Los agentes o factores que producen el cambio climático son distintos a que los de la contaminación atmosférica. Por ello, los efectos, dimensiones y alterativas también son diferentes.

No obstante, ambos tienen el mismo origen, la quema de combustibles fósiles, que requiere cada vez más energía para mantener la demanda de la población.

Estas son algunas de las claves para entender por qué el desplome de la contaminación puede no contribuir de forma muy notoria al cambio climático:

Reducción de la contaminación desde el estado de alarma

Los niveles de contaminación están reduciéndose por la caída de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2), causados por las restricciones de la movilidad de los vehículos.

En este sentido, solo en la última semana la contaminación por tráfico ha disminuido un 68% en Madrid y un 65% en Barcelona, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico.

Los principales efectos de la contaminación

El CO2 no es un gas tóxico en concentraciones normales, pero sí lo es el dióxido de nitrógeno, el dióxido de azufre (SO2) y muchas partículas que emiten los vehículos.

Además, la contaminación es responsable de la boina oscura que cubre las ciudades en los peores días de calidad del aire, la cual tiene efectos nocivos para la salud a nivel respiratorio y cardiovascular.

El nivel actual de la reducción de emisiones

Aún es pronto para detectar si la actual reducción de la contaminación y la ralentización de la economía mundial tendrá algún impacto en el cambio climático. Esta influencia dependerá del tiempo y de la intensidad que dure tanto el estado de alarma su recuperación.

En estos momentos, los niveles de CO2 en la atmósfera siguen creciendo porque el impacto de la reducción de emisiones no se refleja tan a corto plazo. No obstante, se calcula que el uso global de combustible fósiles tendría que disminuir un 10% durante un año entero para impactar claramente en los as concentraciones de dióxido de carbono.

Las emisiones de la quema de combustibles fósiles

El aumento de las emisiones de dióxido de carbono provoca una mayor frecuencia de los fenómenos climáticos extremos, como los huracanes, megaincendios, lluvias torrenciales, sequías, olas de calor y el aumento del nivel del mar producido por el incremento de la temperatura que hacen que se derritan los Polos.

La disminución de la concentración atmosférica de dióxido de carbono podría reducir el efecto invernadero, uno de los principales objetivos de las políticas contra el cambio climático.

Forma en la que combaten los países el problema de las emisiones

Para frenar el cambio climático, los países cuentan con los planes de descarbonización de sus economías con el objetivo de disminuir sus emisiones de efecto invernadero.

La iniciativa Pacto Verde, de la Unión Europea, busca lograr la neutralidad de carbono para la mitad de siglo. Pues su mercado es la principal herramienta de los países para reducir los gases de efecto invernadero mediante la asignación de un precio a las emisiones. De esta forma, se buscaría que los que más contaminan, paguen por sus emisiones.

Además, la lucha urbana, como usar las alternativas sostenibles de movilidad, el uso de energías renovables y otras medidas ecológicas, demuestra su importante papel en la reducción de la contaminación de las ciudades.