Con esta iniciativa, la organización apela a la responsabilidad para depositar los guantes y mascarillas en los contenedores de restos para proteger la salud y evitar que se contaminen aún más los ríos y mares del planeta.

En pocos días se han generalizado imágenes de mascarillas y guantes arrojados “incívicamente” en cualquier lugar, pudiendo contaminar a las personas, y asimismo llegar al mar a través del alcantarillado y arroyos, como ya se ha comprobado en el Mediterráneo y en otros mares del mundo, recuerda la ONG en un comunicado.

Dado que una mascarilla quirúrgica, de 4 gramos de peso de media, puede tardar hasta 400 años en desintegrarse, según WWF, el escenario es “muy preocupante”, especialmente ahora que se acerca el verano y la llegada de turismo en plena desescalada.

WWF teme que a medida que avance la desescalada en el mundo, la contaminación ensucie más las playas provocando la muerte de tortugas y otra fauna marina que confunde los guantes con medusas y otros alimentos.

Esta “nueva ola de plásticos sanitarios” empeorará la situación porque terminarán convirtiéndose en microplásticos que pueden llegar al organismo humano, advierte.

Distintos informes de WWF muestran cómo cada año se vierten a la naturaleza 100 millones de toneladas de residuos plásticos de los que la décima acaba en el mar, una cifra que aumentará en caso de no gestionarse correctamente los residuos sanitarios con la crisis de la COVID-19.

La organización advierte de que la contaminación por plásticos puede llegar a una situación “crítica” si no se toman medidas úrgentemente.