El Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública, GESOP, acaba de publicar un estudio sobre el uso del móvil entre los menores en Cataluña y los datos son contundentes: más del 85 % de los adultos consideran que debe prohibirse en la educación obligatoria.
La mayor parte de la población encuestada se plantea su uso en las aulas como una distracción, pero ¿qué opinan los educadores? En Levanta la Cabeza hemos hablado con Ángel Fernández, maestro de educación primaria, quien considera, como otros muchos, que es positivo aprovechar la herramienta con fines educativos: "Hay que decidir en qué asignaturas y con qué objetivo, pero cegarnos y negar la posibilidad de aumentar conocimientos dentro del propio centro educativo es absurdo".
Sin embargo, la maestra, Marta Iglesias, no ve la necesidad de que niños de primaria (hasta 12 años) lleven sus dispositivos al colegio: "Es un elemento más del que los educadores debemos ocuparnos. Son niños que entran en el centro con vigilancia de un adulto, y allí los contratiempos por los que podrían necesitar llamar a sus padres, los resolvemos, o llamamos a los progenitores el propio personal". En Levanta la Cabeza le planteamos a Marta que los chavales no solo utilizan el teléfono para llamar. Además de juegos o música, internet facilita acceso a información. “No hay nada a esas edades, desde el punto de vista de la formación, que no podamos facilitarles los maestros. Personalmente, les muestro información complementaria al tema, en grupos de tres o cuatro, desde mi tableta. Yo no les permito tenerlo encendido en mis clases". Sentencia Marta.
Opiniones encontradas dentro de los propios educadores al igual que en los propios centros educativos: unos aprovechan que los alumnos disponen de tecnología para estimularlos, y otros defienden que la prohibición de los móviles en sus centros ha incrementado el rendimiento de los alumnos.
Un asunto controvertido en el que tan solo las comunidades autónomas de Madrid y Galicia se han posicionado retirando su uso en las aulas. En otros países europeos, como Francia, la polémica la zanjaron antes de iniciar el curso pasado prohibiendo su uso en horas lectivas. La tecnología digital también conlleva nuevos problemas.