Hasta no hace mucho la voz inglesa brushing ha estado relacionada solo con alisados de pelo, ondulados fuera de serie y técnicas de peluquería. Solo hay que poner la palabra en un buscador para darse cuenta del tirón que tiene el brushing (cepillado): hay miles de vídeos protagonizados por mujeres que se peinan y de hombres que se lavan los dientes. No estamos aquí para hablar de pelos y dentaduras relucientes. En el mundo del marketing y la venta online ha aparecido también el brushing, práctica que consiste en posicionar tu negocio en los grandes mercados digitales (Amazon, eBay, Aliexpress…) con falsas ventas que generan comentarios positivos y que dan más visibilidad a las tiendas. Por el momento no se puede considerar un ciberfraude más pero las autoridades de varios países han comenzado a tomar medidas ante este timo mercadotécnico.

Para entender en qué se basa este tipo de cepillado tenemos que hablar de unas semillas misteriosas. La última estrategia de brushing así lo piensan las autoridades de EE.UU.– ha sido el envío masivo de semillas de forma gratuita a supuestos clientes de varios países en distintas latitudes. La mayoría llegan de… China. Si recibes en tu dirección postal un paquetito con semillas sin haberlas encargado y sin que hayas hecho previamente búsquedas de este producto en internet, no tienes que preocuparte demasiado. En principio no es algo peligroso a no ser que las semillas sean de plantas prohibidas, pero sí debes saber que alguna empresa de semillas, flores o plantas te está utilizando para tener mejor reputación en el comercio digital global. La historia de las semillas misteriosas ha comenzado con decenas de casos reportados en EE. UU., Canadá, Australia y Reino Unido. Aunque algunas publicaciones estadounidenses hablan también de envíos de calcetines o mascarillas.

Si se confirma que estamos ante un caso de brushing, la intención de los responsables del envío sería tener buenas reseñas como vendedores en las plataformas digitales. ¿Y cómo lo consiguen? La mayoría de grandes plataformas de venta online no permiten dejar valoraciones a personas que no hayan recibido un paquete, que no sean usuarios de la tienda. Se sospecha que los vendedores tienen bases de datos –filtradas o compradas– de los destinatarios del envío gratuito. Una vez le llegan las semillas, comienzan a aparecer comentarios positivos sobre la tienda de esos supuestos compradores verificados. Y estas buenas calificaciones, que hace la propia tienda, tienen como consecuencia un mejor posicionamiento del vendedor en la plataforma digital y una mayor visibilidad.

Puede parecer complicado pero estamos hablando de una especie de estafa sencilla con un producto pequeño, que pesa poco y que es muy fácil de enviar. Las semillas llegan como cualquier otro envío, en su bolsita termosellada, con su código de barras y su descripción legal. El problema es que mucho de los supuestos compradores se quedan sorprendidos y ante cualquier duda han decidido comunicárselo a las autoridades. En EE. UU., el Departamento de Agricultura ha podido identificar más de una decena de variedades de plantas, entre ellas de rosa, romero o col. En Canadá han ido más allá y han pedido que no se planten las semillas recibidas por si portan plagas o son especies invasoras. Además, han pedido a los afectados que modifiquen sus contraseñas en las tiendas minoristas y que verifiquen los extractos bancarios de las últimas semanas para asegurarse de que no ha habido fraude alguno.

La casa de las flores

En 2016, la plataforma Digital Commerce 360, especializada en comercio electrónico, desveló que un comerciante chino había admitido por primera vez una práctica más extendida de lo que se pensaba: un minorista de flores con sede en Shanghái confesó que realizaba pedidos falsos para aumentar sus ventas aparentes y así aparecer mejor posicionado en las grandes plataformas de venta electrónica. Para sus responsables, esta táctica no tenía nada de malo, era una estrategia de marketing más. Una investigación norteamericana llegó a identificar más de 11.000 comercios que generaban pedidos no reales reclutando para ello a consumidores a los que pagaban no más de cuarenta céntimos por pedido realizado. En este caso, los comerciantes enviaban cajas vacías o pagaban a las empresas de mensajería por registrar entregas inexistentes.

Ya lo sabes, si la moda del envío de semillas llega a España, ni te lo pienses. Comunícalo a la policía o puedes llevarte una sorpresa. El último antecedente de semillas misteriosas lo tuvimos en los años 80 con La invasión de los ladrones de cuerpos, aquella película en que unos extraterrestres invadían la Tierra con unas esporas que daban lugar a unas vainas terroríficas. No os contamos más. Ah, si quieres entretenerte con distopías, en este caso tecnológicas, aquí va una selección de series y pelis.