A dos horas de Santiago de Chile por carretera, en plena región hortofructícola de O'Higgins, un grupo de científicos chilenos se esfuerza en crear para 2019 una generación de "superárboles" resistentes a la amenzada del cambio climático.

Si las investigaciones consiguen dar frutos, en apenas cuatro años podrían comercializarse las primeras especies de estos "superárboles", que estarían preparados para afrontar fenómentos como la sequía, la disiminución del régimen pluviométrico y la concentración en cortos periodos de tiempo de vientos, heladas y tempestades, todo ello como consecuencia del calentamiento global.

La destrucción de las producciones frutícolas se debe en gran medida a los estragos que dejan las inundciones, las heladas y los "suelos ácidos". Además, los expertos prevén que para 2050 se habrá producido una drástica disminución de los recursos hídricos, con el consiguiente perjuicio de la agricultura.

Los investigadores del Centro de Estudios Avanzados en Fruticultuta (CEAF) de Chile trabajan desde 2009 en el desarrollo de especies de árboles frutales que sean resistentes a las inclemencias del tiempo. "Estamos centrados en trabajar las raíces, el programa está enfocado a obtener nuevos materiales vegetales para los portainjertos", explica a Efe Felipe Gaínza, direcor de la línea de Mejoramiento Genético del CEAF.

El injerto es un método de propagación vegetativa artifical en el que una porción de tejido, procedente de una planta se une sobre otra ya asentada, de tal modo que el conjunto de ambos crezca como un solo organismo. La parte de la planta en la que se injerta la variedad, denominada portainjerto, contiene todas las raíces y una porción de tallo.

Los árboles de frutas con hueso en su interior son las especies con las que los científicos chilenos están trabajando para hacerlas más resistentes a condiciones climatológicas adversas. En 2011, los científicos iniciaron el cruce de nueve selecciones de portainjertos de huesos de frutas, con el fin de hacerlos más tolerantes con las condiciones extremas.

Los investigadores utilizan técnicas de biotecnología para clonar los genes de las plantas más resistentes y tolerantes a través de su ADN y así desarrollar herramientas moleculares que ayuden a seleccionar tempranamente los portainjertos desarrollados por el CEAF.

Cuando se inició la fruticultura en Chile, recuerda el presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de la región de O'Higgins, Francisco Duboy, "se trajeron las plantas desde California, porque ese estado posee un clima similar al de la zona central de Chile".

"Pero no se pensó en la postcosecha", agrega Duboy, y por eso ahora se trabaja en la creación de árboles clones que se adapten a los cambios climáticos bruscos y que también resistan los largos traslados durante la exportación".