En las últimas tres décadas, los satélites han observado una disminución del 13% por década en periodo estival del hielo marino que cubre el Ártico, que ha alcanzado un mínimo histórico antes de que termine la temporada de deshielo que suele tener lugar a mediados o finales de septiembre.

El trabajo, que publica 'Nature', cuya coautora Laura Sánchez-García trabaja actualmente en el Institut Català de Ciències del Clima, constata que el aumento de temperaturas medias en el Ártico está causando ya la descongelación del permafrost -suelo semipermanentemente congelado- durante más tiempo en verano y a mayor profundidad, en un proceso que "está firmemente en marcha".

Laura Sánchez-García ha explicado que este aumento de la temperatura, que es de un 1,5 grados en España y el doble en el Ártico, acarrea consecuencias en el deshielo progresivo de placas congeladas hace 40 millones de años y que acumulan carbono que hasta ahora estaba inactivo.

Con el deshielo "se activan depósitos de carbono anteriormente protegidos por el hielo", que se traducirán en una emisión de carbono, la mayoría en forma de CO2, pero también de metano, ha advertido la investigadora.

Los investigadores, que realizaron una extensiva campaña de recogida de muestras en 2008 con el análisis de 200 sedimentos marinos, 130 estaciones y 50.000 litros de agua, señalan que el carbono orgánico contenido en el permafrost ártico sugiere que aproximadamente dos tercios de este carbono se escapará a la atmosfera directamente.

"La relevancia de este estudio radica en la envergadura de una campaña de muestreo y estudio 'in situ' sin precedentes por la extensión y la cantidad de muestras recogidas", ha señalado la científica.

Para la investigadora, es sumamente importante estudiar la interacción entre el calentamiento climático y las emisiones de depósitos de carbono contenidos en la costa y el permafrost submarino.

En contra de lo que se creía, la erosión del Yedoma -tipo de suelo ártico rico en hielo y carbono orgánico- aporta la mayor proporción de carbono orgánico acumulado en los sedimentos marinos, en comparación con fuentes marinas o fuentes terrestres de origen fluvial.