Una atención a las víctimas integral y personalizada, desde acompañamiento psicológico hasta asesoramiento judicial. Así podría resumirse la misión de la plataforma Stop Haters, la primera asociación española contra el acoso en internet. Además, el equipo multidisciplinar que hay detrás de esta iniciativa vela también por la formación constante de los ciudadanos en términos de ciberseguridad.

Su fundadora, Sara García Antúnez, empatiza de forma especial y aprovecha todos los espacios en blanco para lanzar mensajes que contribuyan a crear una sociedad informada y consciente de los peligros de internet. Además, es abogada penalista experta en ciberdelincuencia en TQAbogados y profesora de derecho en la UFV. Hablamos con García de las raíces del proyecto Stop Haters, de los casos más comunes, de la necesidad de formarnos y de cómo avanzan las leyes respecto al ámbito tecnológico.

P. ¿Cómo nace Stop Haters?

R. Nace por dos motivos, uno personal y otro profesional. En 2013 viví una situación de acoso que no se pudo resolver porque, hasta la reforma del Código Penal en 2015, el delito de acoso no estaba tipificado como tal. Cuando fui a denunciar me preguntaron que si la persona que me acosaba era mi pareja y, al responder que no porque no le conocía de nada me su respuesta fue que ya se le pasaría.

Eso deja una semilla en mí. En 2014 acabo la carrera y en 2015, cuando ya empiezo mi carrera profesional, entra en vigor la modificación del Código Penal. Empecé a estudiar sobre el tema y necesité de alguna manera crear una plataforma donde la gente pudiese denunciar lo que me había pasado a mí, donde no solo se le diese voz, sino que también estuvieran rodeados de expertos. Contacté con Pedro García Aguado y me dijo que le parecía muy interesante y empezamos a trabajar. Además él estaba en un programa de TV que se llama‘Cazadores de“trolls”’ y, con un hacker, buscaban a los perfiles que hacían daño a otros por internet. Ese hacker es Enrique Serrano, actual vicepresidente de la Asociación. Después ya formamos un equipo con más informáticos, psicólogos y abogados.

P. ¿Qué servicios prestáis desde la asociación?

R. Nosotros nos movemos sobre tres pilares fundamentales. El primero es el acompañamiento a la víctima. Puede ser judicial, acompañamiento psicológico y, por último, el de la seguridad informática. Hay que enseñar a la víctimas a protegerse y a recopilar bien las pruebas, porque si no las recopilas bien no sirven de nada.

El segundo es la formación. Entendemos que si formamos a las personas en ciberseguridad sabrán manejarse en el caso de que se den este tipo de situaciones.

En tercer lugar, la educación. Nos hemos dado cuenta de que hay un vacío importante de salto generacional. Damos cursos a padres, profesores y alumnos para que entiendan cuáles son los riesgos de cualquier tipo de delito, ya no solo de‘bullying’, sino también de pederastia online, de pornografía infantil… De todo lo que le puede pasarle a un menor en la red. Así que nos hemos centrado en meter cabeza en institutos, colegios, tenemos una obra de teatro para familias…

P. ¿Cuáles son los casos que más os llegan?

R. Va por épocas, depende mucho de periodos lectivos, si hace buen tiempo, en pandemia… Nosotros recibimos multitud de casos de bullying, que desgraciadamente muchos de ellos tienen el peor de los finales, que es el suicidio del menor. Recibimos muchos de estafas online. Ahora que desgraciadamente se ha puesto de moda, también recibimos casos en los que se desnuda a la gente con la IA y se publica. Ahora en verano, por ejemplo, esto de la difusión de contenido sexual sin que la persona haya dado el consentimiento es más fácil porque todo el mundo sube fotos en bañador y para una IA quitar un bikini es mucho más fácil que quitar un jersey de cuello vuelto.

Pero en términos generales recibimos muchos de bullying con mal final, estafa y sexting. Llega también mucha gente con discapacidad y, por supuesto, de colectivos susceptibles como LGTBI.

P. ¿Qué nos falta en términos de educación para hacer un buen uso de los espacios digitales?

R. Obligatoriamente en el colegio se debería dar privacidad, todo lo que tiene que ver con nuestros datos, con lo que subimos… Que alguien enseñe qué puede pasar con lo que subimos. De cara a padres, que las fotos de los menores nunca jamás en la vida deberían subirse a redes sociales, me da igual si es a un perfil privado o público.

Protección de datos, privacidad y seguridad son tres campos imprescindibles. Para todas las generaciones. A los más pequeños hay que decirles el equivalente a“no abras la puerta a un extraño”, que sería“no aceptes la solicitud de seguimiento de una persona a la que no conoces”. El ponerle sobre seguro que hay una serie de riesgos y que haciendo algunas cosas los van a poder evitar.

Y también a las generaciones más mayores, que son los máximos estafados. Que aprendan qué cosas pueden hacer para configurar bien sus dispositivos, a cambiar las contraseñas, a no conectarse a wifi públicos… Para los mayores debería haber formaciones gratuitas. Sabemos muy poco de ciberseguridad.

P. ¿Crees que la gente conoce frente a qué delitos estamos protegidos en la red?

R. No. Y el problema de esto ya no solo es ser víctima, sino ser agresor. Hay gente que comete delitos y que alucina porque dice que no sabían que eso era delito. Pero claro, no conocer la ley no te exime de su cumplimiento. Por ejemplo, crear un sticker en WhatsApp para burlarte de alguien, esto lo hace la gente todo el rato y es delito. Lo que pasa es que pedir que se conozca el Código Penal cuando no conocemos la Constitución es imposible. Pero tenemos una necesidad como ciudadanía de conocer nuestros derechos y obligaciones y desde luego no hay ningún tipo de conocimiento.

P. ¿Cómo crees que avanzan las leyes, en cuanto a ritmo, forma, contenido…?

R. Hay que pensar siempre es que la ley va detrás de las situaciones y es normal. Por ejemplo, en derecho penal si no ocurre algo no se puede tipificar, entonces obviamente el derecho siempre va a ir detrás. Además el derecho es algo arduo, lento, que se tienen que poner de acuerdo los políticos, que se tiene que aprobar… Y la tecnología es todo lo contrario, es rapidísima y cambia en cuestión de días. Por eso creo que estos temas nunca se van a solucionar legislativamente hablando, se van a solucionar con educación. Si tú educas a toda la población no va a hacer falta que haya un artículo en el Código Penal. Está bien que esté pero no es la herramienta. Es como con los semáforos, sabemos que no hay que pasar en rojo aunque no esté penado porque nos lo enseñan desde pequeños.

P. Sobre el derecho a la propia imagen, ¿qué crees que va a pasar en un futuro con el historial de fotos de menores hijos de influencers?

R. Ya hay sentencias de hijos que han demandado a sus padres por haber utilizado su imagen sin su consentimiento, y obviamente las han ganado. Esos niños nacen con una cámara en la cara. Habrá algunos que lo normalicen y que no consideren que se ha vulnerado su derecho, pero los habrá que sí y con toda la razón. Y podrían denunciar a sus padres obviamente. Además, hay que tener en cuenta que en internet está la huella y la sombra. Una cosa es el control que tenemos nosotros sobre nuestra propia imagen o la de nuestro hijo en este caso y otra es el control que ya no tenemos cuando esto entra en la red. Porque a lo mejor el hijo de una influencer está siendo anuncio de unos pañales en China sin que se enteren.