Tim Berners-Lee, el experto en computación británico que ha pasado a la historia como uno de los padres de la World Wide Web, la red informática planetaria que permite mantenernos conectados y transmitir y compartir información, sigue empeñado en que su criatura sea una herramienta de empoderamiento para todos, un derecho humano básico. El científico participó hace 32 años en el desarrollo de un sistema que cambió el mundo para siempre, mucho más que la pandemia, y hoy sigue luchando por un acceso a internet más seguro. “Imagínese cómo hubiera sido el año pasado sin acceso a la web. El acceso a internet es un salvavidas, debería ser un derecho básico”, asegura el vídeo lanzado hace unos días por la World Wide Web Foundation, que promueve desde 2009 una web abierta como bien público.

En esta línea, el pasado 20 de mayo, Levanta la cabeza, movimiento de Atresmedia nacido en diciembre de 2018 para promover una respuesta constructiva y responsable al desafío tecnológico, dio un paso más en el compromiso de ser un agente activo en la transformación digital. Para ello, ha apostado por promover una digitalización sostenible de la sociedad española que garantice la seguridad de los usuarios y el respeto a su privacidad, que difunda un uso equilibrado de las posibilidades que nos ofrece la tecnología y que permita el acceso a todas las personas, sin discriminar por límites geográficos o sociales.

El año 2020 nos sorprendió con un virus que se expandió en pocas semanas por todos los continentes. La tecnología fue la herramienta clave para, por ejemplo, comunicarnos y relacionarnos, mantener las rutinas sociales y educativas, o entender e investigar sobre la COVID-19. Han transcurrido más de quince meses y la digitalización de la sociedad debe transformarse en una pieza importante que contribuya a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, firmados por 193 países que tiene como plazo de finalización el año 2030. La cuestión no es solo aprovechar el avance en digitalización impuesto por la ‘nueva normalidad’, sino lograr que todas las personas tengan capacidades digitales, porque, como aseguraba el martes pasado Lucía Velasco, directora del Observatorio Nacional de la Tecnología y la Sociedad (ONTSI) a Levanta la cabeza, “las competencias en el ámbito digital son fundamentales para desenvolverte en la sociedad y para ejercer tus derechos de ciudadanía”.

Un tercio de los españoles no tiene capacidades digitales básicas

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), un tercio de la población española no tiene capacidades digitales básicas –esas que ya casi se consideran como naturales y rutinarias en el día a día–, como saber pedir una cita en internet, solicitar una ayuda o conectarse a una videollamada. En esa labor para acercar la cultura digital y lograr que el acceso a la tecnología sea seguro, responsable y universal, Levanta la cabeza está publicando reportajes y entrevistas que ayuden a concienciar sobre las consecuencias de abusar de las pantallas, sobre todo a los menores de edad, la necesidad de reciclar y dar una segunda vida a los dispositivos electrónicos y así reducir la generación de residuos tecnológicos, la importancia de garantizar la privacidad de los datos personales y controlar el mundo de las apps, el uso adecuado de las redes sociales entre niños, niñas y adolescentes, un colectivo vulnerable al ciberacoso; y también la trascendencia de que administraciones públicas y empresas sean ciberseguras.

Aprender a ser digitalmente sostenibles en tiempos de fiebre tecnológica supone contribuir a materializar los ODS de Naciones Unidas, que entre otros objetivos busca comunidades más sostenibles y resilientes, un consumo responsable, una educación de calidad y un trabajo decente, la igualdad de género y la reducción de las desigualdades. En esta transformación digital, las personas están en el centro, pero sin olvidar a las empresas, instituciones públicas y agentes del cambio.

El acceso a los servicios financieros digitales, la mejora de la productividad en la agricultura y ganadería, la atención médica y los cuidados de mayores, el aprendizaje a distancia, el empoderamiento de las mujeres y también de colectivos vulnerables, la gestión eficiente de los recursos naturales, la construcción de edificios inteligentes o la accesibilidad de las webs son algunos ejemplos de cómo la digitalización forma parte de una realidad más sostenible.

Ofelia Tejerina, presidenta de la Asociación de Internautas y miembro del comité de expertos de Levanta la cabeza, profundiza sobre la necesidad de esa digitalización sostenible: "El proceso de digitalización en que estamos inmersos será universal si realizamos una gestión eficiente de los recursos. Para hacerlo bien, tendremos que tener en cuenta el momento en que las vamos a aplicar, tanto las necesidades de la sociedad como la operatividad real de la tecnología. Nuestra seguridad física, jurídica, y digital, dependen de ello, de una digitalización sostenible".

