Nuestra sociedad ha hecho una digestión del dolor que nos protege de la realidad, especialmente en estos tiempos de pandemia. El número de víctimas mortales ha pasado a ser una cifra que parece equiparable a los grados de temperatura o a la prima de riesgo. Es normal: nuestra mente nos protege del dolor como mecanismo ancestral de defensa.

Pero, si no apreciamos el dolor que puede aparecer en la carretera, es posible que relajemos nuestras precauciones. Al final, todos acabamos pensando que el accidente les sucederá a otros.

Yo he tenido el privilegio de hacer una inmersión brutal en el mundo de las víctimas de accidentes de tráfico. Con motivo de la nueva campaña de Ponle Freno vinculada a la carrera 100% benéfica que organizamos, prácticamente he vivido en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo durante una semana.

Allí he entrevistado a muchos lesionados medulares víctimas de accidentes de tráfico. Todos ellos distintos, pero con un drama común: la silla de ruedas. Algunos estaban intentando aprender a caminar con muletas, otros sólo movían la cabeza. Unos hablaban de que “esperan la muerte” y otros de que se sienten “mas fuertes e ilusionados que nunca”.

Sin embargo, todos comparten fuertes valores y coinciden en varios mensajes. El más común: ese de que la carretera “te puede cambiar la vida entera en un segundo”.

La experiencia personal que he vivido junto con todo el equipo de rodaje de Ponle Freno ha sido impresionante. Nos han dado una lección de vida. Personas rotas por la carretera rediseñando sus sueños e ilusiones desde una silla de la que no pueden levantarse.

Cada día volvía del Hospital impactado con la fuerza que podemos llegar a tener las personas, porque todos ellos trabajan duro cada día durante varias horas para recuperar un pequeño porcentaje de lo que tenían antes. Aun así, en algún momento hemos terminado riendo con casi todos, y disfrutando de su lección de vida y superación.

Realmente ha sido un gran aprendizaje. Hemos recuperado la fe en lo grandes que podemos llegar a ser las personas cuando nos ponen a prueba, pero, por otro lado, hemos visto lo estúpidos que podemos llega a ser. ¿Por qué abro el WhatsApp al volante? ¿Por qué acelero buscando sensaciones prohibidas? ¿Por qué no me fijé bien en la carretera?

Puede que, viéndolo escrito, parezcan reflexiones tópicas. Probablemente si yo leyera este artículo pensaría “esto ya me lo sé” y no sacaría ninguna conclusión que me ayudara a cambiar mis hábitos.

Por eso, con motivo de la Carrera Ponle Freno, vamos a poner en pantalla a las víctimas de accidentes de tráfico. La recaudación de la carrera irá destinada completamente a ellos. Ponerles en pantalla de un modo sereno, sin sensacionalismos, puede hacerte pensar que en la carretera nos lo jugamos todo.

Seguro que cuando leas este artículo pensarás que esto es lo de siempre. Pero tal vez cuando veas en pantalla a Seila, a Jota, a Miguel, a Mar, a José Luis… Tal vez cuando los veas y escuches, te lo pienses un poco mejor antes de pisar el acelerador con pie de plomo o tocar el maldito móvil mientras el coche está en marcha. Ojalá.

Yo, cada día, al regresar del Hospital, me he convertido en un conductor modelo. Que nunca se nos olvide que un solo segundo, de tentación o de distracción, puede acabar con todos los planes que teníamos para nosotros y los nuestros.