7:30 de la mañana. Ring ring. Eva sube la persiana de su habitación y abre el grifo de su ducha. Mientras, el dispositivo de voz sintoniza la radio para que se escuchen las últimas noticias. Casi 27.000 pacientes de coronavirus curados en la Comunidad de Madrid en lo que llevamos de aislamiento. Una hora después, Eva se prepara para las videollamadas del trabajo. Casi toda la mañana ocupada. Come un táper de la comida que sobró ayer y se prepara para el resto de horas de teletrabajo. Solo piensa ya en esa videollamada con las amigas. Eva tacha otro día del calendario laboral. Ahora toca llamar a su madre por una videollamada en WhatsApp. Aunque su madre no enfoca muy bien con el móvil, Eva sí se da cuenta de que le llegó el ramo de flores por su cumpleaños. A lo lejos ve al perro de su mamá. Ojalá le pudiese tirar la pelota y jugar como cuando era pequeño. Su padre le enseña una nueva edición especial de ese libro que colecciona y sus hermanas le muestran el nuevo jersey que les ha hecho la. Ojalá estar todos en familia. Es el deseo de Eva y de casi todos los que estamos obligados por el coronavirus a este encierro domiciliario. Y ojalá poder colocar esas flores en el jarrón, tirarle la pelota al perro o acariciar el nuevo jersey. ¿Y si todo esto fuese posible hacerlo… en la distancia?
El tacto es uno de los sentidos esenciales a la hora de crear vínculos emocionales con los demás. La inteligencia artificial será la encargada de solucionarnos este problema. Ahora, además de una realidad confinada, aumentada y virtual, también nos rodea una extendida, una realidad que combina nuestro entorno real con el virtual en esas interacciones seres humanos-máquinas.
La empresa Emerge está desarrollando un producto inmersivo de realidad aumentada y extendida donde cada una de las personas pueda sentir a través del tacto contornos, texturas y otras sensaciones con solo unas gafas de realidad aumentada. Sin guantes, sin mandos, sin aparatos ni dispositivos electrónicos más allá de unas simples gafas. El dispositivo que han creado es muy similar a una tableta. En el momento en el que el usuario se coloca delante de ella, se crea un campo de fuerza y el contenido inmersivo se alinea con precisión milimétrica para poder sentir directamente con nuestras manos. Una nueva forma de crear un lenguaje para el mundo virtual.
Es cierto que a lo largo de los últimos años han surgido numerosas iniciativas similares, pero que necesitan el uso de algún dispositivo externo para poder sentir esa inmersión. Por ejemplo, en noviembre del 2019 un equipo de investigadores de la Universidad de Hong Kong y de la Universidad Northwestern de Estados Unidos crearon un dispositivo que se adhiere a la piel y que, combinado con la realidad virtual o la aumentada, permite sentir el roce de objetos del videojuego al que estemos jugando. El artilugio no tiene cables, ni baterías voluminosas, y permite el contacto a través de vibración mecánica que simula el tacto para mejorar la experiencia sensorial en redes sociales o en entretenimiento multimedia.
Sin embargo, con esta invención de Emerge, empresa ubicada en EEUU, en una videollamada podremos sentir directamente con nuestras propias manos objetos que se encuentren al otro lado de la pantalla. Esto se hará realidad a partir de finales del próximo año 2021, a un precio similar al de una consola o teléfono móvil. Además, el dispositivo también permitirá interactuar con seres queridos que hayan fallecido a través de la creación de un avatar en un holograma. Los creadores de este proyecto, Mauricio Terán, Sly Lee e Isaac Castro, que trabajan desde 2015 en esta iniciativa, aseguran que su idea de futuro es que las gafas que se necesitan para poder utilizar el dispositivo desaparezcan, y se pueda acceder a este contenido inmersivo con hologramas proyectados. Como declaran en su web, “creemos en un futuro donde la distancia y el tiempo no se interponen en el camino de sentirse presente”.