Siempre se pone el mismo ejemplo: el deporte es una práctica saludable, que evita muchas dolencias, pero si nos obsesionamos y nos convertimos en vigoréxicos, ese mal uso de una actividad deportiva puede convertirse en un trastorno mental. Algo parecido ocurre con la tecnología, saludable si somos responsables y adictiva si la no usamos, si somos incapaces de desconectar y apagar los dispositivos tecnológicos. Es cierto que el Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM-V), la herramienta internacional que más usan los psiquiatras, no reconoce la adicción a los teléfonos inteligentes pero cada vez más expertos lo incluyen entre los trastornos adictivos no relacionados con las sustancias. Ahí también podrían estar los trastornos relacionados con los juegos de azar. Esta semana hemos conocido por una investigación del diario Wall Street Journal que documentos internos de Facebook admiten que su red social Instagram es tóxica para la salud mental de muchas adolescentes.
En España, una reciente investigación de los departamentos de Psicología de las universidades de Oviedo y Oberta de Catalunya (UOC) y del área de Ingeniería de Organización de la Universidad Politécnica de Madrid ha concluido, después de analizar la conducta de 2.837 personas mayores de 15 años en toda España, que aquellos que usan el smartphone de forma abusiva son víctimas propicias para los ciberdelincuentes. Vamos, que los ‘adictos’ al móvil son más vulnerables ante los cibercriminales.
Un estilo de vida con riesgo
Los científicos españoles han intentado explicar cómo las conductas relacionadas con un estilo de vida –en este caso, el uso del teléfono móvil para casi todo y casi siempre– aumentan el riesgo a sufrir un delito cibernético.
Por ejemplo, si en la vida real –la física–, pasar mucho tiempo en la calle, sobre todo de noche, puede favorecer las situaciones de riesgo; en el ciberespacio hay también un estilo de vida que hace a los más enganchados al teléfono ser personas propensas a ser víctimas del cibercrimen. Los investigadores españoles parten de que en las actividades rutinarias en internet está ausente la figura del tutor, “el tutor es básicamente el usuario”, que es quien debe realizar estrategias activas para minimizar las amenazas de ciberseguridad, desde acceder a sitios de riesgo o instalar softwares no verificados hasta descargar archivos de remitentes desconocidos.
Siguiendo con el paralelismo de las calles de noche, hay lugares idóneos para los ciberdelincuentes. Una personas mayor paseando despacio con su bolso después de pasar por el cajero del banco es una situación idónea para caer en las garras de un ladrón. En internet, la idoneidad se facilita cuando el usuario del smartphone está acostumbrado a facilitar datos personales en línea o aporta continuamente información públicamente.
Bajo autocontrol
El bajo autocontrol en el uso del móvil, o lo que los autores del estudio explican como “incapacidad para considerar las consecuencias de buscar impulsivamente una gratificación inmediata”, sería otro factor para estar más expuestos al cibercrimen. Hasta el momento, los estudios no habían tenido en cuenta la adicción al móvil como factor de riesgo frente a los delitos online, y ahora se sabe que los terminales de los usuarios de teléfonos inteligentes que no se imponen reglas de uso “tienden a ser más dañados en cuanto al mayor número de ataques de malware”. Es decir, existe una relación directa entre adicción y negligencia de la seguridad.
En la investigación se asocia el enganche al móvil con una “baja conexión social” y más probabilidades de sentirse deprimido (“mala salud emocional”), lo que puede llevar a esos usuarios a interactuar en webs o foros equivocados con las personas equivocadas y a proporcionar información altamente sensible y descuidar su protección más básica. “Nuestra hipótesis de investigación es que la adicción a los teléfonos inteligentes es un elemento importante para considerar en la explicación de la victimización por delitos cibernéticos”, asegura el ensayo.
Aquí te dejamos el Test Levanta la Cabeza para que descubras si haces un uso responsable de la tecnología.