Este no es el primer caso en que la caída de un árbol causa la muerte de algunas personas. En el último año se han producido en Madrid dos casos y otro en Toledo.

Otro caso reciente es el del ficus centenario en la plaza de Santo Domingo, en Murcia, cuyas ramas, que están protegidas por un vallado especial, se rompieron y cayeron, aunque en este caso sin causar víctimas.

Los expertos coinciden en que la selección más propicia para los espacios públicos, evitar las podas exageradas y una gestión adecuada son las mejores medidas para evitar cualquier suceso.

Para saber qué puede pasar, hay señales que dan síntomas del mal estado de un árbol como el movimiento de tierra en el suelo, aunque todo parece indicar que un árbol no recibe buenos cuidados cuando pasan este tipo de sucesos.

Los investigadores han asegurado que se necesita hacer un mantenimiento exhaustivo anual del arbolado porque cada uno es un mundo y tienen sus propias particularidades, condiciones y situaciones, por eso se necesitan arbolistas que valoren su enraizamiento, tamaño, estructura y aspectos que hay que cuidar de forma diferente.

Un árbol de más de 200 años, como el del caso de Madeira, tiene que tener una poda adecuada para reducir la copa unos diez metros de altura si ya alcanzaba los veinte metros, además de asegurarlo con cables de acero.

Aseguran que todo depende de las condiciones climatológicas de cada lugar, porque las especies son las mismas en cualquier sitio y no se puede hablar de una más adecuada que otra.

Barcelona y Madrid son las ciudades punteras en la gestión del arbolado, y también Valencia, Sevilla y Bilbao, lugares donde se está sustituyendo el arbolado por ejemplares de menor tamaño, que dan sombra y evitan riesgos futuros.