Los contaminantes artificiales han llegado a las profundidades de los océanos, según ha demostrado un nuevo estudio de la Universidad de Newscatle publicado en la revista 'Nature Ecology & Evolution'.

Estos investigadores han estudiado las zonas de las fosas Marianas y Kermadec del Océano Pacífico, que tienen una profundidad de 10 kilómetros y están a 7.000 kilómetros de distancia, donde han visto altos niveles de contaminantes orgánicos persistentes (POPs) presentes en organismos anfípodos (pequeños crustáceos).

También se han hallado otros componentes  en su tejido graso como bifenilos policlorados (PCBs), y éteres difenílicos polibromados (PBDEs), que se utilizan comúnmente como aislantes eléctricos y retardadores de llama.

Desde la década de 1930, hasta su prohibición en 1970, la producción global de PCBs en esta región era de 1,3 millones de toneladas. Estos contaminantes se liberan al medio ambiente por accidentes industriales y vertidos, son difíciles de degradar y persisten en el medio durante décadas.

Los autores sugieren que lo más probable es que los contaminantes han llegado a estas zonas a través de los residuos plásticos contaminados y animales muertos que se hunden, donde luego son consumidos por los anfípodos y demás especies que viven en las profundidades oceánicas. 

De hecho, estos animales contenían niveles de contaminación similares a los encontrados en la Bahía de Suruga, una de las zonas industriales más contaminadas del noroeste del Pacífico.

Los investigadores han denunciado que, por muy profundo que sea, el fondo oceánico está conectado con las aguas superficiales y, algún día, lo que tiramos al fondo del mar volverá de alguna otra forma.