Este sábado 30 de marzo, como empezó a hacerse hace 12 años, millones de personas de todo el mundo han decidido incorporarse a la defensa del planeta contra la contaminación, con un apagado masivo de todas las luces.

Los efectos de esta iniciativa, que este año ha contado con 9.600 inscritos a través de la web de WWF, frente a los 5.000 de 2018, se han dejado ver en Madrid con el apagado de monumentos como el Palacio y la fuente de Cibeles, la Puerta de Alcalá, la fuente de Neptuno o la Plaza de la Villa.

En Sevilla se ha procedido a apagar las luces del Puente de Triana, de la Muralla de la Macarena, de la Torre del Oro y de la Plaza de España, mientras que en Málaga se ha hecho lo propio con su Catedral y la Casa Consistorial. Granada, por su parte, ha dejado a oscuras el Conjunto Monumental de la Alhambra y el Generalife. En Bilbao, además, se han sumado a la iniciativa el museo Guggenheim, la Torre Iberdrola y el Teatro Arriaga.

Las comunidades más involucradas, han sido Andalucía, con 94 ayuntamientos a oscuras, seguida de la Comunidad Valenciana, con 67, y Cataluña, con 62.

A este apagado de luces anual de una hora, se han sumado también otros tres retos. Por una parte, se pedía eliminar el consumo de carne, un objetivo con vistas a largo plazo. Pero también se buscaba acabar con el consumo de plásticos de un solo uso, una de las principales causas de la contaminación de los océanos. Por último, y para combatir los efectos del cambio climático, surgidos por la polución atmosférica, se pedía a ciudadanos, gobiernos y empresas que se sumasen a un día sin emisiones.

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