Cada región lo intenta a su manera. En algunos países como China, Corea o Singapur se ha desplegado alta tecnología para estrechar el cerco al coronavirus. Y en la India, la tecnología más sencilla y barata, el teléfono y la conectividad móvil, comparte protagonismo con medidas que parecen improvisadas pero que mucho tienen que ver con la identidad de un país con más de 1.300 millones de habitantes, con grandes desigualdades y donde más de 70 millones malviven en infraviviendas en medio de la pandemia.

El escenario indio se adivina entre surrealista, confinado y apocalíptico. Por el momento, los muertos por el COVID-19 no llegan a medio centenar y los contagiados apenas sobrepasan los 1.200 pero en el ambiente se respira la sensación –con toque de queda incluido– de que o los indios se meten en casa o la bomba pandémica puede explotar con un sistema sanitario desigual, y deficiente, y el hacinamiento de la población más pobre. Sin contar el éxodo masivo que ha provocado la orden confinamiento de 21 días establecida por el Gobierno y que ha tenido como principal consecuencia el despido de muchos trabajadores y éxodo a sus pueblos de origen.

Uso masivo de móviles

Las medidas tomadas por el Gobierno indio, mezcla de aciertos valorados incluso por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de estrategias incomprensibles en el mundo occidental, parecen no ser suficientes, por lo que autoridades y población se estrujan la mente. Unas se basan en alta tecnología y otras en herramientas técnicas de bajo coste. Mientras en China se utilizan drones, robots o códigos QR para controlar la expansión del coronavirus, en India van a otro ritmo tecnológico. Hace semanas, el Gobierno indio solicitó a las operadoras de telefonía móvil que incluyesen avisos e información sobre el COVID-19 justo después de marcar para hacer una llamada y antes de que se conecte con el interlocutor. En el mensaje grabado, un hombre empieza tosiendo para luego explicar los síntomas y cómo protegerse del virus. El uso masivo de teléfonos móviles entre la población convierte a la tecnología móvil en una de las principales bazas para garantizar la comunicación a la mayoría de la población. India se ha convertido en los últimos años en uno de los países con mayor número de smartphones y en un centro de producción de componentes para grandes compañías fabricantes. Hace una década, había más millones de personas con teléfono móvil que con cuarto de baño en su casa, según un informe del Instituto para el Agua, el Medioambiente y la Salud de Naciones Unidas.

El primer ministro, Narendra Modi, ha puesto en marcha un chatbot que responde a las preguntas más comunes sobre el coronavirus y sugiere números de teléfonos de atención y vídeos didácticos sobre el COVID-19. La herramienta funciona con WhatsApp, un recurso de mensajería que utilizan casi 600 millones de personas en la India. La impresión 3D es otra de las técnicas a la que han recurrido las autoridades sanitarias del país asiático. A través de redes sociales como Twitter o Facebook y de YouTube, especialistas en la impresión tridimensional han enseñado a los hospitales a utilizar las impresoras para fabricar piezas sanitarias como válvulas para respiradores.

Sello de cuarentena

Otra de las actuaciones, en este caso más polémicas, ha sido la desinfección en plena calle de trabajadores procedentes de Nueva Delhi o la estampación de sellos para marcar a las personas en cuarentena. En Bombay, una ciudad que supera los 18 millones de habitantes, las autoridades sanitarias y aeroportuarias decidieron estampar en la mano de los que tenían orden de confinamiento un sello que muestra la fecha en que finaliza la cuarentena. La tinta indeleble, utilizada para evitar que los 900 millones de votantes de la India emitan más de un voto y que desaparece a las dos semanas, controla a los turistas que aterrizaban en el aeropuerto de Bombay procedentes de países con altos niveles de infección. ‘Proud to protect. Home Quarantined’ y una fecha eran los mensajes del sello estampado en la mano.


En los establecimientos de venta al público, sobre todo de alimentación, muchos comerciantes indios han impuesto la distancia física entre clientes dibujando círculos o cuadrados de tiza en la acera marcando el espacio entre ciudadanos. O construyendo rampas caseras por donde deslizan las compras y que separa al vendedor del comprador con una distancia prudencial. En el estado de Bengala Occidental se han dado casos de improvisación increíbles: en hogares pobres y ante la falta de espacio, algunas personas se han construido casas en los árboles del bosque para mantenerse alejados de sus familias