“La gente cree que los datos están en la nube, pero no”, dijo Jayne Stowell, quien supervisa la construcción de los proyectos de cableado submarino de Google. “Están en los océanos”.

El fondo marino es el encargado de transportar la información que mueve la red, casi 1,2 millones de cables encontrados en el océano hacen posible la inmediatez de nuestras acciones. Es un proceso complejo y costoso. Se produce a través de Durable, una embarcación de 140 metros que dota a las profundidades marinas de cables físicos que mueven la información por los continentes.

El primer paso es ensamblar los cables en una fábrica en Newington, EEUU. Allí, posteriormente, se tensan y se revisten en material protector. Es necesario un año de planificación para establecer una ruta que evite los múltiples peligros submarinos. Se espera que los cables puedan durar hasta 25 años. El siguiente paso es cargar casi 6.400 kilómetros de cable en la embarcación Durable, que lo llevará e implantará en el fondo del mar.

Aunque estas autopistas marinas que transportan los cables alrededor del mundo se financian de un modo colaborativo entre las compañías, últimamente los gigantes tecnológicos de Silicon Valley están intentando tomar las riendas.

Lo cierto es que pese a que se trata de un entramado similar a “un complejo tablero de ajedrez multidimensional”, en palabras de Stowell, gracias a él se está consiguiendo mejorar el acceso en zonas donde antes no existía. Por primera vez, más de la mitad de la población mundial está en línea, según Naciones Unidas.