de partidas. Y lo más importante, casi 15.000 personas respondieron a la encuesta del juego, cuyos resultados se publicaron recientemente en la revista Palgrave Communications. Queríamos comprobar si los jugadores se volvían más hábiles para detectar técnicas engañosas en posts (de noticias) de Twitter que les mostramos antes y después de haber jugado. Para ello, diseñamos varios titulares ficticios basados en casos reales de fake news. ¿Por qué? Bueno, uno de los grandes asuntos en la literatura sobre fake news es que la memoria confunde (la gente cree saber si un titular es real o ficticio simplemente porque lo recuerda). Los resultados de nuestro estudio demostraron que, tras jugar, las personas rebajaron significativamente la fiabilidad que atribuían a esas noticias engañosas (¡pero no reales!) y con sólidos efectos en diversas demografías como edad, sexo, educación y afiliación política.

¡Misión completada! Hemos terminado la prueba con casi 7.000 seguidores
¡Misión completada! Hemos terminado la prueba con casi 7.000 seguidores | LLC

Tuvimos algunas limitaciones, claro. Por ejemplo, nuestra muestra fue autoseleccionada y no tuvimos un grupo de control aleatorio. Sin embargo, seguimos realizando pruebas que confirman nuestros hallazgos iniciales, incluso a lo largo del tiempo. Con la ayuda de la oficina del Ministerio de Asuntos Exteriores de Reino Unido hemos traducido el juego a 14 idiomas distintos (entre ellos alemán, checo, polaco, griego, esperanto, sueco y serbio) lo cuál nos va a permitir hacer comparativas interculturales a gran escala. También estamos trabajando con WhatsApp para diseñar una nueva versión del juego con la que combatir la difusión de rumores a través de aplicaciones de mensajería directa. Finalmente, aunque creemos que la cura en esta era de post-verdad va a requerir un sistema de defensa de múltiples capas, tenemos una cosa clara: la ciencia del "pre-desmentir" acaba de comenzar.

Esta publicación se basa en el artículo co-escrito por los autores, 'Fake news game confers psychological resistance against online misinformation', publicado en Palgrave Communications.

Acerca de los autores:

El doctor Sander van der Linden es Profesor Asistente de Psicología Social y Director del Laboratorio Social de Toma de Decisiones del Departamento de Psicología de la Universidad de Cambridge. Es también miembro del Churchill College, Cambridge, y co-editor de Risk and Uncertainty in a Post-Truth Society (Routledge, 2019). @Sander_vdLinden

Jon Roozenbeek es investigador doctoral en el Departamento de Estudios Eslavos y en el Departamento de Psicología de la Universidad de Cambridge. Sus líneas de investigación incluyen el panorama de los medios en Ucrania del Este, la desinformación, las subculturas online, analítica de contenidos y la teoría de la inoculación.

Notas:

-Este artículo fue originalmente publicado en Blog LSE Impact, de la London School of Economics, con el título: Bad News, a psychological vaccine against fake news.

-La traducción ha sido realizada por el equipo de Levanta la Cabeza

*N.T: en referencia a la capacidad extrasensorial de Spiderman