Lo saludable sería pasar una tercera parte de nuestra vida –y de nuestro día–, durmiendo. Ocho horas de sueño de buena calidad es lo ideal, según los expertos, para no estar cansados, para aprovechar el día. Pero no es fácil. Hay personas con insomnio, que duermen a ratos, que se despiertan sin querer cuando la realidad es una nebulosa, las hay que sufren trastornos del sueño que impiden una vida normal. Con la aparición, sin previo aviso, de la pandemia del coronavirus, los desvelos son de otra manera. Incluso los sueños y las pesadillas también se han trastocado en estos tiempos de confinamiento obligado y cubre bocas. Hace mucho que no vemos a nadie bostezar por la calle, como si no estuviésemos cansados de esta normalidad. El pasado mes de enero, una investigación de Universidad de Santiago de Compostela aseguró que la situación de confinamiento "ha provocado alteraciones importantes en la calidad del sueño de la población, incrementando los síntomas y la incidencia de insomnio".
Pero no echemos toda la culpa a la incertidumbre y preocupación por la COVID-19. El teléfono móvil también está detrás de la mala calidad de nuestro sueño. Es verdad que podemos mirar a otro lado y situar en la diana a los miles de adolescentes y jóvenes que caen rendidos en su cama junto a la luz azul de su smartphone escuchando el rumor de las notificaciones. Pero ¿cuántas veces has acabado tu día mirando fijamente la pantalla del móvil? Con la excusa de no perderte el último capítulo de tal o cual serie, de repasar las redes sociales o de responder a deshoras el chat de los colegas, todos, jóvenes y mayores, hemos sentido como se apagaba el día con el móvil encendido.
Al uso de pantallas antes de dormir, a esa manía de estar hasta última hora mandando mensajes, lo han llamado ‘vamping’. Y empieza a ser un problemón para la calidad de nuestro sueño, con lo que esto afecta a la asniedad, la capacidad productiva o incluso a algunas dolencias. En 2019, investigadores de la Universidad Tecnológica de Queensland (Australia) publicaron un estudio donde uno de cada ocho hombres y una de cada cinco mujeres culpaban al móvil de su pérdida de sueño. “El ‘vamping’ tiene efectos negativos par la salud, ya que la luz de las pantallas afecta a la calidad del sueño y nuestro rendimiento. El cerebro entiende que aún es de día y no segrega melatonina, la hormona encargada de regular el ciclo del sueño, ya que la luz detiene la producción, por lo que retrasamos el inicio del sueño y dormimos menos horas, lo que llamamos insomnio tecnológico”, tal y como ha explicado la doctora Ángela Milán, neuróloga de la Unidad del Sueño de la Clínica Universidad de Navarra.
Si el ‘vamping’ ya era un riesgo antes de la llegada del coronavirus, el aislamiento provocado por la pandemia ha incrementado las horas de pantallas y también el uso de los móviles hasta casi el momento de cerrar los ojos. Todos los expertos coinciden en que una de las primeras medidas de cualquier détox digital es dejar fuera de la habitación de dormir el smartphone, enchufarlo para que se cargue en otra parte de la casa. Entre esa inquietud, algunas veces enfermiza, por saber las últimas noticias sobre la realidad pandémica, el trabajo en remoto que reduce el contacto físico con los demás, y el ‘enganche’ a las redes sociales, el ‘vamping’ se ha convertido en una vía de escape poco recomendable. Reducir las horas de sueño para usar el móvil puede provocar también cansancio, irritabilidad o alteraciones del metabolismo (obesidad y diabetes). Según la organización Common Sense Media, dedicada a ayudar a los niños a prosperar en un mundo tecnológico, siete de cada diez adolescentes de EE. UU. y México se van a la cama con el móvil y lo miran antes de dormir. Y lo que es más preocupante, casi la mitad consulta el dispositivo cuando no puede dormir y no silencia las notificaciones.
Al fenómeno del ‘vamping’ podemos unir también ahora el concepto FOMO (acrónimo del inglés “Fear of missing out”), ese miedo a quedarse fuera de juego, a perderse algo de lo que ocurre en internet, a no ver el último mensaje, meme, notificación, noticia o like ocurrido en tu entorno digital. Como describen en la publicación tecnológica Trecebits, “si tienes FOMO, puede ser que tengas el móvil a mano, lo que ocurre es que tienes que consultarlo en cada momento, chequeando compasivamente tu correo electrónico, tu cuenta en Facebook, la de Twitter, la de Instagram, y por supuesto, WhatsApp, para no perderte nada de lo que está sucediendo”. La situación empeora si el FOMO lo sufres día y noche.
Descansa, #LevantaLaCabeza, #Desconecta.