¿Te imaginas un domingo sin ver un solo minuto la pantalla del smartphone, la tableta, el ordenador portátil, el reloj inteligente o la televisión? Mary Lemmer lo consiguió. Esta mujer, casi siempre sonriente, es una emprendedora norteamericana que montó su primera compañía a los 14 años. Escritora, asesora de empresas emergentes y comediante de improvisación. hace unos días explicó en Fast Company la catarsis que sufrió a finales de 2019 y que le llevó a liberarse de cualquier tipo de pantalla un día a la semana, el domingo.
Lemmer se desmayó y tuvo una conmoción cerebral en mitad de la noche. Hasta ese día se consideraba adicta al teléfono móvil. Hacía años que había desactivado las notificaciones y dejaba el smartphone fuera de la habitación cuando se iba a la cama. Pero después del episodio tomó una decisión más radical, reducir el tiempo diario que pasa frente a una pantalla. En enero de 2020 empezó con sus domingos libres de pantallas, dejó de utilizar el portátil y de ver los mensajes de texto y se puso a escribir con papel y lápiz, a dar paseos en silencio, sin dispositivos conectados a sus oídos, a leer libros físicos. Y llegaron las preguntas: ¿Se acordará la gente de mí? ¿Seré menos productiva? ¿Me enteraré de lo que pasa en el mundo?
A sus conocidos les avisó: los mensajes me los mandáis los sábados. Ella hizo lo mismo, sus planes para el domingo los preparaba el día anterior para no tener que mirar en internet o el navegador. Y de repente, se abrió ante ella un mundo fantástico. Lo cotidiano se apareció luminoso. Fue consciente de que su rostro estaba perdido y pegado a un teléfono, que la realidad se le escapaba. Lemmer asegura que el silencio digital de un solo día a la semana le ha cambiado la vida. Se lo comentó a sus amigos y muchos no lo entendieron o se sintieron incapaces de imitarla.
Mary descubrió que los domingos estaba conectada a la tierra y llena de energía. Sus ojos descansaron, se siente menos sola “porque estoy más conectada conmigo misma”, más saludable “y no me he vuelto a desmayar”. Duerme mejor, se concentra más y al volver a las rutinas digitales de la semana con otra actitud. “Y aunque los domingos son mi día favorito, no deseo que todos los días sean domingos. Eso es parte de la magia de esta práctica. Tomar un día, completamente libre, es suficiente, si se hace con regularidad. Es reconstituyente, revitalizante y me ayuda a reagruparme”.
Entre las actividades tecnológicas que más se practican en España está la visualización de vídeos y el contenido en streamming por internet. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la edad a la que los niños y adolescentes comienzan a tener teléfono móvil se ha adelantado mucho, a los 10 años, más del 86 % tiene su primer dispositivo y a los 15 años, casi el 100 %. Por no hablar de su uso. Tal y como reconoce el estudio Uso y abuso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación por adolescente, elaborado por el Instituto de Adicciones de Madrid Salud y la Universidad Camilo José Cela, solo un 32 % de los adolescentes hace un uso adecuado de internet, más del 30 % mostraría señales de riesgo, un 23 % mantiene una conducta abusiva y un 13 % mostraría dependencia. Si nuestro hijo pasa más de dos horas en YouTube al día, si no podemos desenganchar a nuestra hija de TikTok, si se pasan a todas horas guasapeando, “deberíamos comenzar a preocuparnos, sí, pero no son adictos al móvil. Están haciendo un uso problemático o abusivo de las tecnologías”, explica Laura Cuesta, responsable de Contenidos Digitales del Servicio de Prevención y Tratamiento de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid, en un reciente artículo en The Conversation.
Levanta la cabeza, la plataforma de Atresmedia que fomenta el uso seguro y responsable de las herramientas tecnológicas, ha elaborado junto con la consultora Prodigioso Volcán una guía práctica para reducir la dosis diaria de pantallas. La semana pasada os contamos que el neurocientífico Michel Desmurget ha compilado cientos de investigaciones en su libro 'La fábrica de cretinos digitales' para concluir que el abuso de las pantallas se ha convertido en una nueva pandemia, que afecta y golpea el rendimiento escolar e intelectual de los niños y adolescentes. Y no solo de ellos. Aquí te dejamos algunos trucos para practicar en familia y lograr, algún día, que los domingos sean jornadas de descanso de pantallas. El domingo o cualquier otro día.
Olvídate del smartphone antes de ir al colegio y al acostarte.
Da lo mismo la edad y lo que tengas que hacer. Cómprate un despertador de los de siempre –los hay muy chulos y discretos– y procura retrasar lo máximo posible el encendido del teléfono por la mañana. No te dejes atrapar tan pronto. Un desayuno contigo mismo o con tu familia es la mejor forma de conectar, de hacer planes, de arreglar asuntos. Por la noche, deja el teléfono fuera de la habitación. Al final, mirar el móvil en la cama retarda las horas de sueño. Como dice Desmurget, “el dormitorio deberá ser un santuario libre de cualquier presencia digital”.
Elegid un punto común de recarga y fuera dispositivos de las habitaciones.
Hay que hacer una reunión familiar, coger un enchufe múltiple y elegir donde recargar por la noche todos los dispositivos juntos, teléfonos, tablets, ordenadores portátiles. Es una decisión sencilla y toda la familia saldrá ganando. Si lográis apagar todo una hora y media antes de acostarse, vuestro cerebro empezará a funcionar de otra manera. Ocupar ese tiempo para pensar, aburrirse o planear es un lujo. Fuera videoconsolas, televisiones y otros dispostivos de las habitaciones de los niños y adolescentes. La calidad del sueño es fundamental para el rendimiento escolar y laboral.
Los deberes se hacen sin móvil y la televisión se apaga si nadie la está viendo.
El cerebro está pendiente de todo, también de las notificaciones, del WhatsApp o de cualquier otro aviso. Dejar el teléfono junto a los apuntes de clase te hará perder la concentración en las tareas diarias . Si alguna vez tienes que consultar algo importante a un compañero, úsalo, pero que no sea una costumbre. Tener la tele como compañía es un absurdo. El silencio inspira, calma y favorece la reflexión.
En las reuniones familiares, apaga el móvil. Desactiva las notificaciones.
Una buena conversación con amigos o allegados requiere atención. Es de mala educación estar con el teléfono encendido en la mesa. Casi todo puede esperar. A no ser que esperes una llamada inaplazable, lo mejor es apagarlo y dejarlo en la mochila. No seas tramposo, dejarlo en silencio o boca abajo no vale de mucho. Cada dos por tres, lo mirarás. Ve a los ajustes de tu aparato y desactiva las notificaciones. Esa burbujita roja es un gancho para que mantenerte alerta.
Quítate alguna red social, descarga apps útiles y abandona los grupos tóxicos.
Quizá sea la decisión más dolorosa, y a la vez la más beneficiosa. Si has visto el documental ‘El dilema de las redes sociales’ (Netflix) sabrás que una vez enganchado a las redes sociales, los algoritmos harán todo lo posible para que no dejes de mirarlas. Existen aplicaciones para concentrarte en tus objetivos o cambiar tus hábitos digitales y apps más éticas. Ah, escapa de los grupos de mensajería rápida que te estresan. Estamos en tiempos inciertos donde priman los memes, las teorías conspirativas y la desinformación ¡Qué necesidad!
Por favor, más de una pantalla en las manos, no. Los hábitos familiares influyen.
Las pantallas deben utilizarse por separado. “Cuanto más se someta un cerebro en proceso de desarrollo a la multitarea, más permeable será a la distracción. Además, cuantas más cosas haga al mismo tiempo, menos rendirá, menos aprenderá y menos memorizará”, explica el neurocientífico Desmurget. ¿Te acuerdas cuando leías un libro o un periódico y tus hijos hacían lo mismo? La imitación es clave, para bien o para mal. Estar todo el día liado con el móvil crea hábitos en el resto de la familia.
Pon límites a tu consumo de pantallas.
Y ahora que muchos teletrabajamos, más aún. Convertir el domingo en un día libre de dispositivos probablemente sea difícil en una primera etapa de desconexión. Puedes empezar poniendo límites diarios, pequeños momentos donde las pantallas están prohibidas. Hay que ser persuasivos, convencer de las ventajas de descansar un ratito de las pantallas.
Como explica la gente del Center for Humane Technology, organización sin ánimo de lucro centrada en la ética de la tecnología, debemos tomar el control. Elige una fecha para empezar, coméntaselo a tus amigos y familiares. Suerte