Tiene dos pasiones: escribir (informar) y la tecnología. Con los años, Manuel Moreno entremezcló ambos mundos y se convirtió en un experto en Internet, redes sociales y periodismo digital. Su primer teléfono móvil fue un Alcatel One Touch Easy, utilizaba los chats de IRC y Geocities, y se abrió su bitácora en Blogger. En 2009 creó TreceBits, el primer medio de comunicación en castellano que tenía contenido sobre redes sociales, internet y tecnología, y que actualmente cuenta con más de un millón de lectores al mes. “Al principio publicaba un contenido a la semana, en primera persona, contando mis impresiones, mis experiencias… pero enseguida se fue creando una comunidad de lectores muy fiel. Desde ese momento pude ejercer la labor que siempre había querido”, detalla Manuel.

Es consultor en Social Media, ayuda a las empresas a sacar partido de sus redes sociales, imparte cursos, talleres y también ofrece servicios de gestión de redes corporativas y creación de contenidos para blogs y páginas web. “Siempre recordaré a un cliente que me pidió que escribiese a Twitter para que nos dejara publicar un mensaje de más de 140 caracteres de forma excepcional porque tenía algo muy importante que decir”. La experiencia de Moreno en el sector tecnológico le ha llevado a publicar cuatro libros: ‘El gran libro del community manager’, que va por la décimo tercera edición, ‘Cómo triunfar en las redes sociales`, ‘Yo también la lié parda en Internet” y ‘La enciclopedia del community manager’. Levanta la cabeza continúa con su labor de dar voz a aquellas personas que más y mejor pueden promover el uso seguro y responsable de las tecnologías.

¿Qué ha supuesto la llegada de la COVID-19 en el uso que hacemos de internet?

Lo usamos muchísimo más. Lo usamos más horas al día y también son más las personas que han decidido lanzarse al uso intensivo de Internet, en muchos casos porque no les ha quedado más remedio. Hace seis meses la mitad de la población mundial era Internauta, y ahora ha superado el 60 %. Es un claro ejemplo de cómo la adopción de las nuevas tecnologías ha sido algo forzoso para millones de personas en todo el mundo dada la situación que vivimos.

¿Nos convertiremos en una sociedad dependiente de las pantallas?

Yo diría que ya lo éramos… aunque en muchos casos sin darnos cuenta de lo dependientes que éramos. El confinamiento solo nos ha llevado a darnos de bruces con una realidad que ya estaba ahí. Teníamos todas las herramientas en nuestra mano, y las empleábamos, pero seguíamos pensando que “en el futuro” se produciría el boom del comercio electrónico a través del móvil y compraríamos de todo desde cualquier lugar. Pensábamos que “en el futuro” gran parte de la educación se realizaría de forma online, que “en el futuro” nuestra empresa nos permitiría trabajar desde casa… La ‘nueva normalidad’ es ese futuro del que muchos hablaban y que a muchos también les ha pillado de sopetón. Hablábamos de transformación digital en el futuro y las teorías se han tenido que llevar a la práctica en cuestión de semanas… Vivimos tan pendientes de las pantallas como antes, pero ahora somos más conscientes de lo que dependemos de ellas. Y no hay vuelta atrás.

¿Y para los negocios no hay más salida que el comercio electrónico?

Para muchos va a ser el único escaparate que van a tener para seguir comercializando sus productos y servicios. Quien no se haya adaptado, va demasiado tarde, sobre todo si posibles nuevos confinamientos les obligan a echar de nuevo el cierre de los establecimientos físicos, o a reducir horarios, o a reducir aforos…

Como experto en redes sociales, ¿cómo crees que han cambiado nuestra manera de relacionarnos?

Nos relacionamos de forma más rápida, más superficial… pero también conocemos más gente, es más fácil encontrar personas con gustos afines. El problema no son tanto las redes sociales sino la manera en las que las utilizamos.

De hecho, la Fiscalía ha alertado del aumento de los delitos de odio en internet…

Hay quien se ampara en el anonimato que proporciona un avatar o un nombre falso para difundir en las redes contenidos, ideas que no se atrevería a decir en la calle. O para retuitear y compartir determinados contenidos…

El incremento de los casos de acoso y de las comunidades peligrosas, ¿evidencia la necesidad de un aprendizaje digital que ayude a crear ciudadanos responsables en lo digital?

Desde luego. Esa es la base del problema. Nadie nos ha enseñado a utilizar las redes sociales y sin formación es imposible que los ciudadanos les saquen el máximo partido y aprendan a conocer y evitar sus riesgos. Lo mismo ocurre en el caso de las empresas. Sin formación, sin una persona que gestione adecuadamente su presencia en las redes sociales, las posibilidades de éxito son escasas y son mayores las de sufrir una crisis 2.0

¿Cómo saber dónde se queda nuestra privacidad y nuestra seguridad cuando decidimos abrirnos un perfil en una red social?

El problema no es abrirse una red social, sino hacerlo sin conocer las condiciones de uso que se están aceptando, sin configurar adecuadamente las opciones de privacidad de la red social porque no nos enseñan a ello y sin preocuparnos por la información que voluntariamente se está compartiendo hasta que no surge un problema.

Si hablamos de tendencias en redes, ¿qué nos espera?

Veremos muchas novedades en los próximos años: cada vez más contenido audiovisual, el avance de la realidad aumentada, el uso de la inteligencia artificial….

¿Y la llegada del 5G?

Supondrá la democratización del consumo de contenidos audiovisuales en cualquier lugar, gracias a esa mayor velocidad, y el acceso a servicios que hoy tan sólo nos atrevemos a imaginar.

Ofreces asesorías, cursos, talleres de redes sociales… ¿sin qué red no podrías vivir?

Podría vivir sin cualquiera de ellas y mira que para mí lo son todo a nivel profesional. Informo sobre ellas, escribo sobre ellas, doy charlas sobre ellas... Pero siempre digo que lo importante no es la red social en sí, sino lo que significa y nos permite hacer. Hace años empleábamos MySpace, era la red social más utilizada en el mundo. La herramienta desapareció, pero no la necesidad de estar en contacto con otras personas, de formar una comunidad, de compartir contenidos. Lo seguimos haciendo por Facebook, por Twitter, por Instagram, por TikTok… Y si no existieran, tendríamos otras herramientas en nuestras manos que nos permitirían hacerlo. Lo que no podría vivir es sin poder satisfacer esa necesidad de comunicación rápida y directa con otras personas, en este caso, a través de las redes sociales. La plataforma en sí es lo de menos.