Los bots está cogiendo mala fama durante la crisis mundial por el coronavirus. Ellos no tienen la culpa pero los usos más beneficiosos de esos programas informáticos que realizan tareas repetitivas están quedando en segundo plano frente a sus hermanos los maliciosos. Los bots buenos recopilan información, dan respuestas rápidas, mantienen conversaciones o nos ayudan a editar textos. Los dañinos son utilizados para denostar al oponente, desinformar, atacar servidores informáticos o simular una identidad.

Investigadores de la Universidad Carnegie Mellon han analizdo más de 200 millones de tuits sobre el coronavirus desde enero y han descubierto que entre el 45 y el 60 % de las cuentas de Twitter que hablan sobre la COVID-19 son bots o ciborgs (cuentas administradas conjuntamente por robots y humanos). Kathleen M. Carley y su equipo en el Centro para la Democracia Informada y la Ciberseguridad Social han observado que muchas de esas cuentas se dedican a difundir y amplificar información errónea sobre la pandemia, teorías de la conspiración sobre el origen del virus y consejos de médicos falsos. En el caso de EE.UU, muchas se dedican también a presionar para que reabran los estados y se acabe con la cuarentena.

Según estos investigadores, lo normal es que la actividad de estos programas informáticos en situaciones de desastres naturales o situaciones politizadas no supere el 20 %. Es decir, hay más bots actuando que nunca. Desinformación coordinada con un fin político. Según recoge el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), “los bots ahora están más conectados en red con otras cuentas, lo que facilita la difusión y ampliación de sus mensajes. Se involucran en más estrategias para apuntar a grupos en riesgo como inmigrantes y minorías, y ayudan a cuentas reales vinculadas con discursos de odio a montar grupos en línea.

Utilizando técnicas de análisis de redes y aprendizaje automático, los investigadores de la Universidad norteamericana identificaron más de cien historias sobre la COVID-19 que no eran fiables. Éstas representaban el 62 % de los 1.000 retuits más influyentes en EE.UU. A raíz de estas conclusiones, van a analizar otras redes sociales como Facebook, Reddit y YouTube para comprender cómo se propagan los bulos.

En España la actividad de los bots está muy relacionada con la confrontación política. En abril se supo que perfiles falsos de Facebook, sin amigos, sin interacción y a los que se les asignaba la identidad de una mujer joven, apoyaban los mensajes que lanzaba el Ministerio de Sanidad sobre el coronavirus. Según el Gobierno español, el Ministerio había sido víctima de una actividad fraudulenta y pidió a Facebook una investigación.

La guerra política ha encontrado durante la pandemia un arma de destrucción incalculable, los bulos y la desinformación. Y una herramienta para su expansión, los bots, que serán los encargados de controlar el relato sobre la gestión de la emergencia sanitaria más grave en décadas. Aunque las principales acusaciones sobre utilización de bots se han dirigido hacia la extrema derecha, ningún partido ha quedado a salvo. Según la herramienta online Spark Toro, Pedro Sánchez cuenta con un 43 % de seguidores falsos, Pablo Iglesias tiene un 42 %, Inés Arrimadas, un 41 %, y Pablo Casado y Santiago Abascal, 40 % cada uno.

Por otro lado, WhatsApp, una de las redes sociales más utilizadas para desinformar, se puso seria a principios de abril frente a la desinformación y luego puso en marcha recientemente una tecnología automatizada para frenar los bulos. Estaríamos hablando de un bot ‘bueno’ que localiza noticias falsas sobre el coronavirus. El bot conecta directamente a los usuarios con los grupos de verificación independientes de más de setenta países.

A principios de abril, el Gobierno de Pedro Sánchez puso en marcha un chatbot para resolver dudas sobre el coronavirus, contener su propagación y evitar la desinformación. Estos programas fueron entrenados de la misma forma que los de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Incluso se han creado juegos contra los bulos que apuestan por que el usuario aprenda a fabricar fake news como forma de vacunarse ante las noticias falsas.