En el estudio se analiza hasta qué punto influye la reducción de las poblaciones de lagartos gigantes, incluso su extinción en algunos casos, en las plantas que dependen de estos animales, como por ejemplo la orijama, un arbusto endémico de las Canarias, para que dispersen sus semillas por el medio. Éstos comenzaron a ver reducida su población cuando especies invasoras vinculadas a los hombres, como los gatos, llegaron a las islas, indican los investigadores.

Para demostrarlo, se utilizaron datos ecológicos y genéticos. Con los que, además, se vio que se habían alterando sus características genéticas a lo largo de su área de distribución.

Las conclusiones del trabajo alertan sobre la necesidad de conservar a las especies de reptiles de mayor tamaño, que además son los más vulnerables a la acción del hombre, según remarca el CSIC.

Su extinción provoca múltiples efectos para Canarias, pero también para el funcionamiento de los ecosistemas, a veces tan poco evidentes como los que se establecen en el estudio.