Población joven, futuro y responsabilidad

Esta digitalización, como explica Mario Tascón, socio director de la empresa de transformación Prodigioso Volcán, y también del comité de expertos de Levanta la cabeza, “tiene que ser una digitalización que vigile por la inclusión de género, de edades, y que cumpla con los criterios medioambientales, con las metas de una educación para todos y todas”.

Recientemente, Microsoft encargó un estudio a la unidad de inteligencia del semanario The Economist para conocer que opinaban los directivos empresariales sobre la transformación digital y el 75 % afirmó que esta transformación debería impulsar mejoras en inclusión, accesibilidad y en la lucha contra la huella de carbono y el cambio climático.

'Sobriedad digital'

Y es que las innovaciones tecnológicas y los distintos usos que hacemos de las herramientas digitales también dejan un rastro medioambiental. Los fabricantes, los propietarios de la infraestructuras de redes y centros de datos, los usuarios de internet… todos impactamos sobre el medioambiente con cada mail que enviamos, cada vídeo que descargamos o cada foto que subimos a una red social. En 2020, según cálculos de la consultora McKensey, el mercado de las tecnologías de la información produjo entre el 3 % y el 4 % de todas las emisiones contaminantes en el mundo. Es en este contexto donde ha comenzado a tener protagonismo la sobriedad digital, una tendencia que busca adoptar hábitos digitales más sostenibles. “Actualmente, la contaminación digital es invisible, silenciosa y poco conocida (…) un enemigo invisible que se ha vuelto ‘obeso’. La sobriedad digital es pues imperativa y suponer crear nuevos productos y servicios que consuman menos recursos”, explica María Teresa Pérez Martín, doctora en Derecho y consultora especializada en políticas ambientales.

¿Qué podemos hacer? No es necesario que apaguemos el móvil o el ordenador, pero sí podemos moderar el consumo de internet, enviar solo los mails imprescindibles, recargar tus dispositivos solo cuando sea necesario, eliminar datos de la nube o actualizar el correo. En cuanto a qué pueden hacer las empresas, los expertos recomiendan fabricar equipos más eficientes desde el propio diseño, limitar las ofertas de tarifas planas, extender la vida útil de los dispositivos y ubicar los centros de datos en espacios más fríos para reducir los consumos de electricidad.

Otro de los focos de actuación y sensibilización tiene que ser la población más joven. Según la ONG Protégeles, que colabora en programas de la Comisión Europea, el 21 % de los jóvenes está en riesgo de convertirse en adicto al móvil y desarrollar fobias a estar sin los teléfonos inteligentes. La penetración de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) entre los más jóvenes, algo que la pandemia ha acelerado, debe ir acompañada de formación y mediación, como sostiene la directora general de la FAD, Beatriz Martín Padura: “Esa vida mediada por la tecnología, esa digitalización no es algo innato, sino que requiere tiempo y formación para un aprovechamiento pleno, sin riesgos y universal. Sabemos por nuestros estudios que 2 de cada 3 adolescentes y jóvenes consideran que sus competencias digitales son elevadas pero que, al mismo tiempo, dedican tiempo y esfuerzo a su alfabetización digital a través de la autocapacitación. De hecho, la mitad de jóvenes consulta en navegadores en Internet y un 43,6 % aprende por ensayo y error”.

Lo curioso es que la mayoría de niños y adolescentes identifican como residual el rol de la educación reglada como fuente formativa y de resolución de problemas. Prefieren el apoyo social de amigos y conocidos para moverse en el entorno digital. “Es decir –comenta Martín Padura, del comité de expertos de Levanta la cabeza–, no vienen de serie con las competencias necesarias para moverse por el mundo digital, han de aprender a navegar por la red, y hay que encontrar el espacio para que las mediaciones del mundo educativo y la familia encuentren un lugar apropiado para contribuir a la alfabetización mediática y digital”.

Reciclar, reutilizar, recuperar, recolocar…

Otro de los conceptos clave de la digitalización sostenible tiene que centrarse en el reciclaje de la inmensa cantidad de dispositivos móviles que usamos y desechamos continuamente. La vida de un smartphone no termina cuando sale un nuevo modelo o deja de funcionar correctamente. En España hay más de 45 millones de móviles arrinconados en un cajón o dentro de un armario. Ocupamos la sexta posición en el mundo acumulando aparatos usamos que pensamos que ya no sirven, según el Índice 2020 de desechos electrónicos de teléfonos móviles, elaborado por la compañía reBuy, líder europeo en el mercado de productos electrónicos de segunda mano.

La periodista Mar Abad, cofundadora del podcast El Extraordinario y que también forma parte del comité de expertos de la plataforma Levanta la cabeza, lo ejemplifica muy bien: “Una buena filosofía de vida y una buena filosofía ambiental es guiarse por los ‘re’. Reciclar (todo lo que puedas, tomártelo en serio y dejarse de perezas. Si el punto limpio es el martes, te esperas hasta el martes y no tiras el aparato en cualquier sitio). Reutilizar (en las últimas décadas nos han educado en ‘tíralo y te compras uno nuevo’. Pues no. Muchos dispositivos pueden seguir siendo útiles en otro sitio). Recuperar (lleva el ordenador a un técnico, que se puede alargar su vida. Yo lo he hecho varias veces). Recolocar (si no lo quieres, dáselo a otra persona que lo pueda utilizar). Y si seguimos pensando, seguro que salen más palabras con ‘re’ que nos hacen ’replantearnos’ cómo podemos hacer que la digitalización sea más sostenible”.

Cada vez surgen más iniciativas para alargar la vida de los aparatos electrónicos. Por ejemplo, la Fundación CEOE y las principales organizaciones sin ánimo de lucro que se dedican a la recogida de residuos de dispositivos electrónicos (los denominados SCRAP, Sistemas Colectivos de Responsabilidad ampliada del productor) han puesto en marcha una campaña para hacer una recogida selectiva de ordenadores y tabletas a través del tejido empresarial de toda España, que luego serán reacondicionados y entregados a personas con dificultades en el acceso a la tecnología.

Un espacio natural protegido de la digitalización

Todos los expertos coinciden en que la tecnología va a tener –ya tiene– un papel protagonista en la recuperación económica y social tras el latigazo del coronavirus, pero como explica Jorge Barrero, director general de Fundación COTEC para la innovación, "es un riesgo entender lo digital como un fin en sí mismo cuando para mí, digitlizar es como urbanizar: Ambas son actuaciones necesarias para el progreso económico y social, la prestación de servicios públicos, la comunicación… pero eso no significa que tengamos que digitalizar (ni urbanizar) todo, a toda costa y a cualquier precio”.

Barrero, otra de las personas que participan como experto en Levanta la cabeza, asegura que debemos pensar también en qué aspectos de nuestras vidas “deberían ser ‘espacios naturales protegidos’ e incluso dentro de las áreas digitalizables, que son muchas, pactar entre todos qué parte son vías públicas, qué parte espacios privados de uso público, y qué parte domicilios en los que preservar la intimidad”.

En esta comparación entre urbanismo y digitalización, Barrero es sincero: “Hay arquitectura digital innovadora y sostenible pero también hay verdaderas moles de hormigón virtual: feas, caras, difíciles de demoler. En sanidad, en educación... pero también en el bar de la esquina o en las relaciones con tu familia hay cosas que son más fáciles en modo digital, otras más difíciles y otras son sencillamente imposibles. Hagamos esa reflexión antes de asfaltar y poner rotondas. No caigamos en la cultura del ‘pelotazo digital’”.

Por último, Estrella Montolío, catedrática de Lengua española, asesora en comunicación y del comité de expertos de Levanta la cabeza, incide en esta idea de reservarnos espacios protegidos de la digitalización. "Que la tecnología sea sostenible, en términos de comunicación humana, significa que cuanto más digital y de alta tecnología se vuelva el mundo, mayor será la necesidad de seguir sintiendo el contacto humano a través de relaciones estrechas y de conexiones sociales humanas profundas. Existe una preocupación reciente de que, con una tecnología usada de manera irreflexiva, nuestras habilidades sociales y nuestra capacidad de empatizar se vean seriamente afectadas. Por ello, necesitamos garantizar espacios de conversación humana real en la que todos nuestros dispositivos electrónicos, especialmente los móviles –elaborados deliberadamente para controlar y manipular nuestra atención– estén ausentes. Necesitamos reivindicar en los espacios públicos la importancia para nuestra salud psíquica, emocional y física de las conversaciones reales cara a cara y con atención plena". #LevantaLaCabeza