Probablemente esta semana la recordaremos como una de las más caóticas del siglo en España. Vuelve el cole en el año más extraño y confuso, con la pandemia del coronavirus en su máxima expresión planetaria, sin vacuna y con unos planes para el regreso a la escuela que han dado la sensación de estar bastante improvisados. A partir de mañana 8 de septiembre se incorporan a las aulas los alumnos del segundo ciclo de Infantil, los de 1º a 3º de Primaria, 3º y 4º de ESO y Bachillerato. Y la semana que viene, de 4º de Primaria a 2º de ESO. Con diferentes formas de presencialidad, esta semana comenzaremos a entender lo que significa la brecha digital. Tuvimos una prueba piloto durante el confinamiento pensando que sería provisional pero ahora llega la hora de la verdad. Habrá clases presenciales, o eso es lo que pretenden en la mayoría de comunidades autónomas, pero una ola de contagios entre personal docente y alumnado puede cambiarlo todo.

Vamos a tener la oportunidad de comprobar la capacidad de los alumnos para aprender parte del temario en remoto, desde su habitación; y la de los profesores para enseñar, coordinar y evaluar a distancia. Al margen de la situación epidemiológica y aunque más del 90 % de los españoles tiene conexión a internet, a la hora de estudiar la cosa cambia. Tener una conexión estable y potente, disponer de un dispositivo (tableta u ordenador) para cada menor o haber adquiridos los conocimientos tecnológicos y herramientas para una educación digna van a ser elementos claves para conocer si la emergencia educativa se quedó en el último trimestre del curso pasado o hace peligrar el actual. El consenso es general: solo las clases presenciales garantizan la igualdad de oportunidades. Pero hay que estar preparados para una segunda oleada del SARS-CoV-2, para rebrotes y contagios de docentes y estudiantes que obliguen a perfeccionar el aula virtual.

La tecnología es ya tan importante como el tutor y las herramientas para dar clase de forma virtual, transmitir los contenidos de las asignaturas, organizar los deberes, realizar exámenes o resolver cuestiones burocráticas de los centros educativos forman parte ya del sistema. Si durante el estado de alarma, fueron las videollamadas el instrumento decisivo para poder dar clase, los sistemas de gestión de aprendizaje, los LMS (Learning Management System), serán protagonistas en este primer comienzo de curso en la denominada ‘nueva normalidad’.

Padres, profesores y alumnos saben de su importancia. Estos son los LMS más utilizados:

Moodle. De fácil funcionamiento (arrastrar y soltar), vale para cualquier sistema operativo y para cualquier dispositivo: ordenador, smartphone y tableta. Esta plataforma on line para dar clase, desarrollada hace una década y con base en Australia, es gratuita y de código abierto. Es una de las plataformas más utilizadas en el mundo de la enseñanza para crear aulas virtuales, montar cursos y actividades, compartir documentación, almacenar archivos y poner en marcha herramientas colaborativas como chats, foros o blogs. Según sus desarrolladores, han implementado software de protección contra accesos no autorizados, pérdidas de datos y mal uso. Moodle es utilizado por más de 220 millones de usuarios. EE. UU. encabeza el ranking por número de lugares registrados en la plataforma. El segundo país es España.

Edmodo. Es la plataforma para dar clase que más se parece a las redes sociales en cuanto a la interacción con likes y comentarios. Gratuita como Moodle, durante el confinamiento se convirtió en uno de los sistemas de educación a distancia más exitosos por la forma de involucrar al alumno. Compatible con los sistema operativos más utilizados, una de sus aportaciones de Edmondo es la gamificación a través de la entrega de insignias. Los profesores crean los grupos y los administran, montan eventos y suben documentación. Los estudiantes acceden a través de código personal, se comunican con el profesor y el grupo, descargan archivos, plantean dudas, etc. Existe la posibilidad de crear códigos de entrada para aquellos progenitores que deseen un seguimiento más pormenorizado de las actividades que realizan sus hijos. Todos los datos son confidenciales.

Google Classroom. Gratuita como las anteriores, la plataforma desarrollada por Google permite una gestión sencilla del aula virtual. El gigante tecnológico asegura que uno de sus puntos fuertes es que ayuda a organizar los deberes aumentando la colaboración y comunicación entre profesores y alumnos. Se integra con G Suite for Education, el paquete de servicios en la nube creado por Google. La idea es similar al resto, el rápido y fácil acceso a los deberes de clase, el intercambio de materiales y el seguimiento del curso por parte del profesorado. Una de las ventajas es que existen muchas apps, aprobadas por educadores, que funcionan con Google Classroom tanto para estudiantes como para profesores.

Microsoft Teams. A lo largo de la emergencia sanitaria comprobamos como herramientas manejadas en las empresas podían adaptarse a la ‘empresa’ educativa. Un ejemplo fueron las soluciones de videollamada grupal, como el caso de Zoom, que muchos docentes aprovecharon como herramienta para dar clase. Con el nuevo curso ya a punto, Microsoft Teams puede ser una buena propuesta para enseñar y aprender, sobre todo porque puede combinarse de forma sencilla con otros programas de Microsoft como Excel, PowerPoint o Word. Además de las llamadas con audio e imagen, permite el almacenamiento de información, la organización de tareas y compartir escritorio.

Para que todo salga bien, todos los menores deberían disponer de un ordenador o tableta y tener los conocimientos básicos para un buen uso. Lo mismo ocurre con los profesores y sus capacidades para compartir clases presenciales y digitales. Eso sin olvidar que los estudiantes necesitan un lugar para el teleaprendizaje que disponga de luz y espacio suficiente. Lo que parece obvio no siempre se cumple. Si el cierre de los colegios favorece el fracaso escolar, una enseñanza 'online' que rebaje la calidad puede fomentar el abandono. En España, la tasa del abandono escolar temprano se sitúa en el 17,3 % y la tasa de paro entre los menores de 25 años roza el 40 %.