“La tecnología no es ni buena ni mala, pero tampoco es neutra” decía a menudo el profesor de historia Melvin Kranzberg. Parte de la tecnología actual exige un consumo atencional tal que nos mantiene ‘atrapados’ delante del teléfono, que desbloqueamos 150 veces al día, haciendo scroll de forma compulsiva o interrumpiendo nuestro sueño. Necesitamos una tecnología calmada.

Calm technology (calmtech), españolizado como ‘tecnología calmada’, es un movimiento social que aboga por tecnología que coloca el bienestar mental de la persona en el centro. Se trata de potenciar un nuevo diseño tecnológico que no afecte a nuestra conducta de forma negativa y corrija o palie algunos de los efectos negativos de la tecnología actual.

¿Qué quiere resolver la tecnología calmada?

La tecnología actual se centra en el consumo atencional. La monetización a través de anuncios exige pasar más tiempo en las plataformas porque así hay más posibilidad de ver anuncios y de consumir. Uno de los problemas de mayor calado que busca resolver la tecnología calmada es desligar tecnología y consumo de atención al alinear los objetivos de la tecnología a los del usuario.

Bajo el paradigma actual, en el que el usuario usa la tecnología pero no es su cliente (el cliente es el anunciante) los objetivos están contrapuestos. Los usuarios buscan redes sociales y se encuentran inmersos en un timeline o muro infinito que funciona con un sistema de recompensas aleatorizado, exactamente igual que las máquinas recreativas.

Una de las soluciones de la calm technology es que sea el usuario el que pague directamente por el uso de la plataforma, en lugar de que realice compras en ella a través de anuncios. Además de eliminar el consumo de bienes innecesarios con los que se nos bombardea, que el usuario sea el cliente cambiaría por completo la forma de trabajar de las redes sociales.

Internet funciona como un gran anuncio

Times Square atardeciendo, con sus anuncios iluminados
Times Square atardeciendo, con sus anuncios iluminados | Shutterstock

Seguramente hayas oído la manida frase de que “si es gratis, el producto eres tú”. Si bien es cierta, resulta incompleta. El uso de tecnología en la que no pagas dinero no es ‘gratis’ porque se paga con otro tipo de valores:

  • los datos personales, que son vendidos a terceras empresas con el objetivo de mejorar los anuncios dirigidos para que así sea más probable que hagas clic en ellos y compres algo;
  • la atención, o tiempo de pantalla, porque si pasas mucho tiempo dentro de la plataforma será más probable que compres algo, y es más fácil justificar a los anunciantes que abonen dinero por estar ahí.

Internet funciona así incluso para páginas web que no parecen anunciar nada. Muchas de ellas instalan cookies de terceros en el dispositivo con el que navegas para que así esos terceros puedan conocerte mejor y ayudar a los anunciantes a vender allí donde sí hay banners y anuncios.

Este triángulo entre usuario (tú), cliente (el anunciante), espacio (la plataforma o red social) hace que, como tú no pagas, la plataforma se optimice para el cliente. Traducido: internet es para los anunciantes, no para ti. Tú eres el usuario, no el cliente.

Principios de la 'calm technology'

Para resolver estos y otros problemas, la 'calm technology' dispone de un decálogo de siete puntos redactados por la antropóloga Amber Case:

  • La tecnología debería requerir la menor atención posible. Que no sature la atención. Lo suyo es convocarla bajo demanda, y desaparecer cuando haya sido utilizada en lugar de inducir a un uso continuo.
  • La tecnología debe informar y crear calma. La tecnología actual genera crispación social, la tecnología ética induce calma al usuario. A nadie se le ocurriría adquirir una herramienta, como un bolígrafo, que induzca conflicto social, pero justo eso hacen las redes sociales.
  • La tecnología debe hacer uso de la ‘periferia’. O, dicho de otra forma, no debe saturar nuestra capacidad mental, porque esta es necesaria para analizar con espíritu crítico. Una tecnología ‘atención-intensiva’ reduce nuestras capacidades racionales.
  • La tecnología debe amplificar lo mejor de la tecnología y lo mejor de la humanidad. A menudo se habla de tecnología alienante, tecnología que no coincide con valores humanos (supuestamente) universales. La calm technology promueve una tecnología que potencie lo mejor de nosotros mismos.
  • Tecnología que no suplante la comunicación humana. Las relaciones humanas no pueden ser automatizadas. Aunque sin duda existen canales tecnológicos éticos que nos permiten comunicarnos incluso mejor que cara a cara (un traductor, por ejemplo), la tecnología no debe sustituirnos.
  • Tecnología a prueba de fallos. Un ascensor frena automáticamente cuando algo se rompe, garantizando la seguridad de sus ocupantes. ¿Funciona así toda la tecnología? Lo cierto es que no, aunque debería.
  • Tecnología de pocos recursos. Cuantos menos recursos use la tecnología, mejor. No solo recursos materiales. Energía, atención, consumo de tiempo. Menos es más.
  • La tecnología debe respetar las normas sociales. Esta norma fue añadida con posterioridad por Mark Weiser y John Brown. Parece evidente, pero por lo visto hace falta en algunos lugares y sectores.

Tecnología ética, empoderamiento del ser humano, limitar el gasto de recursos naturales… Todos estos elementos nos suenan a digitalización sostenible, la digitalización segura, responsable y universal que promovemos desde Levanta la cabeza.