Alfa. Beta. Delta. Ómicron. Sí, son las nomenclaturas que han utilizado los científicos para denominar a las diferentes variantes de la covid-19. Pero también son letras del alfabeto griego y son Humanidades.

Que este conocimiento se siga transmitiendo a las nuevas generaciones, depende, en gran medida, de una buena educación y de docentes como el navarro Adrián Martínez, más conocido como ‘Un Profe de Latín’, su alter ego digital, que, tanto en las redes sociales como en sus clases, utiliza la tecnología para demostrar que las mal llamadas “lenguas muertas” siguen más latentes que nunca.

Según explica Martínez en una entrevista con Levanta La Cabeza, la idea de “Un Profe de Latín” nació como un proyecto de aula de dos semanas de duración en la que los estudiantes podían subir contenido de la asignatura en Instagram.

Sin embargo, decidió aprovechar la cuenta para enseñar aquello que hacían en sus clases y divulgar curiosidades sobre el latín y la cultura grecorromana. A día de hoy, sus más de 7.000 seguidores en Instagram han podido disfrutar de sus innovadoras actividades, tales como el doblaje de una escena de cine en latín, una adaptación del juego de Among Us; o la búsqueda de referencias clásicas en videoclips, entre otras.

Martínez tiene claro que “la tecnología es una herramienta muy potente en educación” pero, después de haber experimentado la “deshumanización” de las clases a través de la pantalla durante la pandemia, se niega a renunciar a la docencia física y el contacto cercano con sus alumnos.

¿Son compatibles las redes sociales y las aulas?

Sí y no. No son incompatibles, porque forman parte de nuestra vida, sobre todo con generaciones como la de mis alumnos, es algo que no puedes separar de clase. Otra cosa es que marquemos una serie de límites o enseñemos desde los centros educativos a utilizarlas correctamente. Si propongo una actividad de TikTok, voy a intentar no utilizar esa aplicación, sino una parecida (Flipgrid), que me proporcione los mismos resultados, para desligar las cuentas privadas de los alumnos del colegio.

¿De qué forma se pueden beneficiar las lenguas clásicas de la tecnología moderna?

En el caso del latín y el griego, la inclusión de la tecnología me parece muy importante, porque son unas lenguas que últimamente están en decadencia, por lo menos en el sistema educativo español. Que esas lenguas tengan la posibilidad de transmitirse, enseñarse, leerlas y aprenderlas a través de la red, te abre muchas puertas al final. La cuestión es cómo se enseñaba en los institutos, incluido el mío: analizando y traduciendo. Pero tú cuando aprendes un idioma, como por ejemplo el inglés, primero aprendes a leer, escribir y hablar, y luego ya ves la gramática. Al final, el español es una evolución del latín.Yo lo que intento hacer con mis estudiantes, y sobre todo a través de la tecnología, es fijarnos en las tendencias del mundo audiovisual. Por ejemplo, se han puesto de moda los House Tours, donde los influencers nos abren las puertas de sus casas. Entonces les propongo que nos enseñen sus hogares y las diferentes partes de su casa en latín, para que vean que también se puede hablar.

¿Cuáles son las herramientas que más utilizas en clase?

Moodle, Flipgrid, Canva, e iDoceo, que es el cuaderno del profe de toda la vida pero digitalizado.

¿Cuáles son tus fuentes de inspiración principales a la hora de crear contenido divulgativo en redes sociales?

Creo que me baso mucho en la cultura pop en general, y yo que sé, también soy un poco… no sé si llamarlo “oportunista”, pero si veo que de repente se está haciendo viral un meme en las redes, digo: voy a utilizarlo. Lo mismo uso a Belén Esteban o cojo a Harry Styles para hablar de Narciso y la belleza. Voy picando un poco de todo y viendo lo que se está moviendo en las redes.

En las clases… ¿también usas esas referencias?

Donde más hablo de mitos es en Cultura Clásica. Lo que hacemos es trabajar el mito, ver una adaptación de la versión original y luego ver qué paralelismos podemos encontrar en la sociedad actual. Con lo que decía antes de Narciso, les cuento el mito y luego se dan una serie de preguntas relacionadas con la belleza, los cánones actuales que nos entran por los medios y por las redes.Instagram es como el Narciso de nuestra época, por así decirlo, que al final incluso se miraba tanto que acabó muriendo.

Centrar las actividades del aula en la tecnología, en ocasiones, también puede acrecentar las desigualdades entre los alumnos con menos recursos.

No quiero decir que la tecnología se tenga que utilizar siempre, sino que en algunas tareas es muy productivo que se presten. Lo que pasa es que ahí entramos en si estamos de verdad preparados en cuestión de material, de recursos en los institutos. Porque ya hace año y medio, con la pandemia, nos dimos cuenta de que no estábamos preparados.Es verdad que hubo algunos alumnos de nuestro centro que no tenían o ordenador o conexión a internet. No eran muchos, menos de 5, creo. Y el colegio prestó ordenadores para que pudieran trabajar en casa. Pero también estaba la casuística de que si la familia tenía solo un ordenador y eran tres hermanos… ¿cómo se conectan todos a la vez a las mismas clases o a clases distintas? Entonces ese fue un problema que hubo que solventar. Esas actividades online, o esas clases online, había que grabarlas para luego compartirlas al alumno o hacerle llegar lo que se había hecho en clase por otra vía.

¿Qué dificultades te ha planteado como profesor la docencia online?

Si se utiliza mal la tecnología, todo es muy inhumano. Al final estás atrapado en una pantalla en que no está la persona de detrás. No la sientes, no la tocas, ¿no? Es lo que peor llevé. No ver a mis alumnos y no estar con ellos. Porque sí que es verdad que muchos ni me ponían la cámara, porque entendía que era como una invasión de su privacidad, de su habitación, de su espacio, de su casa.

¿Has notado un descenso de la productividad con las clases virtuales?

Sí, y es normal. Yo tampoco estaba al cien por cien, ni creo que nadie lo estuviese durante esos tres meses que estuvimos en casa. Acortaba el tiempo de las clases de 45 a 20 minutos, porque entiendo que el centrarse en una persona es complicado cuando estás en físico, y en una pantalla todavía creo que lo es un poquito más. Tampoco había mucha participación, porque a eso le tenemos que sumar los problemas que tenían, ellos estaban encerrados en casa.

¿Dónde termina ‘Un Profe de Latín’ y dónde empieza Adrián Martínez? ¿Existe un límite?

En mi cuenta de ‘Un Profe de Latín’ intento compartir cosas relacionadas con el tema de la educación, el latín, el griego, las culturas clásicas… pero luego Adrián tiene su vida. No tengo problema en exponerme en redes porque pienso que también si se hace un poco más cercana puedo llegar a más gente que si oculto mi identidad. Creo que una cuenta como la mía, en la que hablo de la cuna de la humanidad, tiene que ser humana y por eso tengo que exponerme de alguna forma y hacerla amigable.

¿Has notado una respuesta positiva por parte de los alumnos ante estas actividades tecnológicas y esta forma de impartir el latín?

Lo que hago los primeros días de clase es conocer a mis alumnos. Les paso un cuestionario y les pregunto qué series de Netflix ven, cuáles son sus youtubers/tiktokers/twitchers favoritos, si tienen móvil… y a partir de ahí empiezo a jugar con ellos. A través de la tecnología intento tocar todas las inteligencias que puede tener una persona: la artística, la visual, la lingüística. Es verdad que es imposible agradar a todos los alumnos a la vez, pero intento cambiar el tono de los proyectos para que, por lo menos en alguno, todos sobresalgan.

¿Y por parte de otros profesores?

Hay mucha gente que me pide los materiales y me agradece que los comparta en mi página web, en Instagram. Y yo bien agradecido porque al final tanto en Twitter como en Instagram se está creando una red de profes que compartimos cosas, ideas…

Aseguras que uno de los principales enemigos del latín es el propio currículo educativo… ¿hasta qué punto tienes libertad creativa y cómo de encorsetado estás?

Sí, creo que el currículo de las asignaturas de Clásicas y sobre todo de latín y griego es bastante exigente. Tienes dos años para aprender un idioma y en la prueba de la EVAU te están pidiendo traducir a un autor clásico.En el currículo te obligan a darlo todo, pero el docente tiene que tener esa libertad, esa potestad de decir bueno: esto lo voy a dejar. El currículo, con esta nueva ley educativa, va hacia la innovación, las competencias y las nuevas tecnologías, pero al final es cómo enseñas tú.

Si tuvieras que elegir un proyecto educativo del que te sientas orgulloso, ¿cuál sería?

Hay uno al que le tengo bastante cariño, que es el de "Cineastas de la Antigüedad". Lo hice hace unos años y fue para un primer curso de bachillerato. Eran cuatro alumnos y yo les propuse que eligieran una escena icónica del cine, la que ellos quisieran, y doblarla al latín. Contamos con la presencia de Keunam, qué es doblador profesional y dio una charla de cómo modular la voz, y luego ellos grabaron y montaron el vídeo. Fue uno de los veinte proyectos finalistas en el Salón Internacional de Tecnología e Innovación Educativa).

¿Y qué proyectos tienes pensado llevar a cabo en un futuro?

Quiero fomentar más la tecnología a través de la creación de una revista que harán los propios alumnos para repartir por el colegio y que fomente el latín, las lenguas clásicas y su estudio; así como con un vídeo en latín dentro del proyecto LATINFLIX (una reproducción de Netflix en latín), y seguir con el proyecto europeo eTwinning sobre mitología, valores LGTBIQ+ y feminismo, junto con otros colegios de Italia y el resto de España. A nivel personal, me gustaría seguir formándome como profesor en nuevas tecnologías, metodologías, aprendizaje basado en proyectos... para poder seguir mejorando y actualizándome como docente.

Por último, recientemente has creado junto con el también profesor y divulgador Cristian Olivé la plataforma SOS Humanidades. ¿Cuál es el objetivo con el que nace?

El proyecto de SOS Humanidades surge por mi inquietud al observar que que las Humanidades no están siendo valoradas desde el punto de vista social, político y legal. En esta última ley que se ha propuesto, asignaturas como latín y griego quedan prácticamente apartadas del currículo, siendo el único departamento que no tiene ninguna asignatura obligatoria en ninguno de los cursos.Van a saber mucho de medioambiente, de robótica, pero no de las bases de nuestra civilización occidental que es la cultura grecorromana. No van a saber por qué Nike se llama Nike. Me junté con Cristian Olivé, se lo propuse y nos planteamos el objetivo de, a través de Instagram, y con frases cómicas y satíricas, manifestar una problemática que es actual: que las Humanidades no se están muriendo, sino que las están asesinando. No solo el latín y el griego, también la filosofía, la ética, los valores, el arte, et cetera.