Ahora es más normal apagar la cámara en las videollamadas. La mayoría lo hace porque las apariencias cuentan y que te vean todos los días con la misma chaqueta de estar por casa no está bien. También los hay que lo hacen por el bien común, la conectividad mejora si todo el mundo funde a negro cuando hay muchos participantes. Pero hay un argumento más valioso. Un estudio publicado recientemente por la publicación científica Elsevier y realizado en la Universidad de Purdue (Indiana, EE. UU.) sostiene que una hora de videoconferencia emite entre 150 y 1.000 gramos de dióxido de carbono y requiere de entre 2 y 12 litros de agua. Por hacer una rápida comparación: Un galón de gasolina (3,7 litros) quemados por un coche emite casi 9.000 gramos de CO2. Otro ejemplo, cada segundo se producen en Google más de 60.000 búsquedas y cada una de esas búsquedas genera 0,2 gramos de CO2. Por no hablar de los correos electrónicos, las descargas, los contenidos subidos a redes sociales o los vídeos vistos en YouTube. Fabricantes de tecnología, propietarios de infraestructuras de redes y centros de datos, y usuarios de internet impactan sobre el medioambiente. De ahí que cada la 'sobriedad digital' sea una tendencia muy sugerente para este nuevo curso.
La nueva vida digital, acelerada con la llegada de los confinamientos provocados por el virus SARS-CoV-2, ha consolidado la relación laboral y social a través de las pantallas. Las videollamadas nos han acercado a familiares y amigos y han mantenido el ecosistema del mercado de trabajo. En los primeros meses tras el estado de alarma, la realidad tenía una foto fija llena de pantallas con caras conocidas, o no. Las benditas videollamadas nos han mantenido vivos, pero ha llegado el momento de pensar en ser sostenibles también cuando conectamos con los demás.
Según el estudio científico, en el que han colaborado la institución de Indiana, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés) y el Centro MacMillan de Yale, dejar la cámara apagada durante una llamada web reduce la huella contaminante hasta en un 96 %. Si hablamos de la transmisión de contenido a través, por ejemplo, de Netflix, hacerlo en alta definición puede aumentar la huella contaminante un 86 %. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha asegurado que el número de teletrabajadores y jóvenes que estudian en red ha aumentado en 1.300 millones con la pandemia, lo que supone un incremento del 60 % del tráfico en internet.
Así que los investigadores de la Universidad de Purdue han decidido, por primera vez, analizar la huella de carbono, agua y tierra asociadas a cada gigabyte de datos utilizados en las principales plataformas: YouTube, Zoom, Facebook, Instagram, Twitter y TikTok, entre otras plataformas, juegos en línea y navegación en internet. El tráfico cibernético necesita de un procesamiento en los centros de datos, espacios que consumen electricidad y que al mismo tiempo genera una huella de carbono. El tráfico de internet en este momento precisa de un número impresionante de estos centros de datos.
Kaveh Madani, director del estudio e investigador de la Universidad de Yale, asegura en la publicación científica Futurity que “los sistemas bancarios informan sobre el impacto ambiental positivo que supone dejar de usar papel en sus notificaciones, pero nadie informa del beneficio de apagar la cámara o reducir la calidad de la transmisión. Al final, estas plataformas están aumentando su huella ambiental”.
Aunque pueda parecer poco, la huella de carbono de internet representa ya el 3,7 % de las emisiones globales de efecto invernadero. Respecto a la huella hídrica, el agua necesaria para el procesamiento y transmisión de datos sería suficiente para llenar más de 300.000 piscinas olímpicas, mientras que la huella de uso de la tierra resultante equivale al tamaño de Los Ángeles (EE. UU.).
La huella de carbono es la medida del impacto medioambiental que genera una persona, empresa, servicio o producto, teniendo en cuenta todos los gases de efecto invernadero que emiten con su actividad diaria. Existen aplicaciones que te ayudan a realizar esta medición. Una de las calculadoras más fiables es la de la empresa Carbon Footprint.
Por no hablar de la basura electrónica, todos esos electrodomésticos, teléfonos móviles y otros dispositivos que dejamos en el olvido cuando ya no nos sirven. No hace mucho os contamos en Levanta la cabeza que cada español generó en 2019 casi 20 kilos de residuos electrónicos.