Las redes sociales tienen un problema que existe desde su constitución: al no pagar por ella, los usuarios y consumidores no son el cliente, y carecen de poder para confirmar una red que busque su beneficio personal. En su lugar, anunciantes y accionistas conforman la plataforma para hacerla coincidir con sus intereses: que los usuarios pasen tiempo en ella, entreguen datos y compren.

En las redes sociales no eres el cliente, sino el consumidor o usuario

Cuando una familia compra un teléfono móvil a un menor, los padres son los clientes (ellos pagan). Su hijo es el consumidor (es la persona con la necesidad a satisfacer) y a menudo el usuario (el producto se ha creado pensando en gente como él). Como los padres pagan, estos eligen las funciones, alcances y limitaciones del terminal, y además eligen si instalar filtros parentales. Como ellos son los clientes, ellos mandan, hacen y deshacen.

Las redes sociales son un producto digital que, como el móvil comprado a un hijo, tienen clientes, consumidores y usuarios. Pero los roles no son los mismos. En redes como Facebook, Twitter, Instagram o TikTok:

  • La red ha sido diseñada para el usuario, que a su vez es el consumidor: es quien consume información, pero también quien es consumido por la red. La red social está diseñada para maximizar su tiempo de permanencia (economía de la atención) con el objetivo de que vea muchos anuncios y dé muchos datos personales.
  • El cliente es el que paga por el espacio, que en este caso son los anunciantes. Se les reconoce porque aparecen como “Contenido promocionado”, pero se les conoce menos por ser quienes conforman, directa o indirectamente, la plataforma.

¿Qué ocurre cuando no se paga por un servicio privado?

Las redes sociales son un servicio privado de compañías no públicas. Esto es, tienen el objetivo de generar beneficio. En algunos países, como ocurre con las redes sociales estadounidenses Twitter, Facebook o Instagram, las empresas tienen la obligación legal de maximizar los beneficios.

Esto hace que los objetivos de la red social difiera de los objetivos del usuario que la utiliza. Algunos objetivos personales podrían ser localizar amigos, leer contenido contrastado o formar grupos con intereses afines. Sin embargo, estos objetivos no coinciden con los de los accionistas de dichas plataformas.

Estos accionistas obtienen beneficios de los anuncios presentes en la plataforma. Algunas veces de forma directa (ingreso por poner el anuncio) y otras de forma indirecta (a través de una comisión por venta). Esto implica que el poder sobre cómo organizar la plataforma lo tienen los anunciantes, a los que hay que atraer para que consideren ser clientes de la plataforma, que a su vez se doblega a sus intereses.

Es por este motivo que las redes sociales son espacios ideales para el spam, la publicidad engañosa, los bulos y noticias falsas, la polarización política o la crispación social. De hecho, hay clientes que pagan a las redes sociales por distribuir este tipo de contenido, que se extiende como la pólvora.

Cuando los usuarios regalan el poder sobre sus datos

La evidencia que se acumula sobre los males de este sistema es ingente. Como explica Evgeny Morozov, investigador en implicaciones policías y sociales de la tecnología, cuenta en su ensayo ‘Capitalismo Big tech ¿Welfare o Neofeudalismo Digital?’ (2018) cómo los usuarios están delegando el control de la tecnología a un puñado de empresas en Sillicon Valley, Shenzhen o Zhongguancun.

Para Amy Webb, autora de ‘Los 9 gigantes’ (2018), Google, Amazon, IBM, Facebook, Apple, Microsoft, Baidu, Alibaba y Tencent han ganado un inmenso poder político gracias a los datos de los usuarios; y Cathy O’Neil advierte en ‘Armas de destrucción matemática’ (2017) cómo esos datos ya están erosionando muchos derechos y amenazando la democracia que se da por sentada.

La misma advertencia la reiteraba James Williams en ‘Clics contra la humanidad’ (2021), poniendo el foco en la economía de la atención basada en extraer datos; y mucho antes Mark Goodman en su ensayo ‘Delitos del futuro’ (2016):

“Ese ruido de succión que escuchas es tu privacidad, tus datos y todos los detalles que componen tu identidad única al ser engullidos por ese gigantesco aspirador que es Internet”.

¿Hay alternativas a las redes ‘gratuitas?

Aunque existen redes sociales de pago, e incluso servicios de pago premium en redes sociales ‘gratuitas’ (modelos freemium como el de Twitter Blue), el grueso de la población se concentra en servicios que no les exijan desembolsar dinero aunque a la larga el coste sea mucho mayor y se pague con tiempo, salud mental, sedentarismo, polarización o desinformación.

Para que los usuarios decidan de forma activa transformarse en clientes, primero es necesario que entiendan las consecuencias negativas de no hacerlo. Sin embargo, la mayoría de los usuarios no son conscientes (aún) del daño de este modelo económico, o su impacto en la sociedad.

Hasta la fecha, no existe impulso social por redes sociales en que los intereses de la plataforma se alineen con el de sus usuarios, aunque publicaciones como esta buscan clarificar esta relación.