Estas transformaciones en el sabor y en la textura de la manzana son debidas al cambio climático. "Hemos demostrado que estos cambios son el resultado de una floración más temprana y de temperaturas altas durante el período de maduración, debidas al calentamiento global", declara Toshihiko Sugiura, investigador principal del estudio que publica la revista 'Scientific Reports'.

Sugiura y su equipo llevan haciendo ensayos desde el año 1970 con dos variedades de manzanas en dos huertos diferentes de Japón. Y en estos 40 años han comprobado que las frutas ahora poseen menos firmeza al tacto, contiene una menor cantidad de ácido málico y su corazón es menos acuoso.