¿Alguna vez has cerrado alguna app o web con el objetivo de no volverla a usar, pero te has descubierto abriéndola a los pocos minutos? Es un comportamiento completamente normal y, de hecho, significa que el código de la red social ha tenido éxito en su objetivo: captar tu atención. La tecnología persuasiva en su modalidad de captología ha dado sus frutos. Ya estás dentro. Ahora salir te será más difícil que entrar. Y, sin embargo, hay salida. Hay formas de pedir ayuda.
¿Qué es la tecnología persuasiva?
La tecnología persuasiva es la respuesta a una pregunta: “¿Cómo hago que un usuario haga ‘algo’?”. Pulsar un botón, hacer scroll más veces, pasar más tiempo en la plataforma, realizar una compra, lograr hábitos saludables, comer mejor, dormirse más rápido, etc.
Según lo define el científico del comportamiento y doctor Brian Jeffrey Fogg, creador del Laboratorio de diseño de comportamiento: Modelos y métodos para el cambio de comportamiento de la Universidad de Standford, en su libro ‘Persuasive Technology’ (2002):“El propósito del diseño persuasivo es capacitar para crear soluciones que ayuden a las personas con un cambio positivo del comportamiento”.
La tecnología persuasiva es aquella que logra “cambiar las actitudes y comportamientos de la gente” con su diseño. Es la responsable de que personas con fobias superen sus miedos mediante realidad virtual o de influir en la gente de forma positiva para que se vuelvan menos hostiles a quién es diferente. Pero también es la disciplina que ha creado adictos a las compras online y personas que no pueden dejar de leer contenido apocalíptico.
En 2002 el psicólogo Daniel Kahneman recibió el Premio Nobel de Economía por descubrir y asentar la investigación psicológica en el campo de la ciencia económica: la neuroeconomía. Dicho de otra forma, había descubierto patrones básicos que inducen o previenen la compra. Como no podía ser de otra forma, las empresas vieron en la primera cualidad un factor de interés.
Veinte años después, la captología forma parte de la tecnología persuasiva, y usa la neuroeconomía para inducir cambios de hábitos en los usuarios. Por lo general, cambios que no están alineados con sus necesidades o propósitos. Cambios conductuales como perder el control de la navegación online, no poder dejar de jugar a un juego o pasar más horas de las deseadas dentro de una red social.
La captología es el arte de atrapar con tecnología, de captar al usuario mediante técnicas de neurociencia que activan, sin que la persona sea consciente, mecanismos del cerebro que inducen la permanencia. Este secuestro invisible y sin violencia de la capacidad de atención resulta excepcionalmente difícil de destapar y anular. Sin embargo, hay formas.
Por un uso consciente de la tecnología
La tecnología debe ser una herramienta que mejore la calidad de vida. Sin embargo, para la captología los seres humanos son materia prima con la que mejorar la de unos pocos en perjuicio de las del resto. La salida se inicia con hacer un uso consciente de la tecnología, empezando por descubrir los párrafos que preceden a estas líneas y entender el poder y alcance de la captología.
Obviamente, esto no es suficiente. Entender que se es presa del diseño del comportamiento no es lo mismo que ser capaz de romper sus cadenas. Para ello conviene elegir de forma deliberada qué dispositivos y software se va a usar, y en qué momento, de forma que sea posible identificar un mal uso.
En caso de descubrirlo y no ser capaces de realizar un consumo consciente de la tecnología, conviene pedir ayuda a familia, amigos y conocidos. Al igual que otras adicciones como el tabaco tienen una parte importante de sociabilización, existe la posibilidad de pedir a las personas de alrededor “¿Os parece bien no usar el teléfono cuando estamos teniendo una conversación?”, de forma que las ganas de usar en este caso el terminal móvil no coinciden con la oportunidad.
Si pese a esto somos incapaces de hacer un uso sobrio y racional de la tecnología, existe software que bloquea el móvil, el navegador o el ordenador si pasamos de cierto uso. Es algo similar a la prohibición de entrada a los salones de juego si se lo pedimos al portero, algo recogido en la ley. Pero, ¿y si todo esto no funciona? ¿Y si seguimos perdiendo el control? ¿Y si estamos cautivos?
Irónicamente, la solución a la tecnología persuasiva es otra rama del comportamiento y las ciencias del comportamiento: la psicología conductual. Esta dispone de una serie de herramientas terapéuticas que ayudan a modificar la conducta con el tiempo gracias a la ayuda de profesionales colegiados